Mons. Felipe Arizmendi: Educación o deformación sexual en las escuelas

«Padres de familia, conozcan lo que sus hijos reciben en las escuelas»

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+ Felipe Arizmendi Esquivel

Obispo Emérito de SCLC

VER

Pedí a una de mis sobrinas nietas que me facilitara su libro de Biología, correspondiente a 1º. de Secundaria. Hay que reconocer que, en general, los libros oficiales están bien hechos, con muchos y oportunos contenidos y una muy buena pedagogía.

Sin embargo, en lo relativo a sexo y género, en ese libro se dice: “Ser hombre o mujer, desde el punto de vista biológico, se refiere estrictamente a las características físicas que los distinguen, determinadas por los cromosomas sexuales: estas características designan el sexo del individuo. El concepto de género, en cambio, se refiere al grupo al que pertenecen los seres humanos de cada sexo, entendido éste desde el punto de vista sociocultural, y no exclusivamente biológico. Así, el concepto de género incluye los atributos psicológicos, sociales y culturales de cada sexo” (pág. 185). “El género se refiere a la identificación de los individuos con las normas sociales y culturales que han asignado tanto a la masculinidad como a la feminidad” (pág. 186).

Sobre la masturbación, afirma: “En la adolescencia es natural sentir la necesidad de autosatisfacerse mediante caricias y estímulos, sobre todo en la zona de los genitales: es lo que se conoce como masturbación” (pág. 187). Y propone una discusión en grupos sobre “mitos e ideas falsas asociados a la sexualidad”, en base a “la discusión entre dos personajes: uno de ellos está influenciado por creencias falsas sobre la masturbación, y el otro que se ha informado con sexólogos, lo convence mediante argumentos sólidos” (pág. 190).

En cuanto a relaciones sexuales, dice: “¿Piensas que cualquier práctica sexual que cuente con el total consentimiento de los involucrados, que no produzca daño y resulte placentera, es sana y agradable? ¿Por qué? (pág. 188). “Ejercer tu sexualidad de manera responsable, respetuosa y tolerante -es decir, madura- implica informarte y actuar con libertad, pues no tendrás miedos ni culpas. Si logras esto vivirás una sexualidad segura y plena” (pág. 191). Y entre los métodos anticonceptivos, además de toso los consabidos, enumera también los naturales, como el Billings y el calendario, pero les da sólo entre el 70 y el 80% de efectividad (pág. 200). Por lo menos los menciona, cosa que antes no se hacía.

PENSAR

Dice el Papa Francisco en Amoris laetitia:

“La educación sexual brinda información, pero sin olvidar que los niños y los jóvenes no han alcanzado una madurez plena. La información debe llegar en el momento apropiado y de una manera adecuada a la etapa que viven. No sirve saturarlos de datos sin el desarrollo de un sentido crítico ante una invasión de propuestas, ante la pornografía descontrolada y la sobrecarga de estímulos que pueden mutilar la sexualidad. Los jóvenes deben poder advertir que están bombardeados por mensajes que no buscan su bien y su maduración. Hace falta ayudarles a reconocer y a buscar las influencias positivas, al mismo tiempo que toman distancia de todo lo que desfigura su capacidad de amar. Igualmente, debemos aceptar que la necesidad de un lenguaje nuevo y más adecuado se presenta especialmente en el tiempo de presentar a los niños y adolescentes el tema de la sexualidad”(281).

“Con frecuencia la educación sexual se concentra en la invitación a «cuidarse», procurando un «sexo seguro». Es irresponsable toda invitación a los adolescentes a que jueguen con sus cuerpos y deseos, como si tuvieran la madurez, los valores, el compromiso mutuo y los objetivos propios del matrimonio. De ese modo se los alienta alegremente a utilizar a otra persona como objeto de búsquedas compensatorias de carencias o de grandes límites” (283).

¿Es correcto lo que enseñan los oficiales libros de texto? En cuanto a sexo y género, son diferentes, en efecto, pero no se pueden separar, como si alguien pudiera escoger su género sin tener en cuenta su sexo. Las modalidades culturales afectan y hasta condicionan la forma de vivir la masculinidad y la femineidad, pero no la pueden ignorar o despreciar. Así como se presenta el tema en el libro oficial, se intenta llegar a evitar la discriminación hacia quienes tienen tendencias diferentes, lo cual es sano, pero no se puede justificar asumir un género sin tener como base el propio sexo.

Lo que afirma sobre la masturbación no es moralmente aceptable, porque ésta refleja un problema de personalidad. Es una regresión a la etapa fetal, en que el individuo está vuelto sobre sí mismo. Es una compensación a muchas frustraciones. Es un autoconsuelo egoísta. Es producirte una autosatisfacción, porque la vida no te complace. Es una señal de que no estás recibiendo el afecto, el aprecio y el reconocimiento que necesitas para disfrutar la vida. Sin embargo, es un autoengaño pasajero y transitorio, que provoca nuevas frustraciones y decepciones de sí mismo.

No es moralmente adecuada la liberalidad a que da pie cuando trata lo de las relaciones sexuales, pues es una invitación a que practiquen su genitalidad en todo tipo de relaciones, sin control de emociones y sentimientos. Luego se quejan de por qué hay tantos embarazos en adolescentes. Estos libros de texto también tienen responsabilidad.

ACTUAR

Padres de familia, conozcan lo que sus hijos reciben en las escuelas; platiquen con ellos al respecto; discutan y aclaren lo necesario; procuren tener buena información y formación sobre estos temas. Hablen con sus maestros, para que pueda complementarse lo que dicen los libros con otras opiniones morales confiables, con la colaboración de ustedes, que son los primeros e insustituibles responsables de la educación de sus hijos.

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Felipe Arizmendi Esquivel

Nació en Chiltepec el 1 de mayo de 1940. Estudió Humanidades y Filosofía en el Seminario de Toluca, de 1952 a 1959. Cursó la Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca, España, de 1959 a 1963, obteniendo la licenciatura en Teología Dogmática. Por su cuenta, se especializó en Liturgia. Fue ordenado sacerdote el 25 de agosto de 1963 en Toluca. Sirvió como Vicario Parroquial en tres parroquias por tres años y medio y fue párroco de una comunidad indígena otomí, de 1967 a 1970. Fue Director Espiritual del Seminario de Toluca por diez años, y Rector del mismo de 1981 a 1991. El 7 de marzo de 1991, fue ordenado obispo de la diócesis de Tapachula, donde estuvo hasta el 30 de abril del año 2000. El 1 de mayo del 2000, inició su ministerio episcopal como XLVI obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, una de las diócesis más antiguas de México, erigida en 1539; allí sirvió por casi 18 años. Ha ocupado diversos cargos en la Conferencia del Episcopado Mexicano y en el CELAM. El 3 de noviembre de 2017, el Papa Francisco le aceptó, por edad, su renuncia al servicio episcopal en esta diócesis, que entregó a su sucesor el 3 de enero de 2018. Desde entonces, reside en la ciudad de Toluca. Desde 1979, escribe artículos de actualidad en varios medios religiosos y civiles. Es autor de varias publicaciones.

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