Es imposible no recordar aquí la contundente oposición a la Ley Aído que movilizó al PP en la anterior legislatura, con repetidas intervenciones en el ámbito legislativo y en los medios de comunicación posicionándose contra la ley que transformaba el aborto de una práctica permitida en ciertos casos a un derecho de la mujer. Sin duda, la actividad de la oposición, que lideró Rajoy, tuvo uno de los momentos más destacados e intensos en defensa de la vida humana.
Sin duda toda la campaña del PP contra la ley Aído marcó un hito en los debates políticos del momento. Rajoy se presentaba como un defensor de los derechos del nonato, cosa un tanto inédita en su pensamiento político.
Ahora, la campaña preelectoral, centrada fundamentalmente en el fracaso de la gestión económica del anterior Presidente, no dejó de estar presente la férrea oposición a la mencionada ley y la voluntad indudable de derogarla en caso de ganar las elecciones. Entendemos que no solo era una estrategia electoral, en atención a las multitudinarias manifestaciones públicas contra la ley que reunió a cientos de miles de personas en la capital española y en otras ciudades, sino una sincera oposición a una ley que violaba el derecho a la vida del no nacido.
Como toda campaña electoral, el Programa de Gobierno tuvo un papel importante, no solo porque resumía coherentemente la actividad del PP en su recia oposición al Gobierno Zapatero, sino, sobre todo, porque presentaba soluciones a los grandes perjuicios de una gestión marcada por objetivos ideológicos, nunca escondidos, de devaluar la institución familiar, proponer el aborto como derecho, incluso de las menores, y tratar de construir otro tipo de sociedad y de convivencia.
El Programa de Gobierno del PP parecía más que un compromiso electoral porque resumía convincentemente la postura que el partido había mantenido durante todos los años de oposición, y la figura de Rajoy respaldaba la confianza de su sincera realización. La derogación de la Ley Aído, que ocupaba un lugar relevante en el Programa, fue objeto de apoyo público por los movimientos provida en todo el país, así como de diferentes entidades provida en el extranjero
En diciembre del 2013, después de muchos aplazamientos, ve la luz el anteproyecto de Ley presentado por el Ministro Gallardón denominado de Protección del Concebido y de los Derechos de la Mujer embarazada, que es aprobado por el Consejo de Ministros. Este Anteproyecto, aunque sin convencer enteramente a los defensores de la vida, cumplía con la propuesta del PP de derogar la Ley Aído, pasando del sistema de plazos al de indicaciones, y parecía factible su aprobación dada la cómoda mayoría parlamentaria del Partido Popular.
Sin embargo, al poco tiempo aparecieron fisuras en el partido del Gobierno que frenaron su presentación en el Congreso. La disciplina de partido, tanta veces impuesta, pareció resquebrajarse en este caso. Gallardón por su parte seguía optimista, hasta que el 16 de septiembre de 2014, fecha en la que se producen unas filtraciones, presumiblemente desde la Moncloa al diario El Mundo, en las que se afirmaba que la ley se aparcaría definitivamente por la falta de consenso en el PP.
Si se confirman estas últimas noticias, sería un triste fin para tan largo esfuerzo y sin duda una desilusión para los españoles que confían en la seriedad de las promesas electorales de los partidos dentro de un estado de derecho.
Los que estamos convencidos de que la vida humana comienza con la fecundación, constituimos una corriente de opinión importante que espera ser adecuadamente representada en la arena política. La actual actitud del gobierno del PP nos deja perplejos y desconcertados ante las próximas elecciones. Los proaborto, los que quieren una equiparación de la familia con las uniones homosexuales, y otras minorías saben a quién votar, no se puede decir lo mismo de los que defendemos la vida.
Parece como si el Partido en el Gobierno pensara-posiblemente así lo piense Arriola- que los defensores de la vida humana ineludiblemente les votarán, pues no tienen otra opción real y que aparcando este Anteproyecto de ley puede recoger algunos votos más a la izquierda sin perder los otros. Ciertamente pueden tener razones pues los provida no tenemos otra opción de voto útil, pero sería muy triste que tengamos que acudir a votar con la nariz tapada, pues el hedor antivida del Sr. Rajoy y los suyos está siendo ya insoportable. La postura del PP puede ser políticamente útil, no lo sé, pero a muchos nos resulta moralmente inaceptable.