Los doce familiares de colombianos, víctimas de losguerrilleros, paramilitares, grupos ilegales, y militares corruptos, han dado su testimonio durante nueve horas ante guerrilleros del grupo terrorista FARC y representantes del Gobierno colombiano reunidos en La Habana.
Ellos son el primero de los cinco grupos escogidos por la ONU, la Universidad Nacional y la Conferencia Episcopal de Colombia. En La Habana, al iniciar la jornada, víctimas y victimarios tomados de la mano respetaron un minuto de silencio.
El proceso de diálogo en La Habana inició hace 17 meses y se han logrado acuerdos en el tema agrícola, drogas y participación política de los guerrilleros, aunque los particulares del acuerdo no son públicos y deberán ser aprobados o menos por el Congreso de Colombia.
Constanza Turbay, a quien los guerrilleros de las FARC le mataron a su madre, dos hermanos y otros cinco familiares interrogó: “Si nosotros, los que hemos sido afectados por la violencia, damos un paso determinante (…) ¿por qué no hacerlo el resto del país, por qué no puede perdonar el resto de Colombia?” Añadió que el líder FARC Iván Márquez “se acercó y me pidió perdón, me dijo que se equivocaron”.
José Darío Antequera, vio a su padre, el líder de izquierda José Antequera, asesinado por paramilitares, indicó: “Yo ya lo perdí todo, pero podemos hacer mucho en honor de todos estos seres queridos que perdimos para reconstruir la paz y la reconciliación en Colombia”.
Entre los presentes estaba también Ángela María Giraldo, hermana del diputado Francisco Javier Giraldo, secuestrado en cautiverio cinco años en la selva y después asesinado por las FARC. Ella indicó: “Tenemos un compromiso grande con nuestro país y ese sentimiento está por encima de nuestro sentimientos personales”.
En Colombia la Iglesia reiteró pocos días antes, el 13 de agosto el compromiso de la Iglesia Católica Colombiana con la reconciliación y la paz del país. Lo hizo el obispo de Cúcuta, Monseñor Julio César Vidal Ortiz.
Tras su participación en la Asamblea Extraordinaria de obispos que se llevó a cabo del 11 al 13 de agosto en Bogotá, el prelado afirmó que a la Iglesia Católica Colombiana «le preocupa la situación actual del país y todo lo que tiene que ver con el postconflicto».
En respuesta a esto, indicó el Episcopado Colombiano, se encuentra trabajando en una Pastoral de la Reconciliación y la Paz.
«Aunque siempre hemos estado acompañando los distintos procesos en favor de la paz, ahora, estamos comprometidos de una manera más radical en favor de las víctimas, los victimarios y de todo lo que el gobierno debe ofrecer para que nuestra sociedad no siga corrompiéndose moralmente y por lo tanto se haga incapaz de aclimatar la paz».
«Estamos convencidos que los diálogos en la Habana son un paso fundamental para poder caminar hacia la paz; pero, a Colombia le aquejan muchas cosas que indudablemente la están llevando a una descomposición moral, que impide que realmente haya la paz; temas como por ejemplo, la corrupción, la injusticia social, la minería, la salud, la educación, son aspectos que nos preocupan y sobre todo, no olvidemos los millones de víctimas (…). Nos preocupa que esas heridas que están abiertas en muchas personas, hombres, mujeres, jóvenes, niños, de toda la geografía del país, no cierren, sino que sean heridas que permanezcan abiertas y generen más violencia».
El desarrollo y aplicación de la Pastoral de la Reconciliación y la Paz, involucrará la articulación de distintos sectores sociales, ha señalado el prelado, quien también precisó «queremos separar nuestro trabajo del gobierno y de los diálogos de en la Habana, porque no queremos que se politice (…) La paz es de todos los Colombianos y todos debemos trabajar por conseguirla”.