(ZENIT Noticias / Lincoln, Nebraska, 29.10.2024).- En un intento por salvaguardar tanto la privacidad como la santidad de la confesión, la diócesis de Lincoln, Nebraska, se ha unido a un número cada vez mayor de diócesis católicas de los EE. UU. que prohíben el uso de teléfonos inteligentes en los confesionarios. El obispo James Conley aprobó recientemente la nueva política, que aborda las preocupaciones sobre los riesgos de la privacidad digital y la necesidad de minimizar las distracciones durante el sacramento de la reconciliación.
La Iglesia Católica considera que el «secreto de confesión» es inviolable, uno de sus principios más sagrados. Desde los primeros días de la Iglesia, la confesión ha sido un espacio donde los penitentes pueden expresar sus pecados libremente, con la seguridad de una confidencialidad completa. Romper este secreto conlleva graves consecuencias: cualquier sacerdote que lo viole se enfrenta a la excomunión automática. Del mismo modo, cualquiera que escuche o grabe accidentalmente una confesión también debe mantener un silencio absoluto.
La tecnología moderna ha suscitado nuevas preocupaciones sobre la protección de este espacio confidencial. El auge de los teléfonos inteligentes y los asistentes activados por voz como Siri y Alexa ha introducido la posibilidad, aunque remota, de que los dispositivos graben o transmitan inadvertidamente partes de una confesión. El Dr. David Choffnes, director del Instituto de Ciberseguridad y Privacidad de la Universidad Northeastern, señala que si bien estos asistentes suelen requerir una palabra clave específica para activarse, pueden producirse «falsos disparadores» ocasionales, aunque raramente, en respuesta a sonidos que se asemejen a la palabra de activación.
El padre Caleb La Rue, canciller de la diócesis de Lincoln, enfatizó que la prohibición de los teléfonos inteligentes no se trata únicamente de privacidad; también tiene como objetivo honrar la atmósfera sagrada del confesionario. «Así como un teléfono inteligente estaría fuera de lugar en el altar durante la misa, no pertenece al confesionario», explicó La Rue. Si bien algunos podrían usar sus teléfonos para guías de oración o notas, argumentó que ese uso podría distraer de la reflexión solemne que requiere el sacramento.
Al eliminar los teléfonos inteligentes de los confesionarios, la Iglesia pretende fomentar un entorno libre de distracciones donde los penitentes puedan experimentar plenamente la profundidad espiritual del sacramento. Esta política subraya el compromiso de la Iglesia de crear un entorno reverente que permita a los fieles participar del sacramento en una atmósfera de paz y confianza, sin la interferencia de la tecnología.
Para la Iglesia, la confesión no es simplemente un acto privado, sino una parte vital de la vida espiritual, donde los creyentes se conectan profundamente con la misericordia divina. A medida que la tecnología continúa evolucionando, la Iglesia considera esencial mantener la reverencia y la confianza que han rodeado durante mucho tiempo a este antiguo sacramento, preservándolo como un espacio protegido para una profunda renovación personal y espiritual.
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