(ZENIT – 27 febrero 2019).- ‘Santificado sea tu nombre’ es la premisa del ‘Padre Nuestro’ que explica el Papa Francisco en la catequesis de hoy: «Es Dios quien nos santifica y nos transforma con su amor; mientras nosotros, con nuestro testimonio de vida, manifestamos su santidad en el mundo, y hacemos presente su santo nombre».
Esta mañana, 27 de febrero de 2019, a las 9:20 horas, el Santo Padre ha llegado a la plaza en el papamóvil, bajo un espléndido sol. Desde el estrado, ha dado la bienvenida a todos: «Parece que el invierno se está yendo y hemos vuelto a la plaza. ¡Bienvenidas a la plaza!».
La plaza de San Pedro vuelve a ser el lugar de acogida para miles de visitantes y peregrinos que llegan a Roma para escuchar al Papa en la audiencia general, cada miércoles.
Francisco ha impartido hoy la catequesis sobre el Padre Nuestro, titulada con la frase ‘Santificado sea tu nombre’ (del libro bíblico: Libro del Profeta Ezequiel, 36, 22.23).
El Santo Padre ha señalado que la oración del Padrenuestro contiene siete peticiones.
En las tres primeras –ha indicado– que se refieren al “Tú” de Dios, Jesús nos une a él y a sus más profundas aspiraciones, motivadas por su infinito amor hacia el Padre.
En cambio, en las últimas cuatro, que indican el “nosotros” y nuestras necesidades humanas, es Jesús quien entra en nosotros y se hace intérprete ante el Padre de esas necesidades.
En su «simplicidad y esencialidad», el Padrenuestro es «modelo de toda oración» porque contiene, a la vez, la contemplación de Dios, de su misterio, de su belleza y bondad, como también una súplica atrevida de lo que necesitamos para vivir bien, ha relatado el Papa. «Con esta oración Jesús nos enseña a confiar y a abandonarnos en Dios, que nos conoce, nos ama y sabe cuáles son nuestras necesidades».
El Pontífice ha anunciado que la primera de estas súplicas, que dice así: «Santificado sea tu nombre», es una expresión de «toda la admiración de Jesús por la belleza y la grandeza del Padre», y su «deseo de que todos lo conozcan y lo amen».
Asimismo, ha añadido, es «nuestro ruego de que su nombre sea santificado en nosotros, en nuestra familia, en nuestra sociedad y en el mundo entero».