(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 29.06.2022).- La presidenta de la Cámara baja del Congreso de los Estados Unidos, la sra. Nancy Pelosi, acudió este miércoles 29 de junio a la misa en la basílica de San Pedro. Aunque estaba previsto que el Papa presidiera la concelebración eucarística, al final ésta estuvo presidida por el decano del Colegio de los Cardenales, el cardenal Re. El Papa participó dando la bendición inicial de los palios que momentos después recibirían los arzobispos y, después, dando la homilía.
La presencia de la congresista Pelosi no pasó desadvertida por varias razones: la primera es que momentos antes del inicio de la celebración eucarística el Papa la saludó. La presencia tampoco pasó desapercibida pues Pelosi acude a una misa, de forma pública y bien visible, después de dos hechos especialmente relevantes en la vida eclesiástica y social de los Estados Unidos. El primero es la prohibición que a finales de mayo hizo el arzobispo de San Francisco vetando a Pelosi el acceso a la Eucaristía en el territorio de su diócesis. El segundo es las encendidas declaraciones que la señora Pelosi hizo tras el fallo del Tribunal Supremo de los Estados Unidos que desconoce el aborto como derecho constitucional (declaraciones a favor del aborto, huelga decirlo). Finalmente, Pelosi ganó la atención porque comulgó en esta misa en la basílica de San Pedro.
Esto último es lo que ha llegado a muchos medios. Algunos incluso han titulado “Polémica en el Vaticano: el papa Francisco le permitió comulgar a Nancy Pelosi pese a su apoyo al aborto y afirmó que “hay lugar para todos”.
Es verdad que en la homilía el Papa dijo
“Abramos las puertas, es el Señor quien llama. […] Una Iglesia sin cadenas y sin muros, en la que todos puedan sentirse acogidos y acompañados, en la que se cultive el arte de la escucha, del diálogo, de la participación, bajo la única autoridad del Espíritu Santo. Una Iglesia libre y humilde, que “se levanta rápido”, que no posterga, que no acumula retrasos ante los desafíos del ahora, que no se detiene en los recintos sagrados, sino que se deja animar por la pasión del anuncio del Evangelio y el deseo de llegar a todos y de acoger a todos. No nos olvidemos de esta palabra, todos. ¡Todos! Vayan a los cruces de los caminos y traigan a todos: ciegos, sordos, cojos, enfermos, justos, pecadores, ¡a todos, a todos! Esta palabra del Señor debe resonar en la mente y en el corazón, todos, en la Iglesia hay lugar para todos”.
Por honestidad intelectual y periodística habría que añadir que ese párrafo no fue lamentablemente pensado para la sra. Pelosi: el Papa hablaba a arzobispos especialmente y con ellos a todos los fieles. Dijo estas palabras considerando lo que significaba “levantarse”, en alusión a san Pedro.
Momentos después el Papa dijo en la misma homilía –cosa que no parecen querer aplicar los medios a Pelosi–:
“Juntos podemos y debemos establecer gestos de cuidado por la vida humana, por la protección de la creación, por la dignidad del trabajo, por los problemas de las familias, por la situación de los ancianos y de los abandonados, rechazados y despreciados. En definitiva, ser una Iglesia que promueve la cultura del cuidado, de la caricia, la compasión por los débiles y la lucha contra toda forma de degradación, incluida la de nuestras ciudades y de los lugares que frecuentamos, para que la alegría del Evangelio brille en la vida de cada uno: este es nuestro “combate”, este es nuestro desafío”. Ese otro párrafo lo dijo el Papa en el contexto de una segunda idea reflejada en la homilía: el combate.
No es verdad, sin embargo, ni que el Papa le dio la comunión a Pelosi ni que autorizó a alguien a hacerlo. Muchos sacerdotes ayudan en las misas multitudinarias a distribuir la Eucaristía. Lo más probable -una caridad de pensamiento lo impone- es que el sacerdote que le dio la comunión a la política abortista no la conocía, no sabía quién era ni sus opciones políticas y anti vida humana.
La que sí sabía qué defiende (el asesinato de bebés en el vientre de sus madres) y el sentir generalizado del episcopado estadounidense es la señora Pelosi. La misa de miércoles, incluso si es 29 de junio, día de los santos patrones de Roma, no es misa de precepto para Pelosi. No es que Pelosi sea una mujer “muy católica”: es que estaba afrentando clara y visiblemente a la Iglesia católica en los Estados Unidos. Y eso se llama instrumentalizar al Papa… Y a la Eucaristía.