Las Religiosas de María Inmaculada Misioneras claretianas han vuelto a sus raíces cubanas en el momento en que la congregación vive un periodo de ajuste y renovación de su carisma.
“Venimos a Cuba porque nosotras nacimos en Santiago de Cuba y queremos que esto tenga la fuerza mística incluso de volver a iniciar el camino al revés”, señaló la Hermana Soledad Galerón MC, superiora general, a su paso por la Isla.
Un total de 25 religiosas que incluye al gobierno general de la congregación junto a 10 superioras provinciales y una religiosa más por provincia se han reunido a finales de marzo en el Santuario de El Cobre, a unos 15 kilómetros de Santiago de Cuba, para continuar el proceso iniciado hace cuatro años como encargo del Capítulo General de 2011.
“Vivimos un periodo de reorganización, de ajuste y renovación carismática” explicó la Hna. Galerón en una entrevista. “Hemos vivido un periodo de escucha a las hermanas y encuentros por continentes y ahora estamos intentando ver como nos reorganizamos”, explicó. Dijo que es una etapa de toma de decisiones “porque en unas áreas como Asia y África hay expansión pero son hermanas jóvenes con poca experiencia que necesitan ayuda” y por otra parte en países de Europa, gran parte América y Estados Unidos, “hay hermanas con edad muy avanzada en periodo de jubilación y hay que reajustar todo eso”. En la actualidad la Congregación esta formada por unas 500 religiosas repartidas en 24 países de cuatro continentes.
El encuentro en Cuba rememora la historia, cuando e 1854 la madre María Antonia Paris, partió desde el puerto español de Tarragona en un barco, y llegó a la bahía de Santiago. Allí recorrió las calles hasta la fundación el 25 de agosto de 1855 en Santiago de Cuba junto con san Antonio María Claret.
“Hemos querido hacer ese recorrido, revivirlo para re-comenzar, volver a embarcarnos”, dijo la Superiora General.
Las religiosas claretianas recuerdan que san Antonio María Claret ha sido su fundador. Claret había nacido en 1807 en Sallent (Barcelona), a unos 15 kms. de Manresa. El 13 de junio de 1835 fue ordenado sacerdote. Aunque quiso ser monje cartujo y también jesuita acabó siendo misionero por toda Cataluña, en España. El 16 de julio de 1849, en una celda del seminario de Vic fundó junto a cinco sacerdotes, la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. A los pocos días, el 11 de agosto, era nombrado arzobispo de Santiago de Cuba y era consagrado en Vic el 6 de octubre de 1850.
El pasado 30 de marzo las religiosas hicieron una escapada desde el Santuario de El Cobre a la ciudad de Holguín en donde san Antonio María Claret, entonces obispo de la zona que abarcaba la mitad oriental de la Isla, sufrió un atentado contra su vida.
El arzobispo Claret realizaba una visita pastoral y en la víspera del 2 de febrero de 1856, al salir de la Iglesia de San Isidoro, hoy catedral, fue atacado por un hombre con una navaja. El Obispo se protegió con el antebrazo y sufrió solo unas heridas.
“Nos parece que la suya fue una experiencia martirial que a nosotros nos inspira nos anima y nos llama”, comentó la Hna. Galerón.
El atentado fue perpetrado por el isleño Antonio Abad Torres, pero las investigaciones posteriores determinaron que se trataba de una conspiración para acabar con la vida del Arzobispo. Incluso llegó la falsa noticia de la muerte del prelado hasta Santiago de Cuba. El atentado fue el culmen de una persecución iniciada mucho antes contra el santo, motivada por su insistencia en exhortar a los cristianos y al clero a que llevaran una vida coherente con el Evangelio.
Las religiosas contemplaron en la Catedral de Holguín un cuadro que representa el atentado y participaron en una eucaristía presidida por el obispo Mons. Emilio Aranguren Echeverría quien les invitó a renovar tres compromisos: la llamada a la santidad, la llamada a la misión y la llamada a una mayor entrega. Recordó también que en Cuba, la vida consagrada debe vivir la simplicidad, la disponibilidad y la fidelidad. El grupo compartió un almuerzo en el obispado antes de regresar a Santiago de Cuba
Las misioneras claretianas están presentes en Santiago de Cuba y en Guantánamo–Baracoa. De hecho, fue la Hna. Galerón quien en 1988, con otras hermanas, reinició la presencia en Cuba, abandonada en los comienzos de la revolución.
“Durante seis años estuve animando las comunidades en Guantánamo. Fue una experiencia muy rica de colaboración con la Iglesia” recuerda la religiosa para quien “volver a Cuba es experimentar el calor eclesial, el deseo de volver y de revitalizar mi vida misionera en la calle”. En 1994 fue elegida provincial y en el año 2000 superiora general, un servicio “que termino en 2017 y que espero me permita volver a Cuba”.