(zenit – 30 marzo 2020).- La crisis del coronavirus no solo es sanitaria o económica. Indirectamente, el virus ataca también a colectivos con ciertas vulnerabilidades sociales, donde provoca desequilibrios psicológicos y espirituales: Es el caso que viven estos días, por desgracia, los presos.
En la Archidiócesis de Madrid, el epicentro de los contagios por coronavirus en España, la Pastoral Penitenciaria, cuya delegada es María Yela, acompaña a los internos de los tres centros: Soto del Real, Victoria Kent, con algunos proyectos familiares en Navalcarnero.
Otro tipo de dolencias
Yela, buena conocedora de esta situación tan delicada, describe a zenit cómo se sienten: “Si para todos ha sido al principio una sensación de ‘irrealidad’, lo vivimos con incertidumbre, nos sentimos vulnerables y parece que se para el mundo, imaginaos para ellos, que aunque hayan herido y estén juzgados y condenados, son seres humanos, que viven en una celda pequeña con muchas personas, con una población bastante vulnerable, que tiene otro tipo de dolencias y están en un pequeño módulo muchas personas conviviendo juntas”.
Aun así, la delegada indica que solidaridad también se han instalado en los centros penitenciarios: “En la prisión se están viendo también gestos de compañerismo tremendos. Han escrito también cartas de apoyo a los funcionarios algunos de los internos”.
Por ejemplo, en Aranjuez, a la directora del centro, “ellos mismos han escrito y han solicitado material de cuidados para los funcionarios y que tengan otro tipo de cuidados físicos y demás para que no se infecten”, asegura la voluntaria madrileña.
Preocupación del Papa
Por todos es conocida la predilección del Papa Francisco, quien ha celebrado el lavatorio de pies con internos de Roma en los últimos dos años, y visitó varias cárceles en sus viajes recientes por América: Estados Unidos, México, Bolivia, Chile y Panamá, entre otros.
Precisamente, con motivo de la pandemia, el Pontífice ha realizado un llamamiento a las autoridades competentes para hacer frente al problema de la superpoblación en las cárceles y a tomar medidas necesarias para “evitar futuras tragedias”.
Así lo ha hecho en varias ocasiones. Por ejemplo, el pasado 19 de marzo durante la celebración de la Eucaristía en la Capilla de Santa Marta, o el domingo, 29 de marzo, al final del rezo del Ángelus.
“Escribe una carta a un preso”
La iniciativa “Escribe una carta a un preso” tiene el objetivo de llegar a todos esos internos que estos días apenas tienen contacto con el exterior, pero, como explica el voluntario responsable, Alfonso Vargas, al semanario Alfa y Omega.
Por otro lado, todos aquellos que se sientan llamados a escribir a un preso lo pueden hacer a la misma dirección o al email cartasapresos@hotmail.com, “y nosotros nos encargamos de ponerles en contacto”, dice Alfonso.
“Hay un ejército de voluntarios que está deseando escribir cartas a los internos, y hay multitud de presos a los que les encantaría recibir esas cartas”, afirma Alfonso Vargas, un voluntario de Pastoral Penitenciaria que está impulsando la iniciativa Escribe una carta a un preso, para poner en comunicación a los internos con el mundo exterior, ya que el confinamiento forzoso se acentúa en el caso de la población reclusa.
A continuación, ofrecemos la entrevista de zenit a María Yela, delegada de la Pastoral Penitenciaria de Madrid.
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zenit: ¿Cómo están viviendo psicológicamente y espiritualmente esta situación los internos de la cárceles de Madrid?
María Yela: Si para todos ha sido al principio una sensación de “irrealidad”, lo vivimos con incertidumbre, nos sentimos vulnerables y parece que se para el mundo, imaginaos para ellos, que aunque hayan herido y estén juzgados y condenados, pero son seres humanos, que viven en una celda pequeña con muchas personas, con una población bastante vulnerable, que tiene otro tipo de dolencias y están en un pequeño módulo muchas personas conviviendo juntas.
¿Cómo viven esa sensación, en el fondo de miedo que sentimos todos, pero que es un miedo adaptativo, un miedo lógico? Pero esa sensación de indefensión que hagamos lo que hagamos, no podemos cambiar la situación, esas contradicciones, esa ansiedad que estamos palpando todos los días… Nosotros, en definitiva, si queremos ir a la nevera a las 2 de la mañana, si no nos dormimos, podemos ir a beber un vaso de leche. Podemos llamar por teléfono a quien sea, y recibir mensajes. A veces nos saturamos, incluso, de ello, pero ellos no tienen allí móvil. Entonces, están viviendo con temor, están viviendo con la privación de las visitas de sus familiares y de los voluntarios de prisión, porque desde que se han suspendido estas visitas, tanto de las familias como de las personas que vamos desde fuera a hacer con ellos diferentes talleres, a acompañarlos, a escucharlos… La verdad es que lo notan, lo comentan, se sienten mucho más perdidos, mucho más solos.
