Franco Coppola, Nuncio Apostólico en México. Foto: Cortesía.

“Que nuestra dirección sea la que el Papa quiere dar a la Iglesia”. Entrevista al Nuncio del papa en México (2ª parte)

«Es una aberración pensar que yo sólo puedo. No: la vida me enseña que yo puedo con la ayuda de los demás.»

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Por: Ana Paula Morales

Ofrecemos la segunda parte de la entrevista realizada por la corresponsal de ZENIT en México, Poli Morales, al Nuncio del Papa. En esta parte nos habla de su visita a la zona de Aguililla, México, lugar a donde ni la policía llega por ser una zona controlada por los narcotraficantes. La primera parte de esta entrevista puede leerse en este enlace.

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Pregunta: ¿Qué puede decirnos a los católicos de a pie sobre este “sabernos y sentirnos hermanos”? ¿Qué nos puede decir para que podamos ir haciéndolo?

Respuesta.- Ser más conscientes de su papel como tal pues tienen un papel muy importante. Es casi una lucha por la liberación de los laicos, como la lucha por la liberación de las mujeres. Hay que hacerlo porque lo necesitamos: de la misma manera que la Iglesia jerárquica que es masculina, se necesita de la mirada femenina para ver bien cómo está la realidad, porque tenemos ojos diferentes, somos hechos de manera diferente, todos somos diferentes y nos necesitamos mutuamente.

Es una aberración pensar que yo sólo puedo. No: la vida me enseña que yo puedo con la ayuda de los demás. Entonces esto que vale y que se está tratando de entender no es nada todavía adquirido, pero se vale en el camino para entender que necesitamos de la mirada de las mujeres. Esto vale también para los laicos. Necesitamos de la mirada de los laicos. Esto es tan necesario que se están dando algunos pasos en este tiempo, aunque no se está publicitando. Y así arriesgamos que se hagan palabras y no se hagan hechos. Voy a lo concreto. En orden cronológico la Iglesia de México está tratando de llegar a la cita del 2031-2033 con su agenda pastoral y las grandes citas que tenemos este milenio

Han pensado realizar lo que han llamado un encuentro nacional de México. O sea, pedir escuchar a la base, a la gente, a las comunidades, sobre lo que se necesita, o sea sobre los problemas, sobre las ideas para resolver los problemas. Quieren que no sea sólo algo que llega “desde lo alto”, sino también aprovechar de la experiencia, del conocimiento, de las ideas, de la fantasía que puede tener la base.

Y este es un camino que tendría que estar ahora a nivel diocesano, en la diócesis en las parroquias, para llegar a finalizarse en la Asamblea Plenaria de los Obispos que se tendrá en abril de 2022. Pero yo no sé, puede ser que yo no leo. Seguramente yo no leo los periódicos diocesanos, pero por lo menos sí los periódicos nacionales o la gran prensa. Y no se escucha nada de esto, es como si no existiera.

Segunda cosa. Los obispos de la Conferencia del Episcopado de América Latina y el Caribe pidieron hace un año al Papa si era el caso hacer una nueva asamblea como la última que se hizo en Aparecida, Brasil. El Papa dijo “sí”. El tiempo ha pasado pero Aparecida, bajo muchos puntos de vista, se ha quedado en papel, no han puesto en práctica lo que decidieron.

Entonces, en lugar de hacer otra asamblea, otro documento que va a quedarse en la biblioteca sin hacer nada, están haciendo una consulta a todo el pueblo de América Latina y luego vendrá una asamblea para poner en práctica Aparecida.

Han decidido hacerlo y van a hacerlo. Lo están haciendo. Se está haciendo a nivel diocesano nacional para concluir con una asamblea de delegados en noviembre de este año. Pero yo no he escuchado nada.

Tercera y última cosa. Que nuestra dirección sea la que el Papa quiere dar a la Iglesia. A veces parece que nuestro seguir al Papa es solo de palabra, no de realidad. Cada tres años hay un Sínodo de obispos. Tocaba al año próximo. El Papa decidió posponerlo un año y pedir que se haga primero un Sínodo a nivel diocesano, después un sínodo nacional, para llegar finalmente al Sínodo de los Obispos a nivel mundial. Lo pidió pero todavía no se ha empezado. Empezará el tercer domingo de octubre en todas las diócesis del mundo: es para escuchar a la Iglesia y escuchar a todos, no sólo a los católicos de a pie, sino incluso a los no católicos, porque ellos también pueden ayudarnos a ver lo que muchas veces no va.

