Rodrigo Guerra López fue nombrado recientemente por el Papa como secretario de la Pontificia Comisión para América Latina. Foto: Cortesía.

El secreto mejor guardado de la Iglesia no es el tercer secreto de Fátima, sino la Doctrina Social de la Iglesia. Entrevista a Rodrigo Guerra López

«El Santo Padre quiere que en un clima de sinodalidad auténtica repropongamos la vitalidad de Aparecida.»

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Por: Ana Paula Morales

(ZENIT News Agency / 30.07.2021).- Rodrigo Guerra López fue nombrado recientemente por el Papa como secretario de la Pontificia Comisión para América Latina (véase Una teóloga argentina y un filósofo mexicano a organismo vaticano sobre América Latina). Sobre su nueva encomienda, sobre el Papa, la ideología de género y la doctrina social de la Iglesia, hemos entrevistado al doctor Guerra López.

Pregunta: Por favor, ¿me puedes hacer una breve presentación de quién es Rodrigo Guerra?¿Perteneces algún grupo religioso?

Respuesta: Mi nombre es Rodrigo Guerra. Trabajo en el Centro de Investigación Social Avanzada, donde me tocó ser el fundador y miembro del consejo del gobierno actualmente. Somos una comunidad de vida académica, un instituto registrado en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, con investigación científica. La peculiaridad es que somos católicos y le damos servicio a la sociedad y a la Iglesia en cuatro áreas: en filosofía, bioética, estudios en familia y género, y ciencias sociales y jurídicas.

Estudié filosofía primero en la UPAEP, en Puebla. Luego en la Ibero, también en Puebla, como unos estudios extraordinarios que tuve en esa época. El doctorado lo hice en Liechtenstein con Rocco Buttiglione y con los discípulos en general de Karol Wojtyla que habían tomado clases con él en Polonia y que iban a dar clase en aquél entonces a Liechtenstein.

A mi regreso dirigí un tiempo la dirección académica del Instituto Pontificio de Juan Pablo II en la Ciudad de México y, posteriormente comencé a dirigir la Comisión Episcopal de Pastoral Social. Luego me integré a diversos equipos del CELAM. En el 2006, el Papa me invitó a ser miembro de la Academia Pontificia por la vida, hasta la fecha. Recientemente, hace menos de un año, el Santo Padre Francisco me invitó también a ser miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales.

Pregunta: Ahora con este nuevo cargo, ¿cuáles son los retos que tiene la Iglesia en América Latina? Con todo esto de COVID, Post-COVID y todos estos levantamientos que han surgido…

Respuesta: Indiscutiblemente el escenario latinoamericano es muy complejo. Sin embargo, las prioridades que el santo Padre ha colocado para la Iglesia de América Latina son muy claras: se trata de reactivar Aparecida. Es decir, vamos a hacer un esfuerzo en todas las realidades del continente, todos los movimientos eclesiales, diócesis y congregaciones religiosas para tener una primera gran asamblea eclesial latinoamericana en los próximos meses. Está habiendo consultas a todos los niveles. El Santo Padre quiere que en un clima de sinodalidad auténtica repropongamos la vitalidad de Aparecida.

Aparecida fue la quinta conferencia del Episcopado latinoamericano que se realizó en el año 2007 y donde su servidor estuvo ahí como coordinador del Observatorio Social del CELAM. Tiene como idea central reproponer la importancia de las comunidades del discipulado misionero para que desde un cristianismo no individualista, sino realmente comunitario, se reproponga el Evangelio con alegría, con cercanía, utilizando los lenguajes y los signos de la cultura de nuestro tiempo al modo como nos enseña la Virgen de Guadalupe.

De esta manera el Papa Francisco quiere hacer que la Iglesia retome esa agenda, porque hay muchos temas que han quedado pendientes y que se requieren activar justamente para atender y entender las nuevas realidades desde prioridades como el populismo latinoamericano que por la derecha y por la izquierda existen de manera amenazante para las democracias de América Latina. También realidades intereclesiales, como la formación  de seminaristas, o la importancia que tiene el no caer en la trampa del “pseudo-tradicionalismo” que hoy tanto daño hace a la Iglesia.

Pregunta: ¿Qué les dirías a los católicos que no están alineados con el Papa? Desgraciadamente como que últimamente se ha notado una gran brecha entre los que están a favor y los que están en contra del Papa.

