(ZENIT Noticias / Nigeria, 19.01.2024).- Masara Kim, un periodista nigeriano cuyo primo fue asesinado el 24 de diciembre de 2023, informó en una entrevista con Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) de que cientos de merodeadores asaltaron más de 30 pueblos -al menos 20 a la vez- en la Nochebuena de 2023, disparando a la gente e incendiando casas.
Según el padre Andrew Dewan, director de comunicaciones de la diócesis de Pankshin, donde se produjeron la mayoría de los ataques, miles de personas fueron desplazadas y muchas se alojan ahora en edificios religiosos. «Hay 16 campamentos para desplazados en la ciudad de Bokkos, la mayoría de ellos dentro de los locales de la Iglesia. En situaciones como ésta, la gente suele acudir a las iglesias, en lugar de a las comisarías, porque no confía en las instituciones gubernamentales», explica el padre Dewan, que añade que en las últimas 24 horas se han producido otros asesinatos en la zona y que la gente no se siente segura porque «las fuerzas de seguridad que patrullan de vez en cuando son las mismas que no dispararon ni una sola bala durante los ataques. Hemos oído hablar de algunas detenciones, pero no de juicios, para frustración de los supervivientes y las familias de las víctimas. Estamos acostumbrados a esta farsa: los agresores -continúa el sacerdote- a menudo son detenidos y luego puestos en libertad. Los políticos pronuncian discursos que no contienen ni una pizca de verdad. Prometen y se comprometen a rehabilitar y reintegrar en sus hogares a todos los desplazados, pero a menudo no es así».
Según el director de comunicaciones de la diócesis, algunos agricultores regresaron a sus campos tras los ataques y «vieron cómo los pastores fulani destruían sus cosechas y otros alimentos». El padre Dewan y otras fuentes locales dijeron a ACS que los extremistas musulmanes quemaron muchas granjas y almacenes de alimentos, provocando una grave escasez de alimentos. Estos ataques han agravado la situación de hambre y hambruna existente. Durante la última temporada agrícola, muchos agricultores no pudieron ir a sus granjas debido a los ataques anteriores. Los que consiguieron cultivar y recoger sus cosechas se encontraron con que todo había quedado reducido a cenizas en este último episodio de ataques’.
El padre Dewan añade que los terroristas atacaron específicamente a comunidades cristianas, por lo que considera «ridícula» la narrativa que presenta la masacre simplemente como un conflicto por la tierra entre pastores y agricultores, sin ningún componente religioso por tanto. «Decir que lo que ocurrió fue un enfrentamiento entre agricultores y pastores es sugerir que sólo fueron atacados los agricultores que trabajaban en sus granjas. La gente estaba en casa, era de noche. Era domingo: los domingos no se trabaja en las granjas. El 99% de las personas asesinadas estaban en casa. A algunos los mataron mientras dormían».
Fuentes locales afirman que muchas de las víctimas eran mujeres y niños. Jalang Mandong, un superviviente que perdió a 10 familiares en la masacre, afirma que los ataques tenían como objetivo «atacar a los cristianos» y «perturbar la celebración de la Navidad», al tiempo que intentaban «apoderarse de las tierras de estas comunidades». Mandong añade que, al principio, él y otros aldeanos intentaron defender a sus familias, pero los militantes les superaban en número y no tenían armas con las que defenderse de los hombres armados.
Según el padre Dewan, existen similitudes entre la situación actual de Nigeria y la experiencia de la primera generación de cristianos. «Establecemos paralelismos con los relatos de la Iglesia primitiva en los Hechos de los Apóstoles sobre cómo se perseguía a los cristianos. Nuestra tarea es seguir predicando y difundiendo esperanza, creyendo que un día las cosas irán mejor», concluye.