Los católicos tienen ojos muy atentos para ver nuestra incoherencia. Entonces el Papa quiere que toda Iglesia se ponga a la escucha recíproca, también de los no católicos, para ver lo que se necesita y los caminos posibles para lograr lo que se necesita.

Pero escuchar la idea, la mentalidad y la manera de ver de todo, sobre todo empezando por la base, es hacer un camino juntos. Y te decía antes, a propósito de cómo se puede cambiar la mentalidad del mundo, no es sólo caminar juntos, es invitación a escucharse, escuchar las razones del uno y del otro, porque a veces uno tiene sus razones y se da la razón solo porque ya ha pensado eso, pero no sabe cómo piensa el otro. La razón que tiene el otro. Se trata de confrontarse con los demás, escucharse recíprocamente y, a través de este proceso de escucha, llegar a diseñar el camino por el cual el Señor quiere que caminemos en este nuevo milenio. Es la manera con la cual el Papa llama a toda la iglesia a vivir y a caminar.

De esto se verá cuanto efectivamente seguimos al Papa. Si Somos capaces de iniciar un camino de confrontación, de diálogo, de encuentro a nivel de base, o si lo dejamos solo como encuentros de cúpula.

El Papa ha encargado a todos los obispos iniciar este proceso oficialmente en todas las diócesis el tercer domingo de octubre. Hay que ver cómo se llevará a cabo. Si se implica efectivamente a toda la ciudadanía, a toda la población o si se queda en círculos de presbiterio o del colegio de consultores, un círculo cerrado. Si no se vuelve una mirada sólo a los clérigos. Hay que involucrar también a religiosas. Esto sería muy interesante.

Pregunta: ¿Qué significó para usted haber visitado la localidad de la Aguililla en Michoacán?

Respuesta.- Han surgido dos cosas: por una parte cumplir con una obligación que me parecía que yo tenía que cumplir pues no había tenido nunca la posibilidad de hacerlo. Yo sé que si el Papa estuviera en México seguramente habría visitado Aguililla u otros lugares donde por la violencia el pueblo y la gente se siente sola, abandonada. Así lo ha hecho el Papa en otros lugares en Europa, por ejemplo, con los migrantes visitando la isla de Lampedusa o la isla de Lesbos donde llegan los migrantes atravesando el mar Mediterráneo,

Desde el principio el Papa dijo que la iglesia es hospital de campaña, o sea, un hospital que está puesto al lado del campo de batalla, donde luchan las personas y de donde se recoge a los heridos. Aguililla es un campo de batalla. Y no se ve siempre una presencia de la Iglesia al lado de esos campos de batalla. Me dio mucho gusto eso.

El segundo motivo: me dio mucho gusto saber que el obispo de Apatzingán visitaba todas las semanas estos pueblos para estar cercano a sus sacerdotes y darles fuerza para quedarse ahí. A pesar de todo lo que pasaba. La población claro que está muy contenta de ver al obispo que pasa por sus calles.

Me pareció un ejemplo que no se conocía, pero yo lo había conocido, aunque no había salido en los periódicos. Nadie lo sabía. El obispo me pidió ayuda para poder ser recibido por la Secretaria de Seguridad a nivel federal para pedir ayuda pues no alcanzaba a conseguir una cita. Me pidió y la obtuvo rápidamente. Fue así que me contó un poco lo que hacía, lo que pasaba.

Es muy probable que hay también muchos otros obispos que harían lo mismo. Pero esto no se sabe. De la Iglesia se sabe lo malo, pero se saben pocas cosas buenas que hace. Yo no he leído en ningún lado de una presencia de la Iglesia en estos días. Hay masacres cada día en Tamaulipas, en Zacatecas; y yo no leo de una presencia de la Iglesia al lado de esa gente. Pero tampoco se leía de Apatzingán. Por eso yo no digo que no suceda, sino que no se sabe. De la misma manera que en Aguililla no se sabía. Yo gracias a Dios lo supe porque el obispo me lo contó. Entonces quise ir para de esta manera hacerlo saber y hacerlo ver. Yo lo dije: mi visita no podía resolver nada. Pero me acordé de una experiencia que yo hice hace tres años, cuando estuve enfermo, de la pierna por dos meses. Yo soy un poco como un oso. No tan expresivo en las manifestaciones, desde que era pequeño.