Respuesta: La idea del Papa viene desde la dimensión constitutiva de la fe. No se puede ser católico sin saber que Jesús prometió sostener a la Iglesia a través de “el frágil Pedro”, es por eso que siempre será motivo de escándalo. Porque Pedro, el traidor, Pedro el pescador, Pedro tal vez el cabeza dura, encarnó un misterio más grande que él: es el misterio de una promesa de Jesús, promesa que no es intermitente. El Espíritu Santo no se ha ido de vacaciones, El Espíritu Santo sigue iluminando y gobernando a la Iglesia, al Papa Francisco, en especial a él por ser Pastor universal de la Iglesia, como nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica que es “como signo sensible de unidad eclesial”, es decir, su persona en concreto es un punto de edificación respecto si estamos en la verdadera fe y en la verdadera Iglesia. Eso es parte tradicional de la enseñanza de la Iglesia. No es una idea o una ocurrencia del momento para defender especialmente al Papa Francisco.

Lo mismo decíamos cuando el Papa Juan Pablo II era tan atacado, cuando el Papa Benedicto XVI era criticado y hoy lo tenemos que decir con igual vigor del Papa Francisco. No hay unión eclesial fuera de la comunión con el sucesor de Pedro, comunión afectiva y efectiva de fondo y sin titubeos.

Qué pasa cuando de repente en nombre de la Tradición o de alguna cita argumentaría del Magisterio se trata de criticar al Papa Francisco, lo que sucede de fondo, más allá de cuestiones doctrinales, es que desconfiamos de que el Espíritu Santo siga animando a la Iglesia. El Espíritu Santo, repito, no se ha ido de vacaciones y menos en el punto renovador y reformador que el Papa Francisco imprime hoy a la Iglesia y que es algo muy necesario para que todos nos quitemos las telarañas que tenemos en la cabeza y en el corazón y podamos realmente colaborar en el plan de Dios a través de la historia.

Pregunta: Dentro de la comisión que te ha sido encomendada, ¿crees que en un futuro cercano se vaya a entablar un diálogo con los gobernantes de los países de Latinoamérica en cuanto a las leyes que se están aprobando en contra de la vida, como son el aborto, la eutanasia o incluso el consumo de sustancias toxicológicas?

Respuesta: La Comisión Pontificia para América Latina no tiene como misión principal el diálogo con los Estados, aunque muchas veces ha sido el espacio donde ha habido encuentros importantes entre la Santa Sede, los Obispos latinoamericanos y los principales dirigentes políticos de Latinoamérica.

La Secretaría de Estado del Vaticano tiene una primera sección que se encarga de la relación con los Estados, y son los que principalmente miran esas relaciones. Igual el dicasterio dedicado a “Vida, familia y laicos” viene encomendado justamente toda la agenda a favor de la cultura de la vida, que lo dirige un Cardenal importantísimo, que es el Cardenal Farell. Nosotros colaboramos con todos ellos para que la Iglesia Universal realmente deje clara su postura y alinea a que los fieles laicos con creatividad y libertad participen de los desafíos políticos, por ejemplo, para la defensa de la vida integralmente considerada. Es muy importante decirlo, porque tan digna es la vida del niño no nacido como de un paciente terminal.

El preso está condenado a muerte, injustamente, porque nadie debe ser condenado a muerte, o como tal vez el niño con síndrome de Down, es decir, la cultura de la vida y, por lo tanto, el auténtico movimiento pro-vida es el que afirma la dignidad de la vida desde la concepción y hasta la muerte natural. La Iglesia está comprometida justamente en todo ese arco. Fomentar este compromiso o afirmarlos de manera unilateral en uno de sus puntos, genera ideología. Lo hemos visto en algunos países donde por ejemplo, el movimiento pro-vida está a favor de la pena de muerte; esto es absolutamente contradictorio.

Algunos obispos en algunos países no latinoamericanos, pero sí de alguna otra parte del mundo, han afirmado la defensa de la vida del no nacido, pensando que se le debe negar la comunión a los que no la promueven, cosa que en parte es correcta de acuerdo a la Doctrina de la Iglesia. Pero no afirman con el mismo vigor que no pueden acceder a los sacramentos aquellos que están apoyando la pena de muerte. Son contradicciones doctrinales muy graves que en la Comisión Pontificia para América Latina tenemos que aprender a corregir para anunciar de manera clara realmente el Evangelio de la vida y lo que está en el pensamiento y en el corazón del Santo Padre, sin añadirle ni quitarle nada.

