(ZENIT- 24 julio 2019).- «Estamos agradecidos al Papa por sus intervenciones directas. Muchas veces se dirigió a nuestro país llamándolo ‘mi amada Siria’, nunca nos olvidó», con estas palabras, el padre Firas Lutfi, párroco de Alepo, mostró su agradecimiento al Papa por la carta enviada al presidente sirio Bashar Hafez al-Assad.
Estas declaraciones fueron recogidas en una entrevista publicada por Vatican News ayer, 24 de julio de 2019.
La carta del Papa, entregada el pasado lunes, 23 de julio, expresaba la “profunda preocupación» del Santo Padre ante la “catástrofe humanitaria” que se cierne sobre este país, en guerra desde 2011.
Ese mismo día varios misiles cayeron a pocos kilómetros de Alepo y mataron a 8 civiles, entre los que había adultos y niños. Así, el padre Lutfi confirma que “la situación es verdaderamente muy preocupante”.
Igualmente, contó al citado medio que en esta zona habitan más de 400 cristianos que son maltratados por el yihadismo y que, recientenmente, una profesora fue secuestrada por 6 yihadistas, “violentada y lapidada”.
Con respecto a la situación humanitaria, el sacerdote indicó que esta, desde que comenzó la guerra en Siria, “se ha vuelto tremenda”: “Pensemos en las personas que han perdido las casas, en las personas que han tenido que emigrar, en las personas que han sufrido la muerte, mutilaciones y en los centenares de miles de personas que han sufrido estrés y traumas psicológicos que necesitan años para recuperarse y restablecerse”, remarcó.
Sobre las condiciones vividas por los cristianos perseguidos en Idlib, a las que Francisco se refirió específicamente en su carta, el padre Firas Lutfi describe que «son tantas las personas que por miedo viven allí cerca al acampamento de las tropas, escapan, dejan sus casas, en fuga hacia una demora más segura y estable”.
Y añadió que, antes de que se desatara la guerra en Siria, en esta nación, “eran 23 millones de habitantes, y ahora son más o menos la mitad, y todos han debido escapar, de una manera u otra. La situación de los prófugos continúa siendo la misma tanto en el Líbano como en Turquía y también en Jordania”.
Por último, el párroco de Alepo concluye en sus declaraciones a la misma fuente que, si la paz no llega pronto, “ciertamente queda una herida abierta que necesita sanación”.