(zenit – 2 oct. 2020).- Mayra Novelo comparte esta entrevista a Ezio Aceti, experto en psicología evolutiva en la que reflexiona sobre las emociones, que el define como “energía” de la vida.
A continuación, sigue la entrevista completa.
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Casado, con dos hijos y tres nietos. Ezio Aceti es experto en psicología evolutiva. Ha coordinado centros para personas con discapacidad. Abrió puntos de escucha psicopedagógicos en guarderías, escuelas primarias, secundarias y preparatorias, orientados a padres y maestros. Graduado en ciencias religiosas, se ocupa de la formación en la CEI (Conferencia Episcopal Italiana). Con otros psicólogos, fundó la Asociación Parvus.
La película Inside Out nos sirve como punto de partida para adentrarnos en esta entrevista apasionante, con una persona apasionada. ¿Recuerda la película? Las emociones son las protagonistas: miedo, desagrado, ira, tristeza y felicidad. Tuvo un éxito enorme no solo porque presenta el fascinante mundo de estas fuerzas internas que nos abruman y nos hacen sentir muchas veces impotencia, frustración o alegría descontrolada. Pero sobre todo porque la historia está respaldada por estudios sobre la naturaleza de las emociones.
El misterioso mundo de las emociones ha merecido un diálogo interesante con el psicólogo italiano Ezio Aceti, quien de una manera original y cautivadora nos ofrece puntos de reflexión sobre la importancia de conocer estas “energías”, su forma de actuar en el comportamiento humano y las formas apropiadas de proceder en la educación de los niños.
Ha escrito muchos libros dando espacio a las emociones ¿Por qué son tan importantes?
Sí, porque creo que las emociones son la “energía” de la vida. Las emociones son básicamente la atracción o repulsión que sentimos hacia las personas y las cosas, pero las emociones son “energía” que debemos utilizar a nuestro favor, si las usamos bien, podemos renovar la sociedad, la familia; si las usamos mal pueden crear mucho daño.
¿Cuáles son las emociones más importantes?
Las seis emociones básicas: sorpresa, miedo, repugnancia, ira, tristeza y felicidad no son positivas ni negativas, son energía a nuestro servicio, lo importante es cómo disponemos de ellas. El crecimiento, la madurez y equilibrio de una persona en cierta medida depende del manejo de sus emociones. Existe un concepto en psicología, llamado resiliencia, que es la capacidad de transformar las emociones que experimentamos como negativas en positivas. Es por ello que considero sumamente importante restaurar el valor y el espacio para el descubrimiento de las emociones en la educación infantil. Vemos que si las acciones de las personas son positivas y altruistas, se genera una comunidad feliz y solidaria. Por el contrario, si se realizan con ingratitud y egoísmo, se corre el riesgo de vivir de manera agresiva y violenta. Entonces, la educación emocional resulta ser una tarea prioritaria.
¿Usted cómo vive las emociones?
Llevo 35 años casado, dos hijos: uno de ellos con una discapacidad grave de aprendizaje, un don de Dios inesperado, fatigoso pero maravilloso. Mi otro hijo convive de por vida con una enfermedad seria, está casado y tiene hijos, tengo tres nietos… Visto desde un punto de vista puramente humano la situación de mis hijos ha sido un camino arduo y agotador, pero manteniendo la amistad y un diálogo íntimo con Dios, todas las duras situaciones de la vida se convierten en oportunidades. No hay nada que desechar en nuestras vidas, todo se puede transformar en experiencias positivas.
¿Por qué eligió dedicarse a la psicología?
Ha sido un camino que se ha ido construyendo lentamente. Estudié en un instituto técnico para expertos en electrotécnica y en el último año del curso nació en mí está necesidad hacer algo para poner los valores del hombre en el centro de la vida, así decidí estudiar psicología. Luego, el periódico trabajo con niños despertó en mí una predilección por la psicología infantil. Con el pasar de los años me di cuenta que la psicología no es suficiente para comprender al “hombre”, es necesaria una base antropológica, es decir, un estudio de la naturaleza humana y desde todas las formas de actividad propias del hombre, es por esta razón que me gradué en Ciencias religiosas.
Junto a otros psicólogos ha fundado la Asociación Parvus ¿Cómo y por qué nació esta idea?