En la medida en que entendamos más y mejor nuestra fe y el Magisterio de la Iglesia, nos daremos cuenta que el Papa Francisco es un hombre providencial y que en estos temas de compromiso en favor de la vida es clarísimo. No cede ningún milímetro a la verdad del Evangelio, pero esa verdad es más integral en la que a veces algunos sospechamos, porque incluye el diálogo, el perdón, la cultura de la vida integral y una sensibilidad especial para siempre defender a los más vulnerables.

Pregunta: Ante la entrada de la ideología de género en las aulas escolares en otros países, ¿qué se prevé de parte de la Iglesia en Latinoamérica para evitar que la ideología penetre en las escuelas católicas? A su vez, ¿qué les recomiendas a los padres de familia católicos para que puedan defender su fe y se les respete su derecho a la educación de sus hijos?

Respuesta: La ideología de género es una ideología perversa. Destruye la sana articulación de la identidad sexual y sus manifestaciones culturales son evidentemente muy variables a través del tiempo. La Congregación para la Educación Católica publicó hace año y medio un importantísimo documento que se llama “Varón y mujer los creó”, sobre la necesidad de emprender el diálogo y estudio profundo sobre las cuestiones de género en materia educativa.

La Iglesia preocupada por el desastre educativo que hay en esos temas, en este documento esclarece cosas muy importantes, que las resumo de esta manera: En primer lugar, la palabra género no siempre significó ideología, la palabra género es la dimensión sociocultural de la sexualidad. Segundo, en las teorías de género, en plural, no existe “la teoría de género” sino “las teorías de género” que son teorías con distintas premisas filosóficas como de los marxistas, estructuralistas, algunos existencialistas, hay hasta elementos de corte aristotélico y hay muchos tipos; eso es un debate académico muy intenso. Y en tercer lugar, existe “la ideología de género”, es como un tercer nivel, la ideología de género se impuso y es un abuso político y manipulador de las cuestiones de sexualidad y género a favor de una agenda ideológica perversa.

La Iglesia tiene que aprender a hacer esta triple distinción, porque hay una parte de verdad, cuando se afirma que existe el hecho sociológico del género. Hay una controversia académica en donde desde la teología del cuerpo los católicos tenemos que aprender a participar con herramientas racionales para mostrar la sana articulación de la sexualidad y sus manifestaciones requieren una reconsideración profunda; no se debe jamás odiar la identidad sexual de varón o de mujer de una persona. Además, entender que es un desafío cultural y político la ideología de género, por lo que tenemos que aprender a enfrentar, no con actitud de cruzado, insiste en eso mucho el Papa, sino con la actitud de diálogo de estudio riguroso y de corte racional estricta. Cuando la pasión sustituye la razón en temas de género, muy fácilmente de un lado o del otro podemos llegar a excesos indeseados.

Pregunta: ¿Qué palabras les dirías a los laicos de Latinoamérica para que se animen a profundizar más en su fe y con ello respondan a la vocación y misión a las cuales han sido llamados para el servicio como Cuerpo Místico de Cristo? De ahí que se pueda generar un cambio social en conjunto y participativo, que cree unidad y comprensión.

Respuesta: Los laicos no estamos llamados a santificarnos en la sacristía. Cuando ayudamos en labores intraeclesiales, lo hacemos de manera subsidiaria, porque el padre no puede darse abasto, pero el territorio normal de santificación de un laico es el mundo, es la banqueta, es el mercado, es la empresa, es el negocio, es el sindicato, es el movimiento popular, es el partido, es el gobierno. Los laicos tenemos como vocación propia y específica tratar de transformar el mundo según Cristo y, por eso es que con gran libertad, siendo fieles a las enseñanzas fundamentales de la fe y de la Doctrina Social de la Iglesia, pero con gran libertad organizativa debemos de aprender a dar una lucha multiforme en todos los espacios y ambientes; sobre todo en los más alejados y controversiales.

En la media en que recuperemos este carácter misionero de ir a las universidades públicas, de enfrentar los grandes debates culturales con las herramientas de la razón. En la medida que entendamos que nosotros no estamos llamados a poner estampitas en los monitores de las computadoras, sino a mostrar con nuestras formas de tomar decisiones en que somos cristianos y, por lo tanto, que hay una novedad, una Buena Noticia que anunciar al interior del mundo, la Iglesia expandirá el Reino. La expansión del Reino en buena medida depende de la creatividad laical para, siéndole fiel al Magisterio del Papa Francisco y de sus predecesores, podrá componer con creatividad y pluriformidad la herida evangélica sin confesionalizar las estructuras.

