(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 27.06.2024).- Un grupo de musulmanes de la ciudad italiana de Boloña fueron recibidos en audiencia por el Papa Francisco la mañana del miércoles 26 de junio, antes de la audiencia general del Papa en la Plaza de San Pedro.
Llamándolos hermanos, el Papa reconoció que “me alegra daros la bienvenida y agradeceros vuestra visita”. A continuación dijo que “Jesús nos enseñó a acogernos unos a otros como hermanos. Y esto se aplica ante todo a nosotros, cristianos, judíos y musulmanes, que adoramos al Único Dios y que nos referimos, aunque de manera diferente, a Abraham como padre en la fe. En el mundo actual, nuestro testimonio de fraternidad es indispensable y muy valioso”.
Siguiendo con el tema del monoteísmo, el Papa mencionó que “nosotros, que hemos recibido el don de esta pertenencia religiosa, estamos llamados a ser abiertos y acogedores con quienes no la comparten, porque son, como todos nosotros, miembros de la única familia humana”.
A continuación subrayó “En particular, el diálogo sincero y respetuoso entre cristianos y musulmanes” como “un deber para quienes deseamos obedecer la voluntad de Dios. En efecto, la voluntad de un Padre es que sus hijos se amen, se ayuden y que, si surge alguna dificultad o malentendido entre ellos, lleguen a un acuerdo con humildad y paciencia”.
Hablando de la libertad religiosa y de conciencia, que de hecho muchos musulmanes no respetan en sus países, el Papa continúo, evidenciando que “Este diálogo exige el reconocimiento efectivo de la dignidad y de los derechos de cada persona. A la cabeza de