Cristianismo contemporáneo frente al esoterismo

11 claves para que un católico entienda el esoterismo contadas por el presidente de los exorcistas del mundo

El sacerdote Francesco Bamonte, religioso italiano que lidera la Asociación Internacional de Exorcistas, tiene entre sus publicaciones una obra llamada a ser fundamental: “El cristianismo contemporáneo frente al esoterismo, ocultismo y satanismo”.

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Por: Luis Santamaría del Río

 

(ZENIT Noticias – Porta Luz / Ciudad del Vaticano, 20.05.2022).- No es tan conocido como su antecesor, el padre Gabriele Amorth (1925-2016), célebre exorcista de la diócesis de Roma durante muchos años. Pero el padre Francesco Bamonte (n. 1960), actual exorcista titular de la Iglesia para ese mismo territorio y presidente de la Asociación Internacional de Exorcistas (AIE) es todo un referente entre los sacerdotes que desempeñan este peculiar ministerio.

Ordenado sacerdote en 1990 y con nombramiento de exorcista desde el año 2000, Bamonte pertenece a la congregación de los Siervos del Corazón Inmaculado de María y es autor de varios libros en torno al demonio y el exorcismo. Tiene entre sus publicaciones una obra llamada a ser fundamental: Il cristianesimo contemporaneo a confronto con esoterismo, ocultismo e satanismo (“El cristianismo contemporáneo frente al esoterismo, ocultismo y satanismo”), editada por El Mensajero de San Antonio, en la ciudad de Padua.

A lo largo de sus 22 capítulos y más de 400 páginas, el religioso italiano aborda una gran cantidad de cuestiones sobre esta temática desde una óptica confesional católica y con un gran aparato crítico (citas que muestran su amplio y profundo conocimiento sobre aquello que está evaluando, sin caer en meras opiniones sin fundamento). Y lo primero que hace es definir los términos.

¿Qué es el esoterismo? El autor ofrece un repaso histórico que inicia con lo esencial… “esotérico” -recuerda- significa en griego “interno” o “interior”, y es un término ya utilizado en el siglo IV a.C. para referirse a las clases “de pago” que daba Aristóteles, en contraste con sus enseñanzas públicas. Con el tiempo se fue usando con el sentido de “secreto” o “reservado” a los iniciados (así con los neopitagóricos desde el siglo I a.C.).

Y es con la modernidad cuando, por la influencia que ejercieron algunos autores –principalmente masones– desde el siglo XVIII, adquirió el significado que le damos hoy en día, y que remite a “un Conocimiento o Sabiduría o Tradición primordial que se cree que es antecedente y superior a todas las religiones particulares y a cualquier forma de espiritualidad”, según explica el padre Bamonte.

Las doctrinas de dicho Conocimiento “deben ser transmitidas por un maestro a los iniciados (o adeptos) a lo largo de un recorrido personal”, de manera que el adepto sea capaz de “entrar en sí mismo, redescubriéndose como ‘ser divino’”. Acto seguido, el presidente de la AIE pasa a explicar las que considera “algunas de las características intrínsecas” del pensamiento esotérico, y que sintetizamos a continuación.

  1. Iluminación o metamorfosis del hombre esotérico

Para la persona que se adentra en estos círculos, la iniciación supone un proceso de transformación en clave de mejora personal, el paso “de un plano de conocimiento superficial (exotérico) a uno profundo (esotérico)”. Así se daría un “segundo nacimiento” –lo que los alquimistas llaman “transmutación”– y el adepto renacería como un “hombre nuevo”.

Todo esto se interpreta en clave de autoperfeccionamiento. De ahí que, en opinión de este sacerdote, “esto demuestra claramente que el esoterismo cultivado y practicado no es, de hecho, una forma de espiritualidad puramente especulativa, porque comporta una transformación del hombre, debida a una influencia espiritual sobre su ser con un cambio consiguiente de mentalidad y de praxis de vida, considerada superior respecto a los no iniciados”.

