El programa pone en peligro a los trabajadores religiosos que se encuentran actualmente en EE. UU. con visas temporales Foto: Consolata América

USA: fin del programa de visas: prevén graves afectaciones de seminarios y ministerios de la Iglesia Católica

La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB) ha expresado su preocupación por la posibilidad de que, sin medidas legislativas, las comunidades religiosas tengan dificultades para atraer nuevos miembros, especialmente en vocaciones que requieren un compromiso a largo plazo, como la vida religiosa contemplativa, entre otras

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(ZENIT Noticias / Washington, 12.03.2025).- La Iglesia Católica en Estados Unidos se enfrenta a un creciente desafío migratorio debido a la inminente expiración de un programa crucial de visas para trabajadores religiosos. El programa, que ha permitido a trabajadores religiosos no ordenados, como monjas, seminaristas, monjes y misioneros laicos, obtener la residencia permanente, finalizará el 13 de marzo. Las consecuencias podrían ser profundas, especialmente para las diócesis en zonas rurales y marginadas que dependen en gran medida del personal religioso nacido en el extranjero.

Un programa que sostuvo la misión de la Iglesia

Durante más de tres décadas, la Visa Especial EB-4 para Trabajadores Religiosos Inmigrantes ha sido una vía vital para que las instituciones católicas obtengan la residencia a largo plazo para trabajadores religiosos no ministeriales. A diferencia de la visa R-1 (una visa temporal para trabajadores religiosos que no garantiza la residencia permanente), la EB-4 permitía a las órdenes religiosas y diócesis patrocinar la obtención de residencias permanentes, brindando estabilidad a quienes se dedican al servicio de por vida.

El programa emitía aproximadamente 5,000 visas al año, apoyando a trabajadores que desempeñan funciones que abarcan desde la educación y la atención médica hasta el liderazgo administrativo dentro de las comunidades religiosas. Muchas de estas personas se desempeñan como catequistas, maestros, cuidadores o líderes de instituciones religiosas. Sin embargo, la expiración de este programa pone en riesgo todas estas funciones.

Consecuencias inminentes

La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB) ha expresado su preocupación por la posibilidad de que, sin medidas legislativas, las comunidades religiosas tengan dificultades para atraer nuevos miembros, especialmente en vocaciones que requieren un compromiso a largo plazo, como la vida religiosa contemplativa, entre otras. Muchos de los afectados trabajan en el sector sanitario, atendiendo a ancianos y enfermos terminales, o en parroquias remotas donde escasean los sacerdotes.

David Spicer, subdirector de política migratoria de la USCCB, enfatizó que si bien el clero ordenado tiene opciones de visa alternativas, los trabajadores religiosos no ministeriales no las tienen. «Dependemos en gran medida de estas personas, y sin ellas, muchos de nuestros ministerios se verán afectados», declaró Spicer. El impacto de la expiración del programa ya se está sintiendo. Spicer compartió el caso de una Madre Superiora en Alaska que se vio obligada a abandonar su comunidad debido a complicaciones con la visa. En regiones donde la Iglesia Católica depende del personal religioso nacido en el extranjero para sostener su misión, estas pérdidas son profundamente perturbadoras.

Una carrera contra el tiempo

La expiración del programa EB-4 no afecta de inmediato a quienes ya han obtenido la residencia permanente, pero sí pone en peligro a los trabajadores religiosos que se encuentran actualmente en EE. UU. con visas temporales y que esperaban a que se abriera una vacante para la visa EB-4. Muchas de estas personas ya llevan años en el país, dedicadas a su ministerio, solo para encontrarse en un limbo burocrático justo cuando se acercan a la elegibilidad para la residencia permanente.

Spicer señaló que, a menos que el Congreso actúe con rapidez, quienes han estado esperando durante años podrían ver truncado abruptamente su camino hacia la residencia. «El momento no podría ser peor. Las personas que están a punto de obtener su tarjeta de residencia podrían descubrir repentinamente que el programa ya no existe», advirtió. Un llamado a la acción legislativa

Aunque el tiempo se agota, existe la posibilidad de que el Congreso apruebe una extensión a corto plazo, como lo ha hecho en el pasado. La USCCB ha abogado por la permanencia del programa, argumentando que la Iglesia no puede permitirse perder un recurso tan crucial.

El obispo Mark Seitz, presidente del Comité de Migración de la USCCB, escribió a los legisladores en 2024 instándolos a actuar. Destacó el creciente retraso en las solicitudes de visas EB-4, lo que ha dificultado cada vez más el proceso para los trabajadores religiosos. «Los tiempos de espera para estas visas han alcanzado niveles sin precedentes», escribió. «Este pequeño pero vital programa debe ser autorizado permanentemente para garantizar que los trabajadores religiosos puedan continuar sirviendo a las comunidades necesitadas».

Un futuro incierto

A medida que se acerca la fecha límite del 13 de marzo, las comunidades religiosas de todo Estados Unidos se preparan para las posibles consecuencias. Si no se toman medidas, muchos de los ministerios esenciales de la Iglesia podrían quedarse sin el personal necesario para funcionar. No está claro si el Congreso actuará a tiempo, pero la Iglesia Católica está dejando una cosa clara: perder este programa de visas sería un golpe significativo, no sólo para las comunidades religiosas, sino para las muchas personas a las que sirven.

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Redacción Zenit

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