Pero durante esta experiencia mía de enfermedad yo experimenté la alegría, el gozo de ver a mis amigos que venían a visitarme. En ese momento yo estaba en la cama, no podía hacer nada pero no quería estar solo. Claro que cuando venía el médico se interesaba por ver como seguía mi enfermedad, pero también las visitas y mis amigos me confortaban mucho.

Entonces pensé que lo que puede hacer la Iglesia es la presencia: la visita a los amigos. Esto también ayuda, ayuda moralmente, porque esas personas se sienten solas, se sienten abandonadas. Y cuando uno está enfermo le vienen todos los peores pensamientos del mundo, se siente solo con su enfermedad, su dolor; entonces poderlo compartir, poderlo contar, hace sentir la cercanía y el afecto de los demás. Esto no resuelve el problema de la pierna, pero seguramente ayuda al espíritu, al corazón, a ir adelante. Entonces a esto sirvió mi visita y yo lo hice pensando en esto y vi que la gente lo aprecia de esta manera.

Pregunta: ¿Y dónde más le gustaría visitar? ¿Qué otro lugar como Aguililla?

Respuesta.- Yo no tengo lugares que quiero visitar. De Aguililla me di cuenta el 30 de marzo. Es la primera vez después de 23 días de pensar que eso se podía. Lo que quiero es que la Iglesia ponga en práctica esta indicación que nos ha dado El Papa: ser cercana a la gente que tiene necesidad. Nosotros no podemos darle lo que necesita la mitad de la población que está bajo el límite de la pobreza. Pero esta gente se siente abandonada. No sólo esta pobre, se siente olvidada, se siente abandonada, se siente sola. Y aquí sí podemos ayudar no dejándolos olvidados o solos. Sin querer juzgar a nadie pero muchas veces es más cómodo no ocuparnos de estas personas, porque ya el ocuparnos nos hace cuestionarnos.

Es mejor no ver, porque si uno no ve se queda con sus problemas y no se encarga de los problemas de los demás. Y no, la iglesia tiene que tener los ojos abiertos y tiene que ser una verdadera madre. Cada madre sabe que quiere a todos sus hijos de la misma manera. Pero si un hijo es más frágil, tiene sus ojos más atentos a él.

Esa era la razón de mis celos cuando yo era adolescente. A menudo un hermano se enfermaba y mis padres estaban muy atentos a él y yo me ponía celoso porque pensaba que lo quería más a él que a mí. Y no, es normal. Claro que se tiene una mirada más atenta con lo que necesitan más los hijos. Y la Iglesia tiene que manifestar el rostro de la madre que se ocupa preferentemente de quien más lo necesita, por lo menos una presencia amiga. No resuelve ningún problema práctico, pero por lo menos los puede hacer sentir acompañados.

Pregunta: ¿Qué sintió al atravesar la misma vialidad cortada por las zanjas que cavan las mafias de esta región?

Respuesta.- El ejército y la policía estatal habían despejado el camino y llenado todas las trincheras pues habían cortado completamente el camino para que los carros no pudieran pasar. Entonces parecía un camino normal. Pero no era normal porque cuando se atravesaban casas, pueblos, se notaba trazas de robos, de tiroteos, sobre todo en la segunda parte del camino. La primera parte, que estaba todavía bajo el control de los cárteles unidos, era una parte donde había también presencia de la policía estatal y habían limpiado todo el camino.

La segunda parte era la parte que estaba después del río, otros cuarenta kilómetros estaba bajo el control del cártel de Jalisco Nueva Generación. Ahí no había ni un policía y se habían contentado con limpiar la carretera, pero los vehículos, los camiones y los tráileres quemados estaban al lado. Entonces se veía lo que estaba antes sobre la carretera. Y esto porque era un territorio donde la policía no se atrevía a pasar.

La primera parte de esta entrevista puede leerse en este enlace. Mañana se publicará la tercera y última parte.

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Redacción Zenit

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