(ZENIT Noticias / Kiev, 12.05.2022).- A la vez que reflexiona en una obra de misericordia como visitar a los presos, el líder greco-católico de Ucrania manifiesta su preocupación por los presos de guerra con los que se ha hecho el ejército ruso. Muchos de ellos han terminado en fosas comunes.
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¡Cristo ha resucitado!
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy es jueves 12 de mayo de 2022 y el suelo ucraniano lleva 78 días sangrando, rechazando la agresión y el ataque total del ejército ruso a nuestra Patria, a nuestra tierra.
Ucrania se mantiene en pie. Ucrania está luchando. Pero en el este y en el sur de Ucrania, en Donetsk, en Luhansk, en el este de la región de Kharkiv, en Zaporozhzhia, en la región de Khersón, hay combates muy violentos.
Tal vez para nosotros que vivimos en ciudades y pueblos relativamente tranquilos de Ucrania, o que vivimos en países pacíficos en el extranjero, es difícil imaginar lo que significa que decenas de miles de toneladas de bombas, todo tipo de explosivos, misiles, proyectiles caigan constantemente sobre las cabezas de nuestro personal militar y de la población civil que, viviendo en esos territorios, ni siquiera puede salvar su propia vida.
Pero Ucrania está en pie. Ucrania lucha porque cree en Dios. Y siente el sostén, el apoyo de sus hermanos y hermanas. Sentimos que estamos defendiendo nuestra tierra y por eso tenemos el derecho moral de proteger con nuestros pechos a nuestros seres más queridos de este cruel enemigo que destruye todo a su paso.
Hoy me gustaría meditar con ustedes acerca de otra obra de misericordia. Otra de las obras de misericordia acerca de las que Jesucristo nos hizo saber que cuando uno las realiza, le hace bien no sólo a la persona a quien le hace la Caridad, sino que a Él mismo se lo hacemos. Esta obra de misericordia dice “Visitar al prisionero”. Cristo habla de Sí mismo en la descripción del Juicio Final, diciendo a cada uno: “Porque estuve en la cárcel y Me visitasteis”.
Esta obra de misericordia en tiempos de guerra cobra un significado muy importante. Estar en prisión es un drama especial, tanto personal como social. En estos tiempos tratamos de cuidar con la atención pastoral a los que están privados de libertad en Ucrania. Pero especialmente hoy rezamos y pensamos en los que están injustamente en cautiverio ruso. Pensamos en aquellos que han sido tomados como rehenes en el contexto de las hostilidades de la guerra. En aquellos que hoy sufren violencia y abusos incluso en su propia casa. Porque en su casa entró el enemigo.
Hoy hemos rezado especialmente por los prisioneros de guerra. Sobre todo por aquellos acerca de los que no tenemos información, no tenemos noticias. Las fosas comunes son la prueba de las horribles atrocidades que se han cometido contra los prisioneros de guerra. Violencia terrible, todo tipo de torturas… Esto será conocido por el mundo a su debido tiempo y también deberá ser condenado como un crimen contra la humanidad y como una violación de las reglas de la guerra.
Estamos especialmente preocupados por nuestros presos, por aquellos de los que no tenemos información actualizada. Como ejemplo recordamos a los guardias que protegían con su pecho la central nuclear de Chornóbyl durante los primeros días de la guerra, durante los primeros días de la invasión rusa a esa zona. No tenemos información de ellos. Pero junto con sus esposas, sus hijos rezan por la salvación de sus familiares.
Especialmente hoy pensamos en los defensores de Mariúpol… Que también están atrapados en un círculo cerrado. Y hoy pedimos un milagro a Dios, el milagro de que la comunidad internacional intervenga y los salve.
Ayer, sus esposas tuvieron la oportunidad de encontrarse personalmente con el Santo Padre Francisco y de entregar en sus manos todo el dolor de estas familias que rezan y se preocupan por los suyos en Mariúpol.
Hoy quiero dar mi más sincero agradecimiento a todos los que están ayudando a liberar del cautiverio a prisioneros inocentes. A aquellos que salvan a los prisioneros. Hoy quiero agradecer especialmente a nuestros capellanes de las prisiones que se esfuerzan por ayudar con su ministerio a los presos a reencontrar su camino hacia la libertad.
La atención de los presos fue desde los tiempos de la antigüedad, desde los tiempos de la Iglesia primitiva, un ministerio especial para las comunidades cristianas. Que, en este tiempo difícil de guerra en Ucrania, seamos capaces de servir al mismo Cristo que nos dice: “He sido encarcelado, vengan a Mí…”
Oh Dios, bendice a Ucrania. ¡Oh Dios, salva a nuestros prisioneros de guerra! ¡Oh Dios, bendice a nuestro ejército! Oh Dios, concede la paz a Ucrania y al mundo.
La bendición del Señor y su misericordia descienda sobre ustedes por su divina gracia y amor y permanezcan ahora y siempre y por los siglos de los siglos, amén.
¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!