(ZENIT – 3 julio 2019).- Más de 40 personas han muerto y 35 resultaron heridas en el bombardeo que ha afectado a un centro de detención de migrantes en Tajoura, a unos doce kilómetros de la capital, Trípoli, de acuerdo a la información ofrecida hoy, 3 de julio de 2019, por Vatican News.
El gobierno, junto con las Naciones Unidas y Estados Unidos, culpa de este ataque aéreo al ejército nacional libio, pero este lo niega.
En declaraciones para el citado medio vaticano, el presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones de la Conferencia Episcopal Italiana, Mons. Guerino Di Tora, en nombre de los obispos italianos, ha condenado este ataque y lo ha definido como un acto «deplorable de inhumanidad».
El obispo y director de la Fundación Migrantes ha señalado que situaciones como esta, fruto del fenómeno de la migración, son un desafío que se extiende a todos, como seres humanos: «Todos debemos ser capaces de sentirnos corresponsables. Y entonces se convierte para nosotros en una toma de conciencia humana, incluso antes que cristiana. Ciertamente, para nosotros, los cristianos, representa algo más: la llamada que el Señor nos hace ante estas situaciones, a no dejar al otro, al prójimo, en realidades inhumanas, a socorrerlo, a acogerlo», expresó.
Igualmente, Mons. Di Tora, ha manifestado la tristeza que supone que este acontecimiento haya vuelto a centrar la atención sobre Libia, un territorio donde se producen «muchos conflictos olvidados» sobre los que el Papa Francisco incide con frecuencia.
El prelado también ha recordado que la guerra en Libia continúa y constituye «un conflicto que capta todos los problemas que afectan al norte de África y que involucra, incluso indirectamente, a todos estos migrantes que están detenidos en estos ‘campos de concentración'». Asimismo, considera que este debe ser un enfrentamiento que despierte «la conciencia de otras naciones, que deben ser capaces de encontrar una forma de mediación, una forma de volver a un equilibrio de paz y estabilidad».
En consecuencia, Mons. Di Tora insta a que situaciones como la de Libia entren en nuestra cultura «para que todos podamos mover a los que están en el poder y gobiernan a las naciones, a toda Europa, a las Naciones Unidas, para que esta realidad cese lo antes posible, para que se puedan encontrar las condiciones y los métodos para que esa paz llegue a ser un bien común de todo el mundo.