(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 26.01.2022).- En la catequesis durante la audiencia de este miércoles 26 de enero, el Papa se detuvo también en un punto que pronto ha saltado a los titulares de la prensa: los papás con hijos homosexuales.
El Papa hizo esta referencia en un contexto preciso: la catequesis estaba dedicada a los sueños de san José pero en un momento, hacia el final de la misma, habiendo pasado el “cuarto sueño”, dijo: “pienso también en los padres ante los problemas de los hijos. Hijos con tantas enfermedades, los hijos enfermos, también con enfermedades permanentes: cuánto dolor ahí”. Y añadió: “Padres que ven orientaciones sexuales diferentes en los hijos; cómo gestionar esto y acompañar a los hijos y no esconderse en una actitud condenatoria”. Para luego rematar con esto:
“Padres que ven a los hijos que se van, mueren, por una enfermedad y también —es más triste, lo leemos todos los días en los periódicos— jóvenes que hacen chiquilladas y terminan en accidente con el coche. Los padres que ven a los hijos que no van adelante en la escuela y no saben qué hacer… Muchos problemas de los padres. Pensemos como ayudarles. Y a estos padres les digo: no os asustéis. Sí, hay dolor”.
Es decir, el papa tocó el tema entre muchos otros en el contexto de las diferentes problemáticas a las que se enfrentan los papás hoy en día. O, en otras palabras, la homosexualidad de un hijo como problema a gestionar. Pero también dio una “solución” inspirada en san José pues también mencionó:
“Pero pensad como resolvió los problemas José y pedid a José que os ayude. Nunca condenar a un hijo. A mí me da mucha ternura —me daba en Buenos Aires— cuando iba en el autobús y pasaba delante de la cárcel: estaba la fila de personas que tenían que entrar para visitar a los presos. Y había madres ahí que me daban mucha ternura: delante del problema de un hijo que se ha equivocado, está preso, no le dejaban solo, daban la cara y lo acompañaban. Esta valentía; valentía de papá y mamá que acompañan a los hijos siempre, siempre. Pidamos al Señor que dé a todos los padres y a todas las madres esta valentía que dio a José. Y después rezar para que el Señor nos ayude en estos momentos”.
Y agregó finalmente:
“Pero la oración nunca es un gesto abstracto o intimista, como quieren hacer estos movimientos espiritualistas mas gnósticos que cristianos. No, no es eso. La oración siempre está indisolublemente unida a la caridad. Solo cuando unimos a la oración el amor, el amor por los hijos por el caso que he dicho ahora o el amor por el prójimo, logramos comprender los mensajes del Señor. José rezaba, trabajaba y amaba —tres cosas bonitas para los padres: rezar, trabajar y amar— y por esto recibió siempre lo necesario para afrontar las pruebas de la vida. Encomendémonos a él y a su intercesión”.