(ZENIT Noticias / Roma, 06.02.2021).- En noviembre de 2020 la Cámara de Diputados de la República Italiana aprobó un diseño de ley presentado por el diputado del Partido Democrático (partido de izquierda) Alessandro Zan y cuyo objetivo era la protección especial de homosexuales y transexuales pero también de mujeres y personas con alguna discapacidad contra actos “violentos y discriminatorios” directamente contra ellos o indirectamente orientados hacia ellos. La votación fue de 265 votos a favor y 193 en contra. El proyecto fue enviado al Senado.
El alcance de la propuesta suponía introducir el delito de “violencia y discriminación” sin aclarar qué entiende por tales. De ese modo, cualquier persona se convertía en susceptible de acusación penal bastando la denuncia de un “afectado”. Otro aspecto de no poca relevancia era la inexplicable que resultaba el concepto “identidad de género” que introducía el proyecto de ley, con las consiguientes implicaciones jurídicas del mismo. La iniciativa, además, preveía el adoctrinamiento en todas las escuelas, también en las católicas, bajo el disfraz de una jornada contra la homofobia y transfobia. Unos días después de la aprobación en la cámara de diputados, el Secretario de Estado de la Santa Sede remitía una nota verbal del embajador de Italia ante la Santa Sede manifestando su perplejidad. La nota supuso una breve crisis diplomática y política en Italia.
El pasado 27 de octubre llegó la decisión del Senado: a las 13:41 de la tarde lossenadores se pronunciaron por dejar morir la iniciativa de ley y no tocarla. Quedaba en el tintero la iniciativa, una de las más agresivas contra la libertad de pensamiento y expresión en el mundo, tomando como pie la ideología de género.
Por otra parte, pero también en Italia, la Suprema Corte de Justicia declaró legal, en septiembre pasado, la presencia de los crucifijos en las aulas.
En el curso 2008-2009 un profesor de Terni (Umbria) decidió quitar el crucifijo del aula cuando comenzaba su clase. La mayoría de los estudiantes se opuso a la acción lo que llevó a que el director de la escuela le ordenara no hacerlo mediante una circular a todos los maestros. El profesor llevó su caso a juicio al alegar que se violaban sus derechos y también la laicidad del estado. Se trataba de un caso en el que se debía armonizar el derecho del profesor en materia de libertad religiosa y de conciencia y las disposiciones legales vigentes en materia de exposición del crucifijo en Italia.
Una década después, la Corte de Casación falló a favor de la presencia de los crucifijos tomando pie del número 118 del Real Decreto 965, de 1924. Ya en 2005 la ley italiana dictaminó que el crucifijo es parte de la identidad italiana porque de alguna manera alude “al recorrido histórico y cultural de Italia y en general de toda Europa, del que es una buena síntesis”.
Concretamente el fallo dictó que “ el aula puede acoger la presencia del crucifijo cuando la comunidad escolar interesada valora y decide en autonomía exponerlo, eventualmente acompañándolo con los símbolos de otras confesiones presentes en la clase y en todo caso buscando un orden razonable entre eventuales posiciones distintas”.
