(ZENIT Noticias / París, 24.03.2024).- El presidente francés, Emmanuel Macron, ha anunciado en una entrevista publicada en los periódicos «LaCroix» y «Libération» el pasado 10 de marzo un proyecto de ley sobre eutanasia que se debatirá en primera lectura en mayo, marcando un hito en la legislación del país. La propuesta contempla la posibilidad de recurrir a la eutanasia activa, bajo estrictas condiciones, para aquellos que padecen enfermedades mortales incurables y son mayores de edad.
Según Macron, el término «eutanasia» ha sido elegido como una opción simple, humana y bien definida. Este proyecto no equipara la eutanasia con la «terminación de una vida humana con o sin consentimiento», ni otorga un nuevo derecho incondicional a disponer de la propia vida. En cambio, busca conciliar la autonomía del individuo con la solidaridad nacional, definiéndola como una «ley de hermandad».
El presidente explicó que la ley permitirá que la administración de la sustancia letal sea realizada por la propia persona, un voluntario designado por ella, o un profesional médico en caso de que la persona no pueda hacerlo físicamente. Actualmente, la legislación francesa solo permite la sedación poco antes de la muerte esperada, con pocas excepciones para la interrupción del tratamiento.
El proyecto también aborda la cuestión de los cuidados paliativos, con una estrategia que incluye una inversión estatal adicional de mil millones de euros para garantizar la creación de clínicas, la formación y el apoyo de especialistas. Esta iniciativa pretende garantizar un acceso equitativo a los cuidados paliativos y aliviar el sufrimiento de los pacientes en sus últimos días de vida.
En cuanto al posicionamiento de las religiones, Macron afirmó haber consultado a representantes religiosos y filosóficos, así como a asociaciones y profesionales de la salud. Reconoció el miedo legítimo de asignar un valor a la vida y aseguró que el proyecto busca aclarar ambigüedades, dejando a las religiones el espacio para expresar sus opiniones al respecto.
La reacción de la Conferencia Episcopal francesa no se hizo esperar, criticando duramente la denominación de «ley de fraternidad» para un texto que consideran abre la puerta al suicidio asistido y la eutanasia. El debate sobre este tema continúa, mientras Francia se prepara para enfrentar uno de los desafíos éticos y legales más complejos de su historia reciente.
Obispos franceses se posicionan
Los Obispos de Francia, reunidos en Lourdes, lugar de oración y de solidaridad con los más vulnerables, expresaron el 19 de marzo su honda preocupación y sus profundas reservas ante el anunciado proyecto de ley sobre el final de la vida. “No nos cansamos de proclamar que toda vida humana merece ser respetada incondicionalmente y acompañada de una auténtica fraternidad. Junto con muchos de nuestros conciudadanos, cristianos y no cristianos, creyentes y no creyentes, y con un gran número de cuidadores, cuyo compromiso, competencia y generosidad deseamos saludar, reafirmamos nuestra adhesión a la vía francesa de rechazo de la muerte inducida y de prioridad a los cuidados paliativos”, dicen.
A continuación la nota completa emitida al final de su Asamblea Plenaria de marzo:
“Es un imperativo de humanidad y fraternidad aliviar el sufrimiento y ofrecer a todos el mejor apoyo posible al final de la vida, en lugar de interrumpirla con un gesto letal. Nuestro ideal democrático, tan frágil y tan necesario, se basa en la prohibición fundamental de causar la muerte.
Queremos expresar nuestra gran cercanía a quienes sufren y saludamos el compromiso de quienes les cuidan. Queremos escucharles y estar a su lado, apoyando la lealtad de sus cuidadores y seres queridos. Estamos impresionados por los progresos realizados en cuidados paliativos. El Consejo Nacional Consultivo de Ética francés ha hecho de la generalización de los cuidados paliativos un requisito ético previo a cualquier cambio legislativo. Estamos convencidos de que los cuidados paliativos pueden y deben seguir desarrollándose, tanto cuantitativamente en nuestro país como cualitativamente, continuando la mejora de la respuesta al dolor que aún no responde. Saludamos la investigación que, de forma solidaria, sigue buscando las mejores formas de tratar el dolor. Todo ello tiene un coste que una sociedad democrática como la nuestra se honraría en asumir.
La petición de suicidio asistido o de eutanasia es a menudo la expresión de un sentimiento de soledad.
Exhortamos a todos los católicos a implicarse más con las personas discapacitadas, ancianas o al final de su vida: la petición de suicidio asistido o de eutanasia es a menudo la expresión de un sentimiento de soledad y de abandono al que no podemos ni debemos resignarnos. Cuanta más solidaridad haya con los más vulnerables, más avanzará nuestro país por un camino renovado de fraternidad, justicia, esperanza y paz.
Nuestra época, a menudo habitada por el miedo a la muerte y el deseo de prolongar la vida indefinidamente, también considera que las vidas frágiles carecen de sentido. Queremos afirmar que toda vida, por frágil que sea, merece ser honrada hasta su fin natural.
En medio de tanta violencia contemporánea, en nuestro país y en todo el mundo, hacemos un llamamiento a todos los cristianos y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad para que sean auténticos servidores de la vida de sus hermanos y hermanas. El mensaje de la Pascua, que cada uno puede acoger a su manera, es el triunfo del amor y de la vida sobre el sufrimiento y el sentimiento de abandono. Que la esperanza de esta luz pascual ilumine y anime a todos nuestros conciudadanos y a todos sus representantes en el umbral de un debate decisivo para el presente y el futuro de nuestra humanidad común.
Los Obispos de Francia, reunidos en Lourdes para su Asamblea Plenaria del 19 de marzo de 2024
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