Por: Ana Paula Morales
Beatriz, una mujer de 7 años de matrimonio, dice que lograr su parto y traer al mundo a su hija fue un milagro de la Virgen de la Medalla Milagrosa, a quien a través de la oración le entregó el destino de su embarazo.
“Desde el inicio del embarazo todo estaba bien hasta que llegó la ecografía de la semana 20”, refiere Beatriz. Esta ecografía es muy importante en España pues se realiza un análisis exhaustivo para determinar malformaciones y, además, porque en España se puede abortar legalmente hasta la semana 22 de gestación si existen anomalías graves en el feto o existe presencia de anomalías fetales incompatibles con la vida. “Yo asistí a esta ecografía súper tranquila y con ansias de saber si era niño o niña”. Sin embargo, poco tiempo después de comenzar esta prueba el doctor le dijo, además de que esperaba una niña, que esta venía con malformaciones. “A mí en aquel momento se me paró el corazón”, dice Beatriz.
“El doctor dijo que mi hija tenía una malformación grave que conllevaría a una discapacidad psíquica-cognitiva e inmediatamente indicó que debía hacerme una serie de pruebas con mucha celeridad para poder tomar una decisión”. En ese momento “empecé a razonar sobre lo grave que era esto y pregunté ¿Qué decisión? ¡Yo no voy a abortar!, ¡yo no voy a abortar!, ¡Yo no voy a abortar! Me decía repetidamente”.
Beatriz salió de esa consulta destrozada y diciéndose: “¿Por qué me pasa esto a mí?”, reacción natural de las personas cuando pasan por tragedias en la vida. Por otra parte, la gente le decía: “pues luego ya podrás tener otro hijo”. Pero por su mente nunca pasó la idea de abortar. Tenía clara una cosa: “yo voy a seguir adelante con mi bebé”. Beatriz pensó que ella lucharía por su hija y decidió cambiarse a otro hospital: un hospital de referencia con mayores medios y recursos para atender a su bebé cuando naciera.
“En ese otro hospital me atendieron muy rápido en vista de lo que yo les había expuesto y me respetaron mucho porque nunca me hablaron de abortar cuando les dije que no me pensaba hacer la amniocentesis, y así ratifiqué mi intención de querer continuar con mi embarazo”, nos cuenta Beatriz.
De manera similar, pero con mayor tacto, Beatriz fue informada por el médico de que su hija tenía una enfermedad llamada trisomía 18 o síndrome de Edwards, que es una enfermedad asociada con muchas patologías físicas y psíquicas y considerada, además, como una enfermedad incompatible con la vida. Al nacer la niña existía más del 90% de probabilidad de que no llegara a cumplir el año de vida. “Fue un momento de tristeza absoluta para mí”, refiere Beatriz.
Beatriz recuerda también que en aquel momento le preguntó desesperadamente al médico en repetidas ocasiones: “¿Qué puedo hacer? ¿Puedo tomar más vitaminas? ¿Puedo hacer reposo? ¿Me podéis hacer alguna intervención? ¿Puedo tomar alguna cosa?”. El doctor le dijo: “No puedes hacer nada”. Luego de ese momento, Beatriz regresó a su casa con la frase en su mente: “no puedes hacer nada, no puedes hacer nada”.
“Llegué a casa y dije: sí puedo hacer algo, puedo rezar. Puedo rezar, es lo único que me queda”, menciona Beatriz. Y comenzó a pedir dentro de su familia “Por favor, rezad, rezad, rezad. De igual modo, se iniciaron cadenas de oración y también varios conventos (de dominicas, de carmelitas, de Iesu Communio, de clarisas), se unieron a su oración e intención. Entonces, “todos los días desde ese momento, hasta que di a luz y más allá, rezaron masivamente por mi hija”. Se corrió la voz y fueron muchas las personas que rezaban por la hija de Beatriz.
En el transcurso del embarazo muchos médicos confirmaron que la enfermedad que traía la hija de Beatriz era incompatible con la vida, ya que casi todos los niños diagnosticados con esta patología mueren antes del año de vida. Se conocen muy pocos casos de niños que padecen esta enfermedad y llegan a la adolescencia. Entonces, la madre aturdida no sabía en qué situación estaría su hija, porque imaginó que tendría una vida muy limitada, sin oportunidades, y con mucho sufrimiento físico.
“Yo sobre todo encomendé la curación de mi hija a la Virgen de la Medalla Milagrosa”, comparte Beatriz, pues la madre de Beatriz, quien contrajo cáncer, fue operada el día de la Virgen de la Medalla Milagrosa y salió fenomenal de la operación. “Y el médico le dijo que esa operación y otra que había hecho habían sido las mejores operaciones en toda su vida”. Desde ese momento Beatriz y su familia acogieron mayor devoción a la Virgen de la Medalla Milagrosa. Beatriz también señaló “Empecé a pasar una estampa de la Virgen de la Medalla Milagrosa a todas las personas que conocía y les pedí que de manera continuada, hasta que naciera mi hija, rezarán la novena de la Virgen de la Medalla Milagrosa”. Beatriz rezó cada día sin parar durante todo su embarazo.
El embarazo de Beatriz continuó avanzando y con ello el temor sobre el futuro de su hija. Pero esta madre nunca perdió la esperanza de que su hija se iba curar y que podría ocurrir un milagro, pues le rezaba con mucha fe a la Virgen. Luego, al llegar el octavo mes surgió la duda sobre el tipo de parto más recomendado para Beatriz, considerando toda la situación existente, y algunos médicos recomendaban un parto natural dada la probabilidad que existía de que la bebe muriera justo después de nacer, por lo cual no recomendaban una cesárea. Beatriz dijo que ella iba a por todas y pidió que le hicieran una cesárea, dado que, debido a la posición del bebé, según los médicos, éste hubiera sido el parto más recomendado para un bebé sano.
“Llego el día del parto y nació mi hija”, expresó Beatriz. Inmediatamente, luego del parto se le hicieron muchas pruebas y los resultados confirmaron el milagro: “El bebé no tenía la enfermedad diagnosticada. No tenía Trisomía 18. Los médicos le hicieron pruebas y le comunicaron que su vida no corría peligro”. La hija de Beatriz tenía una afección limitada y tratable, nació con un problema de contracturas de los pies y manos y de debilidad. Se trata de una afección, como dijimos, tratable mediante fisioterapia y rehabilitación. “La afección que tiene nos conlleva a todos trabajo y esfuerzo, pero ella podrá llevar una vida completamente normal y plena”, dice su madre.
Beatriz dice de su hija que es una niña fuerte, alegre y absolutamente feliz. La dificultad que tiene la hace sensible y luchadora. Cada prueba que supera es un éxito de todos: de ella, de los médicos y de toda la familia. “Rezar la novena a la virgen milagrosa es algo que me reconfortó muchísimo”, comparte Beatriz, “La virgen sintió mi dolor, entendió mi fe e hizo el milagro”.