Por: Bernardo di Luca
(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 22.05.2022).- El sábado 21 de mayo el Papa recibió en audiencia en la Sala Clementina del Vaticano a participantes en un congreso organizado por la policía italiana sobre la tutela de la biodiversidad. El Papa ha podido traer a este presente ideas ya expuestas en su encíclica Laudato Sii y ha relacionado esas ideas con otras sobre la educación integral en las cuales ha insistido en los últimos discursos. Ofrecemos el texto del mensaje traducidos al castellano.
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Les doy la bienvenida a los participantes en la Conferencia Internacional «Nature in Mind. Una nueva cultura de la naturaleza para la protección de la biodiversidad», organizada por el mando competente del Cuerpo de Carabineros. Agradezco al Comandante General sus amables palabras y expreso mi gratitud por esta iniciativa, que demuestra la voluntad de trabajar juntos para proteger nuestra casa común. Su compromiso contribuye a reforzar el diálogo urgente y responsable sobre el futuro del planeta, «porque el desafío medioambiental que estamos viviendo, y sus raíces humanas, nos afectan y tocan a todos» (Enc. Laudato si’, 14).
El título de la conferencia «La naturaleza en la mente» nos recuerda el itinerario de San Buenaventura de Bagnoregio, que en varias ocasiones nos invita a descubrir lo trascendente también a través de la contemplación de la belleza de la naturaleza. Es un viaje formativo para la mente y el alma. Cuando contemplamos con asombro el cielo y las estrellas o las aguas cristalinas de un arroyo, por analogía contemplamos al autor de la belleza (cf. Sb 13,3). Se ha dado como regalo al género humano, que está llamado a cultivarlo y conservarlo (cf. Gn 2,15). En la Sagrada Escritura, lo bello y lo bueno son inseparables.
Al igual que Dios ha puesto su creación a disposición de los hombres, éstos encuentran su plena realización superando el egoísmo y disfrutando de una «belleza compartida». Este vínculo dinámico entre el Creador, el ser humano y las demás criaturas es una alianza que no puede romperse sin un daño irreparable. No debemos engañarnos «pensando que podemos sustituir una belleza irrepetible e irrecuperable por otra creada por nosotros» (Laudato si’, 34). El mito de Prometeo, adecuado quizás para otras épocas, ya no lo es para la nuestra. No necesitamos un heroísmo titánico, sino una hermandad mansa y paciente entre nosotros y con la creación. La vida y la historia demuestran, de hecho, que no podemos ser nosotros mismos sin los demás y sin los otros. En un mundo en el que «todo está íntimamente relacionado» (ibíd., 137), es necesario identificar nuevos paradigmas pedagógicos que se promuevan en los procesos educativos, orientados al diálogo de saberes y que contribuyan al crecimiento de una cultura del cuidado. Y la cultura del cuidado es una cultura de la armonía, es preservar la armonía, y no una cultura de los detalles que rompe la armonía.
Esta cultura está estrechamente vinculada a una educación inclusiva que se apoya en los pilares de la ecología integral. Frente a la riqueza y complejidad del mundo natural, todo proyecto educativo ofrece una perspectiva de comprensión destinada a destacar las interrelaciones entre el hombre y el medio ambiente. Para promover un desarrollo verdaderamente sostenible, es necesario abrirse de forma creativa a nuevos itinerarios compartidos, más integrados y directamente conectados con las personas y sus contextos. De este modo, todos se sienten implicados en la contribución al pacto educativo, que tiende a formar personas maduras, capaces de superar fragmentaciones y oposiciones. Cualquier medida será ineficaz si no está asistida y apoyada por un proceso educativo que favorezca el cuidado y la protección de nuestra casa común.
A través de nuestros talentos, todos estamos llamados a construir la «aldea global del cuidado», a formar una red de relaciones humanas que rechace toda forma de discriminación, violencia y prevaricación. En esta «aldea» nuestra, la educación se convierte en portadora de fraternidad y generadora de paz entre los pueblos, así como de diálogo entre las religiones.
Queridos Carabinieri, queridos amigos, os renuevo mi agradecimiento por vuestro compromiso diario y os exhorto a continuarlo con valor. Os bendigo a todos y a vuestras familias. Les deseo a todos un buen trabajo; y les pido por favor que recen por mí. Gracias.
Traducción del original realizado por el director editorial de ZENIT.