(ZENIT Noticias – Ayuda a la Iglesia Necesitada / Roma, 29.11.2022).- Ya comenzó el Mundial de Fútbol 2022 que tiene lugar en Catar, del 20 de noviembre al 18 de diciembre. Son muchas las informaciones en los últimos días sobre temas fuera de lo deportivo. Resaltan las críticas sobre la falta de derechos humanos en este país del Golfo Pérsico, regido por una monarquía absoluta.
El anfitrión de la Copa Mundial de la FIFA o del Mundial Catar 2022, enfrenta también el reto del diálogo interreligioso y el progresivo reconocimiento del derecho humano a la libertad religiosa. Catar es de mayoría musulmana suní, pero entre sus habitantes hay miembros de muchas minorías religiosas, que no pueden vivir plenamente su religión en libertad. Los seguidores de Jesús suponen la minoría más importante, pero, ¿quiénes son los cristianos de Catar? ¿Y cómo es vivir la fe cristiana allí?
Según el informe Libertad Religiosa en el Mundo, editado por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), los cristianos que viven en Catar son el 13,1% de la población catarí. La mayoría de ellos son inmigrantes trabajadores, procedentes de India, Pakistán, Bangladesh o Filipinas.
De entre los cristianos, un total de 400.000 personas, los católicos con el grupo más numeroso, con miembros procedentes de diferentes Iglesias locales con sus idiomas y ritos propios, como las Iglesias de procedencia india Siro-malabar y Siro-malankar. Según el Vicariato Apostólico de Arabia del Norte, la autoridad católica en la región, en Catar hay unos 300.000 católicos. La vida de fe de estas personas ha ido cambiando en los últimos años.
Hasta mediados de los años 90, los católicos practicaban su fe organizados en pequeñas comunidades con celebraciones en «capillas» improvisadas en casas y más tarde en un colegio. En 1995, las autoridades modificaron las normas sobre la libertad de culto y permitieron solo a cristianos y judíos erigir lugares de celebración y oración. Los demás credos a día de hoy no pueden registrarse ni establecer lugares de culto. Esta libertad de culto restringida no consiste en plena libertad religiosa. Los ciudadanos cataríes sólo pueden ser musulmanes y no se contempla el cambio de religión diferente del Islam. Pero todo esto no ha frenado la labor pastoral de la Iglesia con los inmigrantes católicos y su apoyo social, especialmente hacia los más necesitados.
Como destaca el actual administrador apostólico del Vicariato de Arabia del Norte, Mons. Paul Hinder, en una entrevista a Vida Nueva: «El mensaje de la iglesia a cada emigrante a lo largo de los años ha seguido siendo el mismo: “La Iglesia te da la bienvenida en el nombre de Cristo Jesús para rendir culto y tener una comunión significativa con la comunidad de fieles, a la vez que te ofrece un lugar de seguridad y comodidad lejos de casa”, comenta este franciscano capuchino: «La Iglesia intenta apoyar de todas las maneras posibles el plan gubernamental más amplio para el bienestar de los migrantes y sus derechos humanos básicos».
Las ocho confesiones cristianas registradas (además de los católicos, están presentes ortodoxos, anglicanos y evangélicos) tienen permitido celebrar el culto colectivamente en una zona proporcionada por el Gobierno a las afueras de Doha, en un terreno donado por el propio monarca o emir. En este lugar se erige desde el año 2008 la primera iglesia católica de Qatar, “Nuestra Señora del Rosario”, con capacidad para más de 2.000 personas.