El papa Francisco encontró este martes en el Vaticano a los obispos de Eslovaquia presentes en Roma con motivo de la visita ad límina, en la cual han visitado las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo, renovando así los vínculos de comunión con el Sucesor de Pedro.
El Santo Padre les indicó que las dificultades del momento actual tienen que ser transformadas en “nuevas oportunidades”. Y precisó que “una oportunidad que se ha vuelto signo de los tiempos es el fenómeno de las migraciones”, que tiene que ser enfrentado con “sensibilidad y sentido de justicia”.
“La Iglesia –dijo el Pontífice– está llamada a proclamar y dar testimonio recibiendo a los inmigrantes en espíritu de caridad y de respeto, y de la dignidad de la persona humana”, en el contexto “de una necesaria observancia de la legalidad”.
Y añadió que en la perspectiva de un ambiente multicultural cada vez más extendido “es necesario tener actitudes de recíproco respeto para favorecer el encuentro”.
Todo esto defendiendo “la propia identidad cultural y el patrimonio de valores éticos y espirituales, fuertemente relacionados con su tradición católica”. Porque teniendo esos valores es posible “abrirse a la confrontación en el más amplio horizonte continental y mundial” también en “temas de vital importancia como la dignidad de la vida humana y la función esencial de la familia”.
Y hoy más que nunca es necesario “iluminar el camino de los pueblos con los principios cristianos”, aprovechando las oportunidades que se presentan para “desarrollar una evangelización que, con lenguaje nuevo, vuelva el mensaje de Cristo más comprensible”.
Invitó también a que la Iglesia infunda esperanza, de manera que “los cambios del momento actual se transformen en un encuentro renovado con Cristo”, y que los fieles laicos se sientan “llamados a animar la realidad temporal con fermentos evangélicos”, sin eximirse de trabajar también “en los procesos políticos en favor del bien común”.
El Santo Padre les indicó también que aprecia mucho el trabajo que están realizando a favor de la familia, y les invitó a valorar a los jóvenes, a quienes si se les presenta el auténtico significado de la vida, «no se dejan atemorizar fácilmente por las dificultades”.
Al concluir les pidió “gran atención paterna hacia los sacerdotes”, con formación permanente para que sean testigos de una vida ejemplar. Y para ello hay que «escucharlos y tratarlos con confianza, prestando atención a las dificultades que tantas veces les afligen” dijo.
Les pidió también que lleven adelante la pastoral con los gitanos, y hagan llegar el Evangelio a estas personas que lamentablemente siguen viviendo en una cierta separación.
El Papa concluyó confiando las preocupaciones pastorales a la Virgen de los Dolores, patrona de Eslovaquia.