(ZENIT Noticias / Beirut, 09.01.2025).- Tras más de dos años de parálisis política, el Líbano tiene un nuevo presidente: el general Joseph Aoun, un católico maronita de 60 años y excomandante de las Fuerzas Armadas libanesas, fue elegido el 9 de enero con 99 votos en el parlamento de 128 escaños. Su elección pone fin a un vacío de liderazgo que comenzó el 30 de octubre de 2022, cuando expiró el mandato del expresidente Michel Aoun. A pesar de compartir apellido, los dos no están relacionados.
Una presidencia en medio de la división
La elección de Joseph Aoun se produjo después de meses de intensas disputas políticas. Las rondas iniciales de votación no habían logrado producir un consenso debido a las profundas divisiones entre Hezbolá y las facciones opuestas. El avance se produjo cuando Hezbolá y su aliado, el Movimiento Amal, trasladaron su apoyo de Suleiman Frangieh, un candidato pro-Assad, a Aoun.
Si bien el liderazgo militar de Aoun se ganó el respeto de ambos partidos, su elección introduce una complicación legal: la constitución del Líbano prohíbe que los funcionarios de alto rango que hayan ocupado cargos públicos en los dos años anteriores asuman la presidencia. Será necesario modificar la constitución para legitimar su mandato, un desafío en el conflictivo panorama político del Líbano.
Presión internacional tras bambalinas
La elección no se produjo de manera aislada. Los mediadores extranjeros, entre ellos el francés Jean-Yves Le Drian, el enviado estadounidense Amos Hochstein y el saudí Yazid bin Farhan, desempeñaron un papel fundamental para romper el punto muerto. Su participación refleja la condición del Líbano como tablero de ajedrez geopolítico, donde las potencias rivales ejercen una influencia significativa sobre las facciones nacionales.
Una nación en recuperación
El avance político del Líbano llega tras un conflicto devastador. Dos meses de guerra en el sur y el este del país culminaron con un alto el fuego el 27 de noviembre, mediado por Francia, Estados Unidos y las Naciones Unidas. El acuerdo ordena la retirada de las fuerzas israelíes del sur del Líbano y requiere que Hezbolá traslade sus tropas al norte del río Litani, mientras que el ejército libanés se hace cargo de las operaciones de seguridad en la región.
Este alto el fuego se produce tras años de tensiones entre Hezbolá, que funciona como una fuerza militar paralela, e Israel. El conflicto se cobró la vida del líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, en septiembre de 2023, lo que marcó un punto de inflexión en el dominio del grupo.
Desafíos que aguardan a Aoun
Como presidente, Aoun se enfrenta a la hercúlea tarea de navegar por las innumerables crisis del Líbano. La nación sigue paralizada económicamente, dividida políticamente y fracturada socialmente. En su discurso inaugural, Aoun prometió defender el Pacto Nacional, el delicado acuerdo sectario de reparto del poder que sustenta la gobernanza del Líbano.
También se comprometió a reconstruir las zonas devastadas por el reciente conflicto, y presentó su presidencia como una oportunidad de renovación. Sin embargo, estas promesas se producen en el contexto de un sistema político fracturado y una desconfianza generalizada del público en las instituciones gubernamentales.
En su mensaje al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, el Papa había dicho este 9 de enero sobre Líbano:
“(…) pienso en el amado Líbano, deseando que el país, con la ayuda determinante de la componente cristiana, pueda tener la necesaria estabilidad institucional para afrontar la grave situación económica y social, reconstruir el sur del país golpeado por la guerra e implementar plenamente la constitución y el Acuerdo de Taif. Que todos los libaneses trabajen para que el rostro del país de los cedros no sea jamás desfigurado por la división, sino resplandezca siempre por el “vivir juntos” y que el Líbano permanezca como un país-mensaje de coexistencia y de paz”.
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