Nancy Pelosi, presidenta del Congreso de los Estados Unidos. Foto: Mariam Zuhaib ; AP

Arzobispo de San Francisco prohíbe a Nancy Pelosi el acceso a la Eucaristía. Texto íntegro en español de la carta

“A la luz de mi responsabilidad como Arzobispo de San Francisco de «preocuparme por todos los fieles cristianos confiados a [mi] cuidado» (Código de Derecho Canónico, can. 383, §1), por medio de esta comunicación le notifico que no debe presentarse a la Sagrada Comunión y, en caso de que lo haga, no debe ser admitido a la Sagrada Comunión, hasta el momento en que repudie públicamente su defensa de la legitimidad del aborto y confiese y reciba la absolución de este grave pecado en el sacramento de la Penitencia”, escribe el arzobispo de San Francisco a la congresista Nancy Pelosi.

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(ZENIT Noticias / San Francisco, 21.05.2022).- “Después de numerosos intentos de hablar con la Portavoz Pelosi para ayudarla a comprender el grave mal que está perpetrando, el escándalo que está causando y el peligro que está arriesgando para su propia alma, he determinado que no debe ser admitida a la Sagrada Comunión”. Con este texto el arzobispo de San Francisco hacía pública la determinación de prohibir que la presidenta del Congreso de los Estados Unidos, Nancy Pelosi, reciba la Eucaristía en cualquiera de las iglesias de la arquidiócesis de San Francisco, de la que él es el pastor. La señora Pelosi, del Partido Demócrata, tiene su domicilio particular en el territorio de esa arquidiócesis. Y aunque se denomina católica se ha convertido, de hecho, en una propulsora del aborto.

La carta del arzobispo de San Francisco parte de una enseñanza del Concilio Vaticano II, habla de conversaciones privadas entre él y la señora Pelosi y finalmente llega al punto de prohibir la administración del sacramento, hasta que la presidenta del congreso de los Estados Unidos no cumpla con unas condiciones.

Ofrecemos a continuación la traducción íntegra al español del texto del arzobispo Cordileone:

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A la Presidenta de la Cámara de Representantes del Congreso de los Estados Unidos Nancy Pelosi

El Concilio Vaticano II, en su Decreto sobre la Iglesia en el mundo moderno, Gaudium et spes, reiteró la antigua y constante enseñanza de la Iglesia de que «desde el primer momento de la concepción la vida debe ser custodiada con el mayor cuidado, mientras que el aborto y el infanticidio son crímenes incalificables» (n. 51). En efecto, los cristianos siempre han defendido la dignidad de la vida humana en todas sus etapas, especialmente las más vulnerables, empezando por la vida en el seno materno. Su Santidad, el Papa Francisco, en consonancia con sus predecesores, también ha sido muy claro y enfático en su enseñanza sobre la dignidad de la vida humana en el vientre materno.

Esta verdad moral fundamental tiene consecuencias para los católicos en la forma en que viven sus vidas, especialmente para aquellos encargados de promover y proteger el bien público de la sociedad. El Papa San Juan Pablo II también fue muy coherente en la defensa de esta enseñanza constante de la Iglesia, y nos recordó con frecuencia que «quienes participan directamente en los órganos legislativos tienen la ‘grave y clara obligación de oponerse’ a cualquier ley que atente contra la vida humana. Para ellos, como para todo católico, es imposible promover tales leyes o votarlas» (cf. Nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas a la participación de los católicos en la vida política [24 de noviembre de 2002], n. 4, §1). Un legislador católico que apoya el aborto provocado, después de conocer la enseñanza de la Iglesia, comete un pecado manifiestamente grave que es causa de gravísimo escándalo para los demás. Por ello, el derecho universal de la Iglesia establece que tales personas «no deben ser admitidas a la Sagrada Comunión» (Código de Derecho Canónico, c. 915).

En cuanto a la aplicación de estos principios a los católicos en la vida política, el entonces cardenal Joseph Ratzinger, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, escribió a los obispos de Estados Unidos en 2004 explicando el enfoque a seguir:

«… cuando la cooperación formal de una persona se hace manifiesta (entendida, en el caso de un político católico, como su constante campaña y voto a favor de leyes permisivas del aborto y la eutanasia), su párroco debe reunirse con él, instruyéndole sobre la enseñanza de la Iglesia, informándole de que no debe presentarse a recibir la Sagrada Comunión hasta que ponga fin a la situación objetiva de pecado, y advirtiéndole de que, en caso contrario, se le negará la Eucaristía. Cuando «estas medidas de precaución no hayan surtido su efecto…», y la persona en cuestión, con obstinada persistencia, siga presentándose para recibir la Sagrada Eucaristía, «el ministro de la Sagrada Comunión debe negarse a distribuirla».

Al esforzarme por seguir esta dirección, le agradezco el tiempo que me ha concedido en el pasado para hablar de estos asuntos. Desgraciadamente, no he recibido este tipo de respuesta a mis numerosas peticiones para volver a hablar con usted desde que se comprometió a codificar la decisión del Tribunal Supremo sobre el caso Roe v. Wade en la legislación federal tras la aprobación de la Ley 8 del Senado de Texas el pasado mes de septiembre. Por eso le comuniqué mis preocupaciones por carta el 7 de abril de 2022, y le informé allí de que, si no repudiaba públicamente su defensa del «derecho» al aborto o se abstenía de referirse a su fe católica en público y de recibir la Sagrada Comunión, no tendría más remedio que hacer una declaración, de acuerdo con el canon 915, de que no debe ser admitido a la Sagrada Comunión.

Como usted no ha repudiado públicamente su posición sobre el aborto, y continúa refiriéndose a su fe católica para justificar su posición y recibir la Sagrada Comunión, ese momento ha llegado. Por lo tanto, a la luz de mi responsabilidad como Arzobispo de San Francisco de «preocuparme por todos los fieles cristianos confiados a [mi] cuidado» (Código de Derecho Canónico, can. 383, §1), por medio de esta comunicación le notifico que no debe presentarse a la Sagrada Comunión y, en caso de que lo haga, no debe ser admitido a la Sagrada Comunión, hasta el momento en que repudie públicamente su defensa de la legitimidad del aborto y confiese y reciba la absolución de este grave pecado en el sacramento de la Penitencia.

Sepa que estoy dispuesto a continuar nuestra conversación en cualquier momento, y que seguiré ofreciendo la oración y el ayuno por usted.

También pido a todos los fieles de la Arquidiócesis de San Francisco que recen por todos nuestros legisladores, especialmente por los legisladores católicos que promueven el aborto provocado, para que con la ayuda y bajo la guía del Espíritu Santo, experimenten una conversión de corazón en este gravísimo asunto y la vida humana sea protegida y fomentada en todas las etapas y condiciones de la vida.

Dado en San Francisco, a los diecinueve días del mes de mayo del año del Señor 2022.

Salvatore J. Cordileone

Arzobispo de San Francisco

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Redacción Zenit

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