  1. La alquimia

A pesar de su apariencia mítica e incluso anticuada, este concepto que remite a la búsqueda de la “piedra filosofal” (que podría transformar en oro todos los metales y concedería la inmortalidad) se utiliza en sentido metafórico para simbolizar “el camino iniciático esotérico que lleva al adepto al paso del estado basto al perfecto, purificado”. La persona adquiere una superioridad tal que “no sólo conoce y penetra las leyes de la naturaleza, sino que llega a ser capaz de manipularlas” mediante ritos de magia.

  1. La transmisión de secretos

La transmisión de secretos es algo que no puede faltar, ya que “las enseñanzas esotéricas necesitan ser transmitidas de un maestro a un alumno, es decir, del iluminado al iniciado”, en una cadena temporal y en una comunidad que garantiza esa sucesión. “Ésta es la génesis del nacimiento de las sociedades secretas” en la época moderna, según recuerda el padre Bamonte.

A pesar de que sus doctrinas y ritos estén sobradamente divulgados en la actualidad y al alcance de los profanos, en la mentalidad esotérica “es imposible autoiniciarse. Siempre es necesaria una iniciación por parte de sujetos externos que ya han experimentado y cumplido el paso”.

  1. La teoría de las “correspondencias” existentes en la naturaleza visible e invisible 

Es esta una idea que se basa en un célebre adagio del esoterismo antiguo, atribuido al personaje legendario Hermes Trismegisto: “como es arriba, es abajo”. El sacerdote italiano explica que “según este principio, la naturaleza, el universo material y espiritual, y el hombre, son un único ser viviente compenetrado de una misma energía”.

Esto trae consigo una visión del mundo de carácter monista: todo lo que existe es una sola cosa, no hay diversidad de seres, y así “el universo estaría conectado con concordancias, sincronías y vínculos de interdependencia que pondrían en relación con el mundo natural y con ‘mundos superiores’ genéricos”. Como señala el padre Bamonte, esta convicción está en la base de las más conocidas formas de magia y ocultismo, como la astrología, numerología, tarot y demás técnicas adivinatorias. Y cuando se pasa del conocimiento oculto al intento de manipular la realidad, usando poderes sobrenaturales, nos encontramos ante las prácticas mágicas y rituales ocultistas.

  1. La ley de la contigüidad 

La ley de la contigüidad es una de las expresiones principales de esto que acabamos de ver en el punto anterior. “Según esta ley, la parte se identifica con el todo, la parte vale por lo entero, de modo que aquello que se le hace a una parte influirá en todo el individuo”, comenta el presidente de los exorcistas.

En esto se basan las técnicas mágicas y los ritos que utilizan elementos corporales (como el pelo, la sangre o la saliva) para obtener un efecto –ya sea bueno o malo– en la persona de la que proceden. Es decir, lo que vulgarmente se conoce como magia blanca o negra (que no deja de ser magia, algo rechazable). También sucedería lo mismo con los objetos que han estado en contacto con un sujeto, y que conservarían un vínculo directo con el mismo, pudiendo afectarle a él lo que se realice o invoque sobre dicho objeto.

  1. La ley de la similitud 

En este caso se cree que las cosas pueden ejercer una influencia por su semejanza con otras. Se trata de una continuidad de tipo simbólico, y que se suele designar con el nombre de “magia imitativa”. Aquí no hay, por ejemplo, uso de partes del cuerpo de una persona, sino que vale una representación (una foto o un muñeco, por ejemplo).

Todo esto le sirve a Francesco Bamonte para insistir en que “la magia está indisolublemente ligada al esoterismo, y el esoterismo a la magia”. Un caso que lo ejemplifica bien es el de los rituales según los cuales clavar agujas en un muñeco afectaría directamente a una persona concreta: “atravesar los ojos del muñeco que la representa debería dejarla ciega; traspasar el corazón del muñeco debería hacerla morir”. Y lo mismo en otras situaciones de prácticas mágicas: “verter agua en la tierra debería causar la lluvia, desatar nudos debería facilitar el parto, etc.”.

