(ZENIT Noticias / Kiev, 03.05.2022).- El arzobispo mayor de los greco católicos profundiza en la bienaventuranza de la persecución por causa de la verdad. Y también nos da más detalles sobre lo que se ha vivido en Ucrania en las últimas horas. A continuación el texto de esta 69 jornada de invasión.
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¡Cristo ha resucitado!
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy es martes 3 de mayo de 2022 y el pueblo ucraniano lleva ya 69 días repeliendo los ataques, los asaltos diarios del agresor ruso.
Nuestro pueblo está sangrando, pero defiende la independencia de su Patria. En el este y en el sur de Ucrania se libran batallas infernales. La intensidad de esas batallas no se puede comparar ni siquiera con otras circunstancias similares. Son cosas que sólo se han visto en la Segunda Guerra Mundial. Ambos lados sufren grandes pérdidas militares. Pero por desgracia, el enemigo no abandona su intento de avanzar, de seguir en su avance contra Ucrania para capturar nuevas tierras.
Pero Ucrania se defiende y lo hace con bastante éxito. Y rogamos a al Señor Dios que con Su fuerza defienda a Ucrania.
Esta noche hubo un nuevo ataque con misiles en la región de Odesa, en la región de Dnipropetrovsk… El terrorismo de misiles continúa. Todos rezamos por la evacuación de los civiles de Mariúpol. Damos gracias a Dios por cada una de las personas salvada, pero creemos que esto es sólo el principio…. Hay decenas de miles de personas más que todavía esperan ser rescatadas en el famoso Azovstal.
Pero Ucrania está en pie. Ucrania está luchando. Y sorprende al mundo. Hoy quiero reflexionar con ustedes sobre otra bienaventuranza del Evangelio. Algo que, en Ucrania, en estos días, experimentamos de manera especial y profunda. Cristo dice: “Bienaventurados los que son perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Es interesante ver que esta bienaventuranza está muy profundamente relacionada con la primera bienaventuranza del Evangelio que nos habla sobre la pobreza de espíritu. Pues tanto en una como en la otra, se habla de que quien vive esta bienaventuranza posee el Reino de los Cielos.
¿De qué verdad se habla en esta bienaventuranza, que dice son bienaventurados los que son perseguidos por la verdad? Obviamente, no se trata de ninguna verdad privada. Sobre alguna convicción personal en relación a tal o cual realidad. Esa Verdad con mayúscula, que nos hace dichosos cuando somos perseguidos por ella, es el propio Señor Jesucristo. Él dice de sí mismo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. Es precisamente en la Resurrección de Cristo que esta Verdad se nos da a nosotros, a cada persona, como la Verdad de nuestra vida en Cristo. Para los cristianos, la Verdad no es algo, sino Alguien. Es la Persona de Dios, el Hijo de Dios, que descansa en todo aquel que cree en Él. Él es para nosotros el criterio, el sentido de nuestra vida.
Cristo dice: “El que me ama, guarda mis mandamientos, será amado por el Padre. Y vendremos a Él y haremos nuestra morada en Él”. Esta bienaventuranza evangélica dice que, según el plan de Dios, el hombre ha sido creado como templo del Espíritu Santo, como un ser portador de Dios. Estamos llamados a llevar en nosotros al único Dios en tres personas. Como en Cristo Jesús descansa toda la plenitud, la plenitud de la Divinidad, cada uno de nosotros está llamado a la realización de esta plenitud. Y bienaventurados somos cuando nos persiguen no por alguna culpa nuestra, no por alguna falta o delitos personales. Sino que somos bienaventurados cuando nos persiguen precisamente porque somos portadores de la Santísima Trinidad. Porque entonces toda persecución más que cualquier otra cosa, sólo revela más lo que llevamos en nuestras entrañas, en nuestro ser.
Por eso pedimos hoy en Ucrania: Oh Dios, oh Padre, oh Espíritu Santo, oh Hijo del Unigénito; reposa en nosotros. Que nosotros, el pueblo que cree en Ti, estamos listos, estamos dispuestos a dar testimonio de Ti. Aún a costa de la persecución que el enemigo prepara para todos nosotros.
Los perseguidos por la Verdad son aquellos que tienen el valor de proclamar esta Verdad. Aquellos que no negarán esta Verdad ni siquiera ante los poderosos de este mundo. Que no la cambiarán por intereses mercantiles propios. No cambiarán la Verdad por obtener simplemente de un pedazo de pan.
Hoy Ucrania muere por la Verdad. Hoy Ucrania proclama esta Verdad, que nos enseñaron nuestros Santos Apóstoles Cirilo y Metodio. Por esa Verdad que recibimos en las aguas bautismales, durante el Bautismo de San Príncipe Volodymyr aquí en Kyiv, en el río Dnipró.
Que esta Verdad nos dé vida. Nadie puede decir que ya ha comprendido y reconocido esta Verdad. Cada uno de nosotros está llamado a esforzarse por llegar a Ella. Es justamente el crecer cada vez más en la Verdad lo que nos hace dichosos. Que esta bienaventuranza, en este mundo de la “post-verdad”, sea la vocación y la tarea de cada persona que cree en Cristo.
La bendición del Señor y su misericordia descienda sobre ustedes por su divina gracia y amor y permanezcan ahora y siempre y por los siglos de los siglos, amén.
¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!