(ZENIT Noticias / Washington, 11.02.2023).- 222 presos políticos abandonaban Nicaragua el jueves 9 de febrero tras una negociación entre el gobierno de la dictadura sandinista y el de los Estados Unidos. Entre esos presos no estaba el obispo Rolando Álvarez quien se rehusó a abandonar el país.
Ciertamente el obispo de Matagalpa, Nicaragua, no era el único no expatriado. 39 presos más no abandonaron el país de la dictadura del matrimonio que ejerce de presidente y vicepresidenta de la nación. Entre ellos también estaba el padre Leonardo Urbina o el padre Óscar Danilo Benavides. Este último fue sentenciado en los días previos a 10 años de cárcel por conspiración, propagación de noticias falsas y actos que van contra integridad nacional. Por conspiración contra el país también habían sido sentenciado los padres Ramiro Tijerino, rector de la Universidad Juan Pablo II, José Luis Díaz y Sadiel Eugarrios, primer y segundo vicario de la catedral de Matagalpa, y el padre Raúl Vega. Dos seminaristas y un camarógrafo son compañeros de sentencia.
Pero con el obispo Álvarez el gobierno sandinista se ha ensañado: además de retirarle la nacionalidad nicaragüense, le condenan a 26 años de cárcel tras su negativa a salir del país. La sentencia fue dada el viernes 10 de febrero por la tarde, hora local. La dictadura del país le acusa de organizar grupos violentos a través de medios de comunicación para desestabilizar el país.
El jueves 9 de febrero, tras conocer que no se iría del país, el dictador nicaragüense Ortega dijo en tv nacional: «El que no se quiso montar en el avión fue el personaje Álvarez. Estaba haciendo la fila y al llegar a las escaleras empieza a decir que él no se va, que primero tendría que hablar con los obispos. Una cosa absurda, la decisión era del Estado, él no lo podía cuestionar».