Impresiones del líder evangélico alemán tras visitar al Papa

Expone los desafíos del camino ecuménico

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ROMA, jueves, 26 agosto 2004 (ZENIT.org).- Este miércoles concluyó la visita de tres días al Vaticano del presidente del Consejo de la Iglesia evangélica de Alemania, el obispo Wolfgang Huber, quien ha trazado un balance positivo de la misma.

El martes fue recibido por Juan Pablo II en la residencia pontificia de Castel Gandolfo, «un encuentro que me ha impresionado mucho», confiesa.

«Me acordé del encuentro de 1996, con motivo de la visita papal a Alemania: aquella visita fue una importante piedra angular en las relaciones ecuménicas entre nuestras Iglesias», explica a los micrófonos de «Radio Vaticano».

«Este encuentro se convierte en un elemento importante en la evolución de las relaciones ecuménicas, si bien el coloquio no tenía el objetivo de resolver problemas de carácter ecuménico que siguen abiertos. ¡Esto no sería posible en un diálogo tan breve!», sigue indicando.

«El Papa no sólo me donó sus palabras, sino que me hizo un auténtico don: una cruz pectoral, realizada como motivo de sus 25 años de pontificado. Esto me ha impresionado profundamente», reconoce.

«Pedimos el uno para el otro la bendición del Señor para nuestro camino, para nuestro ministerio. Yo llevo en mi corazón los ojos abiertos y atentos del Papa. No los olvidaré nunca», indica.

Por lo que se refiere a su país, el pastor indica que «en Alemania estamos experimentando de manera más bien intensa que no hay alternativa al ecumenismo. Por eso prestamos gran consideración al buen estado que ha alcanzado el diálogo ecuménico», subraya.

«Hemos aprendido que no podemos esperarnos progresos rápidos en las cuestiones todavía abiertas y que es necesario proceder con mucha prudencia así como con la necesaria «impaciencia» ecuménica», sigue evaluando.

«Creo que más allá de las aclaraciones alcanzadas en el ámbito del diálogo teológico, podemos esperarnos progresos seguros por la manera en que mutuamente nos respetamos y consideramos el ministerio de una y otra parte», opina.

El pastor evangélico constata, por último, «el gran compromiso demostrado por la Curia romana en la definición de la Iglesia católico-romana».

Y concluye: «Nosotros, como Iglesia evangélica, tenemos que reflexionar ahora sobre lo que nos corresponde hacer para que alcancemos la identidad y comprensión, la conciencia de nuestro perfil y el respeto y la consideración del perfil del otro, para que esto pueda ser para nuestras dos iglesias un nuevo lazo».

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ZENIT Staff

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