(ZENIT- 16 julio 2019).- Según indica Vatican News, unos 2.800 refugiados han logrado salvar su vida y encontrar una oportunidad segura de integrarse en Europa.
La Comunidad de San Egidio ofrece los llamados corredores humanitarios, una alternativa legal en la que estas personas viajan en avión desde los campos de refugiados hasta Italia con un visado, sin tener que cruzar el Mar Mediterráneo en barcazas controladas por traficantes de seres humanos.
En declaraciones para el mismo medio vaticano, Giovanni Impagliazzo, de la Comunidad de San Egidio, relata que la idea de estos corredores humanitarios surge después de observar la gran cantidad de personas que morían al intentar atravesar el Mediterráneo, como una forma de “no quedarse de brazos cruzados, mirando nada más con tristeza, la situación que se vive, esta profunda injusticia”.
Se calcula que más de 20 mil hombres, mujeres y niños murieron en los últimos cuatro años tratando de cruzar el Mediterráneo desde África hacia Italia.
La fórmula jurídica de los corredores es reconocida por el reglamento de la Unión Europea, que admite que los Estados Miembros de la Unión proporcionen visas humanitarias limitadas a un solo país.
Así, la Comunidad de San Egidio solicitó al Gobierno italiano la posibilidad de conceder mil visas de ese tipo para acoger a dicha cantidad de prófugos sirios procedentes de los campos de refugiados de Líbano.
Una vez en Italia, los gastos de la acogida corren por cuenta de la Fundación, y de las Iglesias protestantes «Histórica italiana», que cuentan con un acuerdo con el Ministerio de gobernación.
Las personas que se atienden, seleccionadas por la comunidad en los propios campos de refugiados, presentan alguna situación de fragilidad, esto es, por ejemplo, viudas con hijos o familias donde hay una persona o niños enfermos.
Después de estas mil visas, el Gobierno de Italia concedió otras quinientas y, después, la Conferencia Episcopal Italiana logró un acuerdo para trasladar a otro grupo de quinientos prófugos africanos, la mayoría de ellos de Eritrea, desde los campos de refugiados de Etiopía.
Una vez en Italia, siempre según la misma fuente, la Comunidad de San Egidio se encargó de su inserción en todo el territorio italiano y se generó una gran implicación social. Algunas familias del país ofrecieron su casa para alojar a los refugiados y otros ofrecieron tierras para trabajarlas u otras labores para contribuir a su integración.
Estas personas también pueden solicitar el reconocimiento como «refugiados a causa de la guerra», una condición que les permite la movilidad por toda Europa.
Después de Italia, a través de la Comunidad de San Egidio, otros países europeos como Francia, Bélgica y Andorra, se han unido a esta iniciativa de los corredores humanitarios.