  1. Existencia de seres intermedios entre la esfera visible y la invisible 

Estos seres no serían entidades personales –como sucede en el cristianismo con los ángeles y demonios–, sino “diferentes manifestaciones de la única energía divina”, en palabras del padre Bamonte. Para un iniciado en el esoterismo es posible la comunicación con esos seres, de forma que la persona se convierte en un “médium” o en un “canal”.

En este contexto, el presidente de la AIE explica lo que en el ocultismo se denomina “teúrgia”, y que consiste en la invocación de esos seres divinos. Popularizada hoy en día por la New Age como “channeling” o canalización, que “es una nueva forma de espiritismo” y puede suponer el contacto ya sea con difuntos, espíritus de la naturaleza, extraterrestres, ángeles, maestros ascendidos… y hasta con la Virgen María, Cristo o Dios, entendidos como entidades cósmicas “que guiarían a la humanidad hacia un destino mejor”.

  1. La negación de la divinidad de Jesucristo

Este es un principio fundamental en todo tipo de pensamiento esotérico. El autor lo tiene claro: “el esoterismo niega que Jesús sea Dios hecho hombre. Por el contrario, el cristiano cree que Dios se ha hecho hombre y que en Cristo se ha revelado personalmente a la humanidad”.

Las palabras de la fe cristiana sobre el Señor no se reducen al simbolismo, sino que expresan una realidad bien concreta, y traen consigo consecuencias personales: “en el momento histórico de la propia vida terrena, todo hombre de todo lugar y de toda época puede encontrarse con el corazón infinitamente amoroso de Jesús resucitado y, si quiere, puede entrar en comunión de vida con él y, por medio de él, con el Padre y el Espíritu Santo”.

  1. Diferencia de significado de fe, esperanza y caridad en el cristianismo y en el esoterismo 

En efecto, este último “entiende por fe la fe en el hombre; con el término esperanza entiende la esperanza en un mundo mejor, es decir, un mundo marcado en todos los ámbitos de la vida individual y social por los principios del esoterismo; con el término caridad entiende la solidaridad entre los que pertenecen a la propia asociación esotérica y aquellos a los que ésta decide beneficiar”.

  1. Las concordancias de las religiones 

“Es propia del esoterismo la convicción de la existencia de una única religión universal, definida también como ‘natural’, que sería anterior a todas las religiones particulares. Sería más antigua que todas las religiones, constituyendo el presunto núcleo común a todas las fragmentaciones de las diversas religiones”.

Tras esta convicción relativista estaría ese conocimiento supuestamente “superior” que poseerían los iniciados en el esoterismo, por encima de cualquier tradición religiosa concreta –ya que éstas serían, en el fondo, “causa de guerras y divisiones entre los pueblos”–. Por eso, tal como sintetiza el religioso italiano, “proponen el esoterismo como religión o espiritualidad única de paz y armonía que debe suplantar a todas las religiones”.

  1. Rechazo de los dogmas 

Rechazan los dogmas que son un patrimonio de la fe de la Iglesia, pues expresan verdades fundamentales basadas en la Biblia y en la Tradición. Obviamente, esto es inaceptable para la mentalidad esotérica, en la que “el contacto y la unión con lo divino se consideran no en un sentido personal –esto es, con un Dios personal, como en el cristianismo–, sino en un sentido impersonal y prescindiendo de cualquier religión”.

Así, el esoterismo, si en algún momento alude a elementos de la doctrina cristiana o a pasajes de la Sagrada Escritura, lo hace con una interpretación simbólica que los deforma, “alterando completamente el verdadero significado de las palabras que Dios ha dirigido a la humanidad en los libros sagrados”. Además, los grupos esotéricos “consideran los dogmas de la fe católica como una invención arbitraria”. Sin embargo, ellos mismos sostienen sus propios dogmas, como los que el padre Bamonte muestra con todo detalle y que hemos recogido en este artículo.

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Redacción Zenit

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