(ZENIT Noticias / Victoria, 11.01.2024).- El gobierno del estado australiano de Victoria prohibió por ley Prácticas de Cambio o Supresión (Conversión) en 2021. Señaló como iguales las prácticas destinadas a cambiar o suprimir la identidad de género u orientación sexual de una persona y «llevar a cabo una práctica religiosa, incluida, entre otras, una práctica basada en la oración, una práctica de liberación o un exorcismo».
Ryler O’Neil escribió un estudio sobre el trasfondo de esta ley en The Dayli Signal al inicio de este año, donde refiere la intromisión del gobierno en el espacio sagrado de las propias oraciones internas. Y lo más llamativo es que fundamenta la prohibición en la protección de las personas: defiende a quienes forman parte del grupo LGTBIQ, atacando a quienes piensan diferente.
La Comisión de Igualdad de Oportunidades y Derechos Humanos de Victoria establece las «prácticas de oración relacionadas con la prohibición”, «con o sin una persona LGBT», como ilegales. Así, el gobierno establece lo que se puede o no se puede orar en el propio interior.
Según la comisión, «las oraciones dirigidas a una persona para que cambie o suprima su orientación sexual o identidad de género causan daño y están prohibidas», pues las oraciones que incluyen peticiones a Dios y «pedir sanidad, pedir que una persona cambie, pedir a una persona que no actúe de acuerdo con sus atracciones, hablar sobre el quebrantamiento de una persona o la necesidad de arrepentirse o pedir celibato a largo plazo», son formas en que los residentes de Victoria causan daño a otros.
Si los llamados al arrepentimiento violan la ley, entonces el cristianismo mismo se ha vuelto ilegal en el estado de Victoria, donde viven 7 millones de personas. Curiosamente, la ley no prohíbe todos los llamados al arrepentimiento, sino solo aquellos dirigidos a personas que se identifican como LGBTIQ, pues «las actividades religiosas cotidianas solo se considerarán ilegales cuando cumplan con la definición de la ley de una práctica de cambio o supresión».
La comisión insiste en que las sanciones penales solo se aplican a situaciones en las que «se pueda probar el daño resultante de la práctica y donde haya pruebas de negligencia criminal (…). Esta ley no trata de impedir que las personas practiquen o disfruten de su fe, se trata de prevenir el daño, y estas prácticas son dañinas”. Es decir, que la comisión prohíbe a un pastor o a un sacerdote alentar a alguien que desea permanecer célibe en su lucha contra la atracción hacia personas del mismo sexo.
Llama la atención que Planned Parenthood, organización defensora de la homosexualidad, señala estudios recientes donde 11% de las personas adultas en Estados Unidos reconocen sentir algo de atracción hacia personas del mismo sexo y 8.2% han tenido comportamientos sexuales con gente del mismo sexo, pero solo el 3.5% se identifica como lesbiana, gay o bisexual. Y afirma que “esto muestra que lo que las personas sienten o hacen, no siempre es lo mismo que cómo se identifican”, cuando más bien indica que los individuos podemos tener acciones sexuales desatinadas, que pueden ser comprensibles, pero no por ello son admisibles.
Ryler O’Neil recuerda que muchos médicos han advertido que la identidad de género es diferente del sexo biológico de la persona. El Dr. Stephen B. Levine, psiquiatra y de los primeros defensores de las intervenciones médicas transgénero, se declaró contrario a las intervenciones transgénero en niños: «No hay consenso o un ‘estándar de atención’ acordado con respecto a los enfoques terapéuticos para la disforia de género infantil o adolescente» (identificarse con un género diferente al sexo biológico de una persona). Por el contrario, esta ley australiana pone la terapia en una dirección: fomentar la «identidad de género» de cualquiera, pues insiste en que, “si alguien quiere cambiar o suprimir su orientación sexual o identidad de género, tales esfuerzos solicitados seguirían violando la ley”.
Richard Fitzgibbons explica en Catholic.net (portal hermano de ZENIT) sobre el “éxito de la psicoterapia en el tratamiento de la homosexualidad: en 1962, Bieber informó que hubo una tasa de curación del 27% basada en el psicoanálisis. Una encuesta reciente de 285 psicoanalistas que trataron a 1.215 pacientes homosexuales arrojó que el 23% cambió hacia la heterosexualidad (…). Yo he tenido la experiencia de que, cuando el perdón y la espiritualidad cristiana son partes esenciales del tratamiento, la tasa de curación de la homosexualidad es cerca del 100%.
«No hay evidencia científica de que la orientación sexual o la identidad de género puedan ser cambiadas o suprimidas», afirma la comisión con total seguridad sobre un dato que varios científicos han desmentido. «Cualquier actividad para alentar a esta persona a cambiar o suprimir su orientación sexual o identidad de género causará daño y es probable que sea una práctica de cambio o supresión», siendo ilegal. Es bueno preguntarse quién está detrás de esta posición poco fundamentada.
Contrariamente a la declaración de la comisión sobre la falta de evidencia de que la identidad de género se pueda cambiar, muchas personas que antes se identificaron como transgénero han llegado a rechazar esa identidad y a advertir contra la ideología de género. Detractores como Chloe Cole y Walt Heyer se sometieron a tratamientos médicos para reafirmar su identidad de género, aunque más tarde declararon que siempre fue falsa. Heyer dijo que la terapia de conversación le facilitó ver los problemas psicológicos subyacentes que hubo en su transición.
La ley del Estado de Victoria en Australia que condena las formas de oración parece inaceptable, pero 27 estados estadounidenses, junto a Washington, D.C., tienen leyes que prohíben la «terapia de conversión» para menores. Estas leyes también permiten la terapia solo en la dirección de mantener la identidad LGBTIQ, incluso si el paciente determina que quiere superar sentimientos no deseados de atracción hacia personas del mismo sexo.