Mujeres © Flickr

Manos Unidas: Las mujeres, más vulnerables al cambio climático

Homenaje por el Día Internacional de la Mujer

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(zenit – 6 marzo 2020).- Con motivo de la celebración, el próximo domingo 8 de marzo de 2020, del Día Internacional de la Mujer, Manos Unidas quiere llamar la atención sobre los millones de mujeres, invisibles para la mayoría, que cada día sufren y combaten el deterioro del planeta.

Manos Unidas realiza un homenaje a estas mujeres, que no aparecerán en los medios en la citada fecha, por ser ejemplo diario de tesón, de trabajo y de resiliencia y porque en ellas reside el cambio necesario que volverá a hacer del mundo la “casa común” habitable, indica la organización de desarrollo de la Iglesia en un comunicado.

Como muestra de este compromiso de la Iglesia, en 2019, Manos Unidos aprobó 69 proyectos, por importe cercano a 3,8 millones de euros, destinados específicamente a trabajar por los derechos y la igualdad de las mujeres.

Nueva campaña

Con motivo del lanzamiento de la campaña “Quien más sufre el maltrato al planeta no eres tú”, que la ONG llevará a cabo a lo largo de 2020, Manos Unidas organizó una mesa redonda con el fin de explicar las graves consecuencias que el deterioro medioambiental tiene en los cientos de millones de personas vulnerables de los países más empobrecidos y, especialmente, en las mujeres y las niñas, que son las que presentan mayor vulnerabilidad ante los desafíos y las consecuencias del cambio climático.

Según el Banco Mundial, el deterioro del medio ambiente y los riesgos derivados del cambio climático, hicieron que en los primeros seis meses de 2019 siete millones de personas tuvieran que desplazarse por no poder asegurarse la vida en sus lugares de origen y, de no producirse un cambio, el número de desplazados podría alcanzar los 140 millones para 2050.

“En principio, eran los hombres los que emigraban para buscar fuera el sustento de sus familias, pero en los últimos años las migraciones femeninas, dentro y fuera de sus países, han aumentado en un 15%”, asegura Jaime Absalón, socio local de Manos Unidas en Colombia y moderador de la mesa redonda “Mujer y cambio climático”.

Migraciones ambientales

“En Latinoamérica, y en el resto del mundo, las mujeres son doblemente vulnerables a la amenaza del deterioro del planeta: por empobrecidas y por mujeres”, explica Rossana Cuevas, directora de la Corporación SolJusticia, socio local de Manos Unidas en Ecuador. “Tienen desventajas desde la niñez. Cuando en las familias aumentan las cargas de trabajo derivadas de estos desastres ambientales, son las niñas las que asumen estas cargas y sus planes de vida se ven truncados por la falta de oportunidades y el exceso de carga de trabajo. Esto deriva en una ‘fragilización’ de la situación de las mujeres. Lo que lleva también a situaciones de violencia de género sostenidas”, informa Cuevas.

Cuando la desertificación y la degradación se producen en el campo, los hombres migran a las ciudades y ellas quedan al cuidado de la familia. “Ellas y sus hijos son, entonces, doblemente vulnerables”, asegura la directora de SolJusticia. Según Cuevas, para revertir esta situación “es necesario que haya sociedades más equitativas y cambios sostenibles. Tiene que haber políticas públicas que protejan y den oportunidades a toda esta población vulnerable”.

Esta opinión es compartida por Marisela García, del Centro de Derechos Indígenas en México, testigo directo del incremento del flujo de las migraciones que, desde países centroamericanos como El Salvador, Honduras y Guatemala, intentan cruzar México para alcanzar el llamado “sueño americano”.

De este modo, indica que “el porcentaje de mujeres que se suma ahora a estas corrientes migratorias es cada vez más alto”, es más, “según el Banco Mundial, en el año 2019, 48 de cada 100 migrantes del mundo eran mujeres. En América Latina este porcentaje es ahora superior, porque el 51,1 por ciento de las personas migrantes son mujeres”, añade.

Las mujeres luchan por la tierra

“Muchas mujeres se quedan en sus comunidades, esperando el regreso de los varones. Sobre los hombros de las mujeres campesinas recae el peso de la migración de los hombres: se ven solas en la defensa del territorio y en el cuidado de la familia”, explica la defensora de los derechos indígenas.

México posee el 10% de los bienes naturales del mundo, pero una gran parte de la población vive en la pobreza, que hace que los hombres emigren y las mujeres se queden al frente de la tierra. “Y las mujeres no han sido educadas para esta tarea, porque, tradicionalmente, la tierra siempre ha sido para los varones”, destaca García.

“De repente, las mujeres se ven solas, sin formación, dedicadas al cuidado de los hijos y a la defensa del territorio”, explica García. “La situación es difícil, pero, sí, ellas son las que se encargan de hacerlo. Porque para ellas la tierra es ancestral. Es su ombligo. Ellos estaban antes, allí nacieron y allí están sus muertos…”, añade. “En esta situación las mujeres son las que pelean… ellas son las que están ‘sacando la cara por la tierra’”.

Honduras

También son muchas las mujeres hondureñas que luchan por sus territorios, según explica Silvia Heredia, cooperante española y directora de un proyecto educativo de la Asociación Paso a Paso, apoyado por Manos Unidas en Honduras. En opinión de Heredia, esta explotación de los recursos naturales en Honduras es, “una de las causas por las que se desplazan las personas”.

“En Honduras hay, por ejemplo, más de 800 concesiones para minería metálica y no metálica. Los hombres se ven obligados a migrar para buscar el sustento y las mujeres que se quedan son mucho más vulnerables a las amenazas externas”, destaca Heredia.

Defensa de la vida

Además, “el tres por ciento del territorio está ‘concesionado’ a la industria hidroeléctrica, minera o fotovoltaica o al monocultivo de palma africana que va a terminar con todo lo que tenemos”, asegura. “La defensa del territorio crea víctimas, que se juegan la vida y la libertad, y ha llevado a la preocupante militarización de la sociedad y del país, que no invierte en educación, pero sí en armas”, apunta la cooperante española.

“Trabajamos en la defensa de la vida. Como Berta Cáceres, que sabía que estaba amenazada, que tenía los días contados, pero aun así siguió en la lucha. Estaba en contra del proyecto de una hidroeléctrica financiada por bancos y empresas trasnacionales. Se enfrentó a ellos y por eso la asesinaron; ‘la sembraron’, como decimos nosotros”, describe Heredia.

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ZENIT Staff

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