El Concilio Vaticano II ya nos recordó que ningún proyecto social y político concreto puede adjudicarse para sí el nombre de la Iglesia. Por lo tanto, sin confesionalizar el Estado, sin confesionalizar la economía, tenemos que aprender a dar testimonio estudiando la Doctrina Social de la Iglesia y aplicándola.

La agenda laical pro-excelencia se llama “Doctrina Social de la Iglesia”. Esa es nuestra brújula y nuestro mapa, nuestra hoja de ruta para que los laicos dejemos de creer que ser laico comprometido es estar metido en cuestiones puramente intra-parroquiales, intraeclesiales, y entendamos de una vez por todas que nuestra tarea es santificar el mundo.

Pregunta: Gracias, Rodrigo. Hace poco entrevisté a un Obispo que decía que la Doctrina Social de la Iglesia está un poco escondida aquí en México, que no está tan aplicada. ¿Crees que sea así en general en Latinoamérica?

Respuesta: Exactamente. El Papa Benedicto XVI alguna vez lo dijo y tantos otros. El Cardenal Óscar Rodríguez lo recuerda constantemente. El secreto mejor guardado de la Iglesia no es el tercer secreto de Fátima, sino la Doctrina Social de la Iglesia. Es algo que casi nadie conoce. Tenemos que estudiar, aplicar y ayudar a enriquecer la Doctrina Social de la Iglesia.

La Doctrina Social de la Iglesia no es una doctrina que se elabora por no sé qué grupo de expertos en el Vaticano, sino que es la sabiduría práctica que la Iglesia va aprendiendo en muy diversos escenarios a lo largo del tiempo y del mundo, y que la Iglesia discierne. A veces los laicos en movimiento, luchando por la verdad y la justicia tenemos éxitos o fracasos. Todos esos aprendizajes enriquecen a la Doctrina Social de la Iglesia. Eso permite que luego los Obispos y el Santo Padre la propongan con una reflexión sapiencial para orientar la transformación efectiva del mundo. Entonces hoy los laicos tenemos que volver a estudiar y aplicar la Doctrina Social de la Iglesia.

Hay que tener cuidado porque existen también manipulaciones de la Doctrina Social de la Iglesia por la izquierda y por la derecha, que son ideológicas. Por eso hay que acercarnos al compendio de la Doctrina Social de la Iglesia y, muy especialmente al regalo que nos hace el Papa Francisco con su magisterio más reciente, en particular Fratelli tutti, que completa y amplía el horizonte de la Doctrina Social de la Iglesia, de una manera extraordinaria y nos propone un método increíble para hacer hasta política, el amor, la caridad y el servicio samaritano.

Algo muy extraño en las luchas políticas, los que nos hemos dedicado a la misión política lo sabemos, pero es muy importante, porque por política muchas veces se entiende lo que en México llamamos “la grilla”, es decir, los amarres politiqueros y las luchas de poder. Cuando en la perspectiva cristiana la política es principalmente entender el amor en su sentido más tierno y profundo y llevarlo como método a la renovación de las estructuras del Estado para que el mundo cambie.

Pregunta: ¿Cuál es el principal reto al que te vas a enfrentar en la nueva secretaría?

Respuesta: El principal reto es ser dócil a la voluntad de Dios. No olvidar el mensaje de la Virgen de Guadalupe. Es un sello que los mexicanos tenemos que aprender a vivir en esta y en cualquier otra responsabilidad. Y ser fiel al Papa hasta la muerte.

Hoy existe ciertamente una crisis sobre el ministerio del Santo Padre que muchos no lo entienden ni lo abrazan con alegría ni con sencillez, como en otras épocas. “Es muy fácil serle fiel al Papa cuando no me corrigen, cuando piensa como yo y me siento de acuerdo con él. Pero cuando me invita a revisar mis propias premisas y mis propios compromisos y me hace sentir incómodo empiezo entonces a titubear”. Pedirle a Dios la gracia de la fidelidad, porque sin fidelidad al Santo Padre no existe verdadera fidelidad a la Iglesia.

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Ana Paula Morales

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