Entonces, hay muchas actividades que ellos han ido organizando en su rutina diaria para ir encontrando sentido al tiempo de prisión, que van desde: dormir, comer, hacer deporte, trabajar, escribir… hay muchas de esas actividades que acomenten en grupos, ahora están de momento frenadas, porque no pueden estar varias personas juntas, entonces es un tiempo de rutina mucho más duro, mucho más difícil y nos echan de menos. Por eso, el que puedan escuchar en la radio, o en la televisión mismo, esos apoyos, les ayuda muchísimo.
zenit: Desde que se suspendieron las visitas de los voluntarios, de los capellanes, de los familiares… La Pastoral Penitenciaria ha puesto en marcha la iniciativas “Escribe una carta a un preso”, ¿qué otras iniciativas estáis teniendo para acompañar a los presos?
María Yela: La institución ha tenido que suspender esas visitas para que no haya tanta gente que entre de las prisiones, pero en cambio, han aumentado los contactos telefónicos con las personas del exterior, y para los internos que no tienen dinero para hacer esas llamadas, les están permitiendo poder hacerlos y que puedan reconfortarse con sus familias, etc.
No pueden entrar los voluntarios ni los capellanes, entonces hacemos a través de la radio, en el programa, sobre todo, de “Libertad a los cautivos” del padre Carod, que es el capellán de Barcelona, hablamos para ellos y luego está la iniciativa de las cartas, y llamadas, sobre todo.
En el centro “Victoria Kent”, como están en tercer grado y les han dado el telemático durante esta etapa, pues lo que hacemos es a través de llamadas responder a sus necesidades, sus angustias, sus preguntas… y a las familias, que también están preocupadas y se les atiende, les sirve de puente. Intentamos también tener un seguimiento con los voluntarios porque se sienten en el fondo tristes de no poder estar en estos momentos, que tanta falta hacen, al lado de las personas que ellos han elegido para llevarles la palabra de Dios, para llevarles esperanza, para acompañarles. Y luego, bueno… pues trabajarnos a todos nosotros la esperanza, porque están siendo momentos muy duros, y ya hemos visto como algunas personas van falleciendo.
zenit: ¿Cómo son los protocolos para las personas contagiadas dentro de las cárceles?
María Yela: En la prisión se han infectado personas, porque algunos venían ya de permisos o han estado en contacto con las familias en estos periodos de incubación que ninguno sabíamos que lo teníamos, nos ha pasado también en la calle, esto es un reflejo del exterior. Entonces, a esos infectados se les aísla y se mantienen en las instalaciones oportunas con las medidas sanitarias pertinentes, como en un hospital y demás. En concreto ya ha fallecido una mujer en Estremera, pero los internos, si enferman, salen a los hospitales externos, y son cuidados allí como cualquier otra persona, además con vigilancia policial si se precisa, pero son atendidos en los hospitales también. Porque en el fondo, lo que se pretende también es que dentro de toda esta etapa tan dura, tan difícil, es que nos afecte lo menos posible. Hay mucha gente infectada, pero todos, diría yo, estamos afectados por este drama que nos está sucediendo.
Entonces, en la prisión se está viendo también gestos de compañerismo tremendos. Han escrito también cartas de apoyo a los funcionarios algunos de los internos. Por ejemplo, en Aranjuez, a la directora ellos mismos han escrito y han solicitado para los funcionarios material de cuidados y que tengan otro tipo de cuidados físicos y demás para que no se infecten, y para ellos mismo también, pero ha habido unas cartas muy emocionantes y también están recibiendo del exterior apoyos y cartas de gente anónima que les están mostrando ese cuidado.
zenit: En algunos países como Colombia o Argentina ha habido motines en las cárceles, incluso muertes. En Brasil se escaparon algunos reclusos… ¿Cómo se está trabajando en las cárceles españolas para calmar la tensión entre los internos? ¿Se estudia la opción de conceder a los presos, extraordinariamente, el arrestro domiciliario con pulseras telemáticas?
María Yela: Lo que se intenta es que no haya motines ni fugas como ha pasado en otros países de nuestro alrededor en este tiempo, porque la impulsividad está a flor de piel, y realmente se viven momentos muy difíciles y reajustarnos psicológicamente es muy complicado. Con los terceros grados, lo que sí se ha podido, es darles unos permisos especiales que hay telemáticos, para que estén en sus hogares y todo eso facilite más el que no estén entrando y saliendo, y lo que se pretende es que ellos comprendan el alcance de todo esto y puedan retomar de alguna manera su responsabilidad y encontrarle un sentido comunitario a todo este drama que estamos viviendo todos.
Yo creo que de alguna manera el responsabilizarnos de nuestras vidas, ya sea dentro de la prisión o ya sea fuera, –que estamos viendo nosotros que estamos fuera lo duro que es estar allí– nos hará valorar el día a día, la cotidianidad, el gusto que daba, no lo sabíamos, no lo habíamos descubierto, poder coger un autobús e ir a ver a un amigo, ver a un familiar, etc. Que estos nuevos aprendizajes arraiguen en nosotros, y yo sé que tanto los de fuera como los de dentro vamos a salir con cierto estrés postraumático de esta experiencia, pero que también salgamos, de alguna manera, con una vivencia, una experiencia de que nosotros hemos podido con ello y hemos contribuido a que esto haya podido ser frenado y que nosotros somos seres humanos en continuo cambio, que los internos sepan que no están solos, que forman parte de nuestra comunidad, que son nuestros hermanos, y que merecen que nos acordemos de ellos y pidamos por ellos también.