Parvus significa niño, por lo tanto el objetivo de nuestra asociación es difundir la cultura de la infancia. Hemos abierto muchas ventanillas de atención psicopedagógicas en escuelas maternas, primarias, secundarias y niveles superiores. Atendemos principalmente a padres y profesores. Qué lindo sería si en todo el mundo un padre y una madre, después de tener un hijo, tuvieran 3 o 4 reuniones para entender cómo “trabaja” su hijo. ¡Cuántos errores nos ahorraríamos! He viajado por muchos países del mundo y constato una ignorancia muy grande acerca de cómo son los niños. Dedicar algo de tiempo para conocer los procesos evolutivos del niño desde su nacimiento a la adolescencia es dedicar tiempo al futuro de la humanidad. No podemos dejar que hoy la educación de nuestros hijos dependa solo del sentido común. Es importante insistir en las parroquias y grupos sociales que la “alfabetización de los padres” sea obligatoria.
En una ocasión logró cancelar un programa de televisión no apto para niños…
En Italia contamos con “il Garante per l’infanzia”. Trasmitían un programa donde los niños eran tratados como adultos. La presentadora les hacia cantar canciones de amor y luego se acercaba a los niños y le pedía que hablaran de su “novia”… ¡Esta es violencia pura para un niño! Los niños tienen el derecho de vivir sus emociones como niños y de ser respetados en el periodo de su infancia. Logramos suspender la emisión. ¿Otros abusos? Tenemos que combatir en todas las naciones es la “palabrota” porque sus efectos son devastadores, hacen mal y denigran. El niño también tiene derecho a ser amonestado, pero con un lenguaje positivo. Las malas palabras duelen porque penetran la sensibilidad del infante. Soy de la idea incluso de crear leyes que veten el uso de las malas palabras en televisión y todo medio de comunicación. ¿Sabe por qué? Porque el niño mira todo. Si los grandes supieran cómo son vistos por los niños, pedirían disculpas por las veces que dicen groserías.
Insiste sobre la importancia del amor. ¿Qué significa amar a un niño?
El amor concreto y práctico, ama al otro como es no como te lo imaginas. Entonces la primera cosa que sirve para amar a un niño es conocerlo a fondo. Cuanto más conozco al otro, más lo amo por aquello que él es. Se pasa del amor genérico (“Te quiero mucho porque eres bella y simpática”) al amor personal (“Te amo porque eres así”). Amar a un niño significa conocerlo, entre más lo conozco más lo comprendo y me comprendo a mí mismo, porque el amor es siempre relación y reciprocidad.
¿Y cuándo surgen los conflictos y peleas?
El conflicto, el desacuerdo contienen algo positivo, porque si yo discuto con una persona, significa que me interesa, que deseo confrontarme con su opinión. Pero si esta discusión desborda y llega a la vulgaridad y tiranía, entonces el resultado resulta pésimo y nos aleja. Lo importante será argüir bien. Permitir al otro de expresar su parecer, aunque sea discordante del mío, de manera que al final de la disputa, aunque estemos en desacuerdo, no lleguemos al conflicto y al alejamiento. Manejar las emociones significa usar esta fuerte carga sin humillar a los demás. Jesús vivía las emociones, lo vemos en los Evangelios, siempre expresó su parecer, pero sin disminuir nunca el valor del otro.
¿Cómo puede una madre y un padre comprender las verdaderas necesidades de un hijo?
En primer lugar, deben conocerlo. Como segunda cosa es escucharlo. ¿Qué significa escuchar? Cuando un niño habla, antes de intervenir la madre debe cuestionarse ¿por qué ha dicho esto? ¿por qué actúa así? ¿qué es lo que me quiere decir? Este espacio de escucha es amor. La tercera forma es, después de haber escuchado, la madre o el padre deben actuar, ahora sí, poniéndose el lugar del otro, entrar en el otro. De esta forma, lo que me diga mi corazón será útil y positivo, porque no es solo el resultado de mis ideas, sino también del espacio que le he dado al otro. El amor y la escucha son una cosa dinámica, la educación no es un respetar reglas es fruto de una relación. La regla sin trato y comunicación es inútil.
¿Cómo conciliar la autoridad y las reglas con el amor a los niños?
Haré una distinción entre autoritarismo y tener autoridad. A veces los hijos no pueden comprender todo lo que les decimos o pedimos, porque aún no tienen las habilidades cognitivas necesarias. No comprenden ciertas cosas, pero están dispuestos a hacerlas si confían en nosotros. La autoridad es cuando el otro siente confianza en mí, aunque no entienda todo. Este tipo de autoridad basada en la estima se conquista cuando “pierdo tiempo” con mi hijo, cuando estoy cerca de él, cuando lo amonesto, lo advierto sin ofenderlo y castigarlo. El castigo funciona poco mientras el corregir evidencia el error y anima a mejorar o superarse.
Pensamos que educar son normas y reglas, regaños y castigos… Educar es hacer sentir al niño importante, que se sienta amado, que sienta que nacer valió la pena. Se podría decir: “Mira hijo yo esperaba esto de ti, pero te equivocaste en esto, y en esto y en esto, por este y este motivo… estoy seguro que tú la próxima vez, ante una situación como esta, sabrás cómo deberías comportarte”.
Cuando los padres llegan a casa cansados después de un largo día de trabajo, ¿tienen la disponibilidad emocional para donarse, dedicarse a sus hijos?
No, no es fácil, sobre todo porque esta sociedad no está al servicio de la infancia y mucho menos favorece la familia, lo sabemos todos. La complejidad de la vida cotidiana, las deficiencias personales, la excesiva competitividad en la vida laboral y social, arrastra como un torbellino. Implica un enorme esfuerzo que muchas veces nos hace descuidar a los hijos y a la familia. Todo esto es comprensible, pero amar no está en hacer las cosas perfectas está en “empeñarse al máximo”. Sobre todo en el nivel educativo necesitamos considerar este hecho: nuestros hijos no necesitan padres perfectos, sino padres humanos. Y los padres humanos son aquellos que, como nosotros, se esfuerzan al máximo sinceramente a pesar de los defectos y fragilidades. El niño comprende que más allá del comportamiento correcto hay un corazón, una voluntad y una inteligencia que están a su servicio. ¡Esta es la cosa más maravillosa que podemos hacer: dedicarnos a nuestros hijos con ahínco! Los hijos comprenden nuestros errores y si nosotros pedimos disculpas descubren en nosotros este maravilloso gesto de gentileza. Es muy importante provocar momentos en familia sobre todo los fines de semana.
Cuando en un hijo se presenta una discapacidad, ¿cómo aceptarlo y cómo amarlo?
El hándicap es siempre un mal objetivo y en consecuencia debe ser combatido con todas las fuerzas y posibilidad para ayudar a la persona a alcanzar el mejor nivel de vida posible ya sea físico, funcional, emocional, social. La persona debe ser completamente amada. No existe ninguna diferencia desde el punto de vista de la dignidad entre un discapacitado y el genio más grande del planeta. Delante de los ojos de Dios tiene la misma dignidad. Naturalmente, la persona con discapacidad tiene más necesidad e involucra más afectivamente toda mi persona: me pone ante la capacidad de brindar ayuda, asumir una responsabilidad y respeto hacia esta persona necesitada. Parece absurdo, la discapacidad de los demás me hace más humano. Por supuesto, un niño discapacitado implica momentos difíciles y de preocupación, especialmente por la incertidumbre sobre su futuro. Desasosiego que mantienen vivo nuestro ser “padres” y nos hacen comprender lo esencial de la vida.
Desde el punto de vista científico, ¿es justificable una familia con padres homosexuales?
Un niño, si es amado, crece bien. No dudo que dos homosexuales puedan amar a un niño, pero hay un gravísimo problema: un niño que viene adoptado con mucha frecuencia es un niño herido. Un niño abandonado tiene el derecho de recibir lo mejor y lo mejor es un padre y una madre porque este niño tiene el derecho de aprender la reciprocidad. Por este motivo mantengo que la adopción de un niño debe ser realizada por una pareja heterosexual.
¿Le gusta el trabajo que realiza?
Estoy enamorado de mi trabajo, porque es algo que me realiza. Me considero profesional como psicólogo pero soy también un creyente y afirmo que dar a Jesús es dar al hombre el verdadero hombre. No siento diferencia en mi trato a los pacientes como profesional y como cristiano.
¡Gracias Ezio por tu tiempo, dedicación y entrega a la educación de los niños y… de sus padres!
Publicado en las revistas: www.cittanuova.it , womanessentia.com
Fotos: Mayra Novelo y Ezio Aceti