Por: Bernardo Luca
(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 14.05.2022).- En una mañana llena de encuentros especiales, el Papa también tuvo tiempo para recibir a miembros de la Villa de François, un pueblo que acoge a las personas frágiles ya sus acompañantes, como pueden ser personas jubiladas, que han vivido en la calle, que han experimentado la prostitución, que sufren psíquicamente, con discapacidad, solteros, mujeres embarazadas en dificultad, migrantes, familias, monoparentales aislados, etc. Este proyecto está presente en Francia.
“Me complace darles la bienvenida a los habitantes y participantes de la Villa de François”, les dijo el Papa al Inicio. “Cuando Étienne Villemain, el chico terrible que reunió este proyecto con tantas otras personas, me habló por primera vez de él, no pude evitar decirle que desconfiaba de lo que el Espíritu Santo pudiera inspirarle… Y ahora me alegra ver que el proyecto sigue adelante. La Aldea de Francisco es un lugar eclesial que se sale del marco habitual, que propone otra cosa; es la Iglesia como «hospital de campaña», preocupada más por los que sufren que por defender sus propios intereses, asumiendo el riesgo de la novedad para ser más fiel al Evangelio”, añadió el Santo Padre.
A continuación el Papa profundizó en la idea de aldea: “La definición del mundo como una «aldea» se ha convertido en un lugar común: el desarrollo acelerado de los medios de transporte y comunicación y las redes sociales sugieren que todos estamos más cerca unos de otros. Sin embargo, mucha gente se queda al margen de este supuesto pueblo, reservado a una élite privilegiada. Espero que la Aldea de François contribuya a redescubrir lo que es una verdadera aldea: un tejido de relaciones humanas concretas, en el apoyo mutuo, en la atención a los necesitados, en la convivencia entre generaciones y en la preocupación por respetar la Creación que nos rodea”.
También recordó que “La Aldea de François fue imaginada a partir de la convicción de que «todo está relacionado», y esto se experimenta concretamente asociando el medio ambiente y el respeto a la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, la oración y la fraternidad, y también reuniendo a diferentes generaciones. Cuento con su testimonio para mostrar que la vida según el Evangelio se encuentra en la consideración equilibrada de todos estos aspectos. A menudo tendemos a movilizarnos con gran celo por causas muy legítimas, pero perdiendo de vista el panorama general. La experiencia concreta nos muestra, sin embargo, que es la persona humana en su conjunto la que debe ser amada, acompañada e incluida en una red de relaciones enriquecedoras y constructivas”.
Sobre la red de relaciones el Papa señaló que “Tales relaciones, y con esto concluyo, tienen un modelo absoluto, una fuente a partir de la cual pueden desarrollarse. Os habéis instalado en una antigua abadía trapense: veo en ello una llamada a que pongáis en el centro de vuestra experiencia, además de una vida sencilla y laboriosa, el cuidado y el desarrollo de la vida interior, la relación con Jesucristo, que es el único que puede llenar nuestros corazones sedientos. En el Evangelio según San Juan, Él dice: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (14,6). Él mismo experimentó, en persona, lo que se percibe en la Aldea de Francisco: fue frágil, en brazos de su madre y en la cruz; trabajó como artesano; vivió al ritmo de las estaciones y de la naturaleza; creció en un pueblo donde se mezclaban las generaciones; rezó, perdonó y amó al prójimo. Te lo confío como modelo e inspiración en tu proyecto y en tu vida diaria”.
La audiencia termino asegurando su oración “en este viaje desafiante, pero alegre y liberador. Gracias por escuchar y, por favor, no olviden rezar por mí. Gracias”.
Se puede conocer más de esta Villas en su web: https://levillagedefrancois.com/