(ZENIT Noticias / Roma, 07.12.2025).- El arzobispo Georg Gänswein ha reabierto un debate que nunca desapareció del todo de la vida de la Iglesia: qué hacer con el rico, complejo y aún en desarrollo legado del Papa Benedicto XVI. Durante una entrevista televisada con la cadena católica K-TV, el veterano secretario privado de Joseph Ratzinger ofreció uno de sus llamamientos más claros y personales hasta la fecha. No solo expresó su esperanza de que la causa de beatificación se abra pronto, sino que también expresó su convicción de que el difunto Papa podría algún día ser proclamado Doctor de la Iglesia.
Desde su actual misión en los países bálticos, Gänswein enmarcó sus reflexiones en un tema que considera fundamental en la teología de Benedicto XVI: la alegría como latido de la fe. Describió a Ratzinger como un pensador convencido de que la fe cristiana, si se vive con sinceridad, florece naturalmente en alegría. Cualquier fe que no la produzca, sugirió, indica un desequilibrio espiritual más profundo. Para Gänswein, esta reflexión no es una nota al pie, sino un elemento central de la comprensión que Benedicto XVI tenía de Dios, la Iglesia y la persona humana.
Sus comentarios inevitablemente tocan un punto sensible en los debates católicos contemporáneos: el lugar de la Misa Tradicional en latín. El arzobispo no eludió el tema. Instó a revisar el enfoque prudente establecido por Benedicto XVI al ampliar el acceso a la antigua forma litúrgica. Dicha política, argumentó Gänswein, había sido diseñada para reducir las tensiones internas, no para intensificarlas, y para proporcionar un marco estable en el que las diferentes sensibilidades litúrgicas pudieran coexistir sin sospechas.
La muerte de Benedicto XVI en 2022 cerró un capítulo público, pero no la influencia espiritual, teológica y cultural que continúa ejerciendo. Los comentarios de Gänswein reavivan preguntas que van mucho más allá de los procesos formales en Roma. ¿Qué aspectos del legado de Benedicto siguen siendo más urgentes para la Iglesia hoy? ¿Cuáles de sus escritos moldearán la vida católica durante generaciones? ¿Y cómo podría reevaluarse su visión de la armonía litúrgica en un momento marcado tanto por la renovación como por la polarización?
Por ahora, las reflexiones del arzobispo funcionan menos como una campaña y más como una invitación a reconsiderar la profundidad del pensamiento de Ratzinger, la claridad pastoral que intentó ofrecer y la posibilidad de que su contribución aún no haya sido plenamente recibida. En opinión de Gänswein, la historia de Benedicto XVI aún se está desarrollando, con calma, constancia y la misma alegría interior que él consideraba el signo inconfundible de la fe auténtica.
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