Secuestro de niños

Cartas desde la guerra (día 59): la guerra en Sábado Santo

“Vemos que el enemigo parece cebarse con la gente… en los territorios ocupados, las mujeres y los niños son capturados a la fuerza y llevados a Rusia mientras que los hombres son movilizados a la fuerza para obligarlos a formar parte del ejército ruso y a luchar contra su patria natal”, dice Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk.

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(ZENIT Noticias / Kiev, 23.04.2022).- Es Sábado Santo en Ucrania y no hubo tregua tampoco en los días santos. El sábado santo, tradicionalmente asociado al silencio, da pie para que el arzobispo mayor de los católicos de Ucrania comparta no sólo el estado actual de las cosas en la guerra sino también una reflexión espiritual en el contexto del triduo santo.

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¡Alabado sea Jesucristo!

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy es sábado 23 de abril de 2022 y Ucrania, el pueblo ucraniano, vive ya 59 días de resistencia nacional contra la invasión militar de Rusia a nuestra tierra natal. Van ya 59 días de esta guerra de Rusia contra el pueblo ucraniano y contra nuestro Estado.

El último día, la última noche, fueron muy crueles en Ucrania. El enemigo ataca por toda la línea del frente. Todo el este y el sur de Ucrania están en llamas… Continuamente se lanzan cohetes y bombas contra nuestras ciudades y nuestros pueblos… Vemos que el enemigo parece cebarse con la gente… en los territorios ocupados, las mujeres y los niños son capturados a la fuerza y llevados a Rusia mientras que los hombres son movilizados a la fuerza para obligarlos a formar parte del ejército ruso y a luchar contra su patria natal.

Ríos de sangre y un mar de lágrimas… El sufrimiento de Ucrania parece llegar hasta el cielo… Pero a la vez hoy Ucrania vive un día santo y especial: el Gran Sábado Santo. En la vida litúrgica este día, es el día del silencio. Es el día en que nuestro Rey, Nuestro Salvador y Redentor, descansa en la tumba. Y de esta extraña manera cumple la ley mosaica “del descanso sabático”.

El sepulcro está sellado y junto a él se encuentra una guardia militar… Todo está en silencio: en el cielo, en la tierra y bajo la tierra… Ya se acallaron los gritos de la multitud, el estruendo de las armas, los gritos de los gobernantes, los clamores de aquellos a quienes crucificaban y mataban… El cuerpo del Señor descansa en la tumba. Pero su santa alma ha descendido a las profundidades del abismo, al país de los muertos, a los infiernos. Para llenar allí todo con su presencia. Aunque su cuerpo vivificante descansa en la tumba, no se ha separado de su Divinidad. Asimismo, el alma de Cristo, como portadora de la luz de Dios, de la Vida Divina, rompe hoy las puertas del infierno y subyuga la muerte. Cristo descendió a la tierra de los muertos, para llenarlo todo de Sí. Para dar vida a los que están en el sepulcro. Por esto que el ícono del día de hoy es el ícono del descenso de Cristo a los infiernos. El ícono del momento cuando Cristo sale al encuentro. Sale al encuentro a los muertos. Tomando de la mano a nuestro padre Adán y a nuestra madre Eva, los saca de la tumba y los devuelve nuevamente a la vida.

En este día santo especialmente recordamos y nos preocupamos por los que verdaderamente están en un infierno aquí en la tierra. Hoy pensamos y rezamos especialmente por las ciudades y pueblos ucranianos que están bloqueados por los ocupantes. Hoy te pedimos Señor: allí donde no podemos llegarnos nosotros con nuestros cuerpos, para llevar la salvación vivificante a nuestros hermanos y hermanas ucranianos, ve Tú. Desciende al subsuelo de Azovstal en Mariúpol. Salva a esas mujeres y niños que están realmente en un infierno y esperan Tu mano liberadora y vivificante.

Hoy rezamos por el ejército ucraniano que ve con sus propios ojos el fuego mortal de las armas rusas y que con sus propios pechos va cubriendo a Ucrania. Es gracias a ellos, gracias a nuestros defensores, chicas y muchachos, que podemos ver la luz de la mañana. Es gracias a ellos que al menos por un momento, en otras partes de Ucrania, podemos sentir el misterioso silencio del Gran Sábado.

Oh Dios, Tú que te pusiste de propia voluntad en el sepulcro: resucita junto con nosotros. ¡Bendice a Ucrania! ¡Bendice la tierra ucraniana! Tómanos a todos de la mano y conduce a nuestro pueblo y a nuestra Patria hacia Tu Victoria, hacia Tu Resurrección.

La bendición del Señor y su misericordia descienda sobre ustedes por su divina gracia y amor y permanezcan ahora y siempre y por los siglos de los siglos, amén.
¡Alabado sea Jesucristo!

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Redacción Zenit

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