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Eucaristía (C) Dimitri Conejo Sanz

Dos obispos italianos prohíben a los sacerdotes no vacunados de sus diócesis distribuir la Eucaristía en misas

Los obispos de Salerno y Teano en Italia prohíben el que sacerdotes sin vacunar distribuyan la Eucaristía.

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Por: Valentina di Giorgio

(ZENIT Noticias / Roma, 14.01.2022).-  Son ya dos los obispos católicos que en el territorio de sus respectivas diócesis prohíben expresamente mediante decreto el que sacerdotes que hayan decidido no vacunarse distribuyan la Sagrada Eucaristía en las misas.

El primero ha sido el arzobispo de Salerno, monseñor Andrea Bellandi, quien por medio de una circular remitida a todas las parroquias de Salerno-Campagna-Acerno, dice: “Para aquellos que aún no se han vacunado, pregúntense en conciencia si tal elección es coherente y respetuosa con las numerosas invitaciones hechas a favor de la misma, en primer lugar por el propio Papa Francisco, que ha hablado de la prevención de la vacuna respecto a Covid-19 como un acto de amor, una forma sencilla pero profunda de promover el bien común y de cuidar a los demás, especialmente a los más vulnerables». Y más adelante ordena que la Eucaristía, durante las celebraciones, no sea distribuida por sacerdotes, diáconos o ministros extraordinarios no vacunados. «En caso de absoluta necesidad, autorizo a que, para la distribución, se elija ad actum a una persona de confianza (religioso o catequista) que haya sido vacunada», añade.

El segundo obispo es monseñor Giacomo Cirulli, obispo de las diócesis de Teano – Calvi ed Alife – Caiazzo y quien ha dispuesto la prohibición expresa de “la distribución de la Eucaristía por parte de sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos no vacunados”. Al mismo tiempo dispone que “durante la celebración las hostias en el altar deben mantenerse estrictamente cubiertas en los vasos sagrados previstos”.

En diciembre de 2020 la Congregación para la Doctrina de la Fe decía en un documento aprobado por el Papa: “la razón práctica que la vacunación no es, por regla general, una obligación moral y que, por lo tanto, la vacunación debe ser voluntaria. En cualquier caso, desde un punto de vista ético, la moralidad de la vacunación depende no sólo del deber de proteger la propia salud, sino también del deber de perseguir el bien común”.

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Redacción Zenit

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