Monseñor Bashar Warda © ACN

Irak: El cristianismo, «al borde de la extinción»

Entrevista a Mons. Bashar Warda

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(ZENIT – 8 agosto 2019).- En una entrevista con la organización benéfica católica Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), coincidiendo con el aniversario de la toma de las llanuras de Nínive por parte de Daesh (ISIS) en 2014, el arzobispo de Erbil, Mons. Bashar Warda declaró: «El cristianismo en Irak, una de las iglesias más antiguas, está al borde de la extinción».

Así, el cristianismo en Irak podría estar a punto de desaparecer por completo, según indica este arzobispo, uno de los líderes eclesiásticos más respetados de Irak.

Mons. Warda, quien – con el apoyo de ACN – supervisó el cuidado de los desplazados internos que huían de Daesh, declaró a la organización benéfica que la presencia cristiana en Irak ha sido diezmada en las últimas dos décadas.

Así, explicó: «En los años anteriores a 2003, llegamos a tener hasta un millón y medio, el seis por ciento de la población iraquí» e indicó que hoy en día «tal vez sólo queden 250.000 de nosotros. Tal vez menos. Los (cristianos) que quedamos debemos estar preparados para el martirio».

La ideología radical sigue presente

El arzobispo Warda manifestó que, aunque Daesh ha sido expulsado del norte de Irak, la ideología radical que lo engendró sigue presente.

«La derrota de Daesh no ha supuesto la derrota de la idea del restablecimiento del Califato (…). «Y con esta idea del Califato vienen todas las estructuras históricas formales de desigualdad intencional y discriminación contra los no musulmanes».

Igualmente, el arzobispo aclara que no solo se trata de Irak: «Vemos líderes en otros países de Oriente Medio que están actuando claramente y de una manera consistente con el restablecimiento del Califato».

Los cristianos, en extinción

Refiriéndose a la invasión de Daesh, que llevó al desplazamiento de más de 125.000 cristianos y a la pérdida de sus hogares y negocios, relató: «Nuestros atormentadores confiscaron nuestro presente mientras buscaban borrar nuestra historia y destruir nuestro futuro».

Y continuó describiendo que «esta fue una situación excepcional, pero no aislada. Fue parte del recurrente ciclo de violencia en el Medio Oriente durante 1.400 años».

Por otra parte, subrayó que, «con cada ciclo sucesivo el número de cristianos disminuye, hasta que hoy estamos a punto de extinguirnos» y advirtió que elementos del pensamiento islámico han facilitado «ciclos regulares y recurrentes de violencia contra nosotros, como el genocidio otomano de 1916-1922».

También explicó que cualquier otra persona que fuera cristiano en Irak o en cualquier otro lugar de Oriente Medio, «nunca aceptaría ni por un momento la sombra bajo la que vivimos los iraquíes, y bajo la que hemos vivido durante siglos».

Y es que, de acuerdo a la Constitución del país, los cristianos, «somos ciudadanos de menor rango, vivimos a discreción de nuestros autoproclamados superiores. Nuestra humanidad no nos da derechos».

Falta de solidaridad en Occidente

El arzobispo Warda fue también muy crítico con lo que él percibía como la falta de solidaridad que los países occidentales han mostrado durante los ataques contra los cristianos.

Sobre ello, cuestionó: «¿Continuaréis aprobando esta persecución organizada e interminable contra nosotros?» (…) .»Cuando la próxima ola de violencia empiece a golpearnos, ¿alguien en vuestros campus organizará manifestaciones y llevará carteles que digan:’Todos somos cristianos’?».

«Y sí, digo, la ‘próxima ola de violencia’, porque esto es simplemente el resultado natural de un sistema gobernante que predica la desigualdad y justifica la persecución. La ecuación no es complicada», puntualizó.

Perdón y reconciliación

Finalmente, el prelado destacó que «los cristianos somos un pueblo de esperanza. Pero el enfrentarnos al final nos aporta claridad, y con ella el coraje para decir finalmente la verdad (…). «La violencia y la discriminación contra los inocentes deben terminar. Aquellos que lo predican deben detenerse».

Del mismo modo, Mons. Warda aludió a la necesidad de perdón y reconciliación entre los diferentes grupos religiosos del país.

«Y así decimos a nuestros vecinos musulmanes, aprended esto de nosotros. Permitidnos ayudaros a sanar. Vuestras heridas son tan profundas como las nuestras. Nosotros lo sabemos. Oramos por vuestra sanación. Sanemos juntos a nuestro herido y torturado país», concluye en la entrevista para ACN.

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ZENIT Staff

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