Por: Patrick E. Kelly
(ZENIT Noticias / Washington, 06.05.2022).- Este es un año de esperanza para todos los que apreciamos la dignidad de la vida humana. En los próximos meses, el Tribunal Supremo de Estados Unidos emitirá su decisión en el caso Dobbs v. Jackson Women’s Health Organization, que se centra en la constitucionalidad del aborto. Este caso ofrece la primera esperanza real de revocar el caso Roe v. Wade en más de una generación.
La esperanza es la esencia de este caso y está en el núcleo de la causa de la vida misma. Para los cristianos, la esperanza no es sólo un sentimiento. Es una realidad de nuestra existencia, enraizada en la resurrección de Cristo. La esperanza, o la falta de ella, es también un factor impulsor de la triste realidad del aborto. Muchas mujeres que toman esa trágica decisión lo hacen por desesperación. Por esta razón, la protección de la vida depende de proporcionar esperanza a las mujeres que la necesitan.
Los Caballeros de Colón están desde hace mucho tiempo a la altura de este desafío. Sabemos que cada vida es preciosa, que cada vida importa. Nos centramos tanto en la vida de la madre como en la de su hijo no nacido. Por eso llevamos décadas apoyando a los centros de recursos para embarazadas y dando a las mujeres con embarazos no planificados el amor y la atención que merecen.
Nuestro liderazgo en la causa provida ha marcado una diferencia notable. Sin embargo, si el caso Dobbs anula Roe, nuestra fe en la acción será aún más necesaria.
La decisión correcta en Dobbs no marcará el fin del aborto. Más bien, marcará el principio del fin. En un mundo post-Roe, los ciudadanos de cada estado determinarán la legalidad del aborto a través de su proceso legislativo. Será una nueva era, en la que los esfuerzos locales y los centros de recursos para el embarazo serán el centro de atención.
Si se devuelven las limitaciones del aborto a los estados, aún más madres embarazadas y sus hijos no nacidos buscarán ayuda. Los Caballeros de Colón deben estar ahí para ellas. A menudo se ha dicho que «donde hay una necesidad, hay un Caballero», y debemos trabajar para cubrir las necesidades de cada madre que se enfrenta a un embarazo inesperado o difícil y apoyarla después de que elija la vida.
Estamos providencialmente preparados para tener éxito. En la última década, los Caballeros han colocado casi 1.500 ecógrafos en centros de recursos para el embarazo de todo el país, con máquinas en todos los estados. Este logro histórico nos ha proporcionado relaciones con organizaciones clave que serán fundamentales en un mundo post-Roe. Sobre esta sólida base, podemos construir y lo haremos.
Animo a todos los consejos a que se pongan en contacto con un centro local de recursos para el embarazo o una maternidad para ofrecer su apoyo a la labor de salvar vidas. También animo a los consejos a que apoyen a las mujeres y a los niños a través de los programas locales de las parroquias. Todas las diócesis tienen un ministerio que ayuda a prevenir el aborto o proporciona curación post-aborto. Y hay innumerables apostolados en nuestra Iglesia que proporcionan alimentos, atención sanitaria y educación a niños pequeños y familias.
Imagina un futuro en el que cada mujer tenga la libertad, la atención y los recursos que necesita para elegir la vida; en el que las madres y sus hijos tengan la atención que necesitan para prosperar. Los Caballeros de Colón se encuentran en una situación única para hacer realidad esta visión.
Mientras redoblamos nuestros esfuerzos, también debemos redoblar nuestras oraciones. Ayunemos y ofrezcamos pequeños sacrificios por el bien de los no nacidos y sus madres. Y recemos para que, pase lo que pase en el caso Dobbs, el aborto tenga los días contados.
Ahora es un momento crucial para la vida. Nuestra compasión, comprensión y apoyo generoso son esenciales. También lo es nuestro audaz testimonio, que es necesario para cambiar no sólo las leyes, sino también los corazones y las mentes.
Este es realmente un año esperanzador. Y también es un año en el que nosotros, como Caballeros, difundiremos esa esperanza como nunca antes. Una cultura de la vida no exige nada menos, y nosotros no deseamos nada más.
¡Viva Jesús!
