(zenit – 15 dic. 2020).- Desde el pasado domingo 13 de diciembre de 2020 hasta el próximo 10 de enero de 2021 podrá visitarse la tradicional exposición “Los 100 pesebres del Vaticano” en la plaza de San Pedro, decisión tomada como medida frente a la propagación de la COVID-19.
“En el drama de la pandemia la escena de la Natividad es de consuelo y esperanza”, escribe el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización en una nota informativa: las complicaciones del coronavirus no deben impedir que la Navidad sea un “momento de alegría” o el nacimiento de Jesucristo como la “esperanza para mirar al futuro con serenidad”.
La Navidad da sentido
El comunicado apunta a que “no tendría sentido mirar hacia otro lado, con indiferencia, como si el momento dramático que vive el mundo entero no existiera”, pues la fe “requiere mirar la realidad y dar sentido a lo que está sucediendo en la historia personal y humana” y “vivir la Navidad como un paréntesis no daría razón del significado que tiene para la fe”.
Asimismo, añade que “todos podrán hacer una pausa para admirar la belleza de tantos pesebres de diferentes partes del mundo, y comprender cuánto amor e imaginación se puso en la realización del belén”.
Dios se hace hombre
El Pontificio Consejo destaca que la “sencillez de la escena descrita” puede ayudar a las personas a profundizar más en el misterio que supone que Dios se hiciera hombre, y que la cercanía hacia sus familias por el sufrimiento de la pandemia recogerá “los rostros” del personal sanitario y capellanes que cada día asisten a los enfermos y “les dan alivio”.
Tampoco olvida a “los hombres y mujeres de ciencia que no dan tregua a sus experimentos para lograr resultados que puedan finalmente revertir la curva de la pandemia y ganarla”.
La familia en el centro
La nota indica cómo la Iglesia ha tenido la intención de “vivir este mismo camino con la liturgia celebrando la Sagrada Eucaristía” durante la noche: Las tradiciones seculares, la representación del pesebre en las iglesias y la Navidad como “fiesta familiar”.
Sin embargo, continúa, muchas familias vivirán las fiestas litúrgicas “con tristeza” por haber perdido a sus seres más cercanos “que la pandemia ha arrancado de manera dramática y a menudo con formas de violencia e inhumanidad sin permitirles siquiera estar cerca de ellos para una despedida final”.
Otras familias, añade, “tendrán sus pensamientos fijos en los miembros de la familia en el hospital que se ven obligados a estar solos en estos días. La preocupación y la ansiedad sobre su destino estarán en el centro de sus pensamientos mientras intentan enviar una señal de amor y afecto”.
Por ello, concluye, “la construcción de un pequeño pesebre en nuestras casas (…) será un signo más para sostener en esta coyuntura la alegría de transmitir una tradición familiar a las generaciones más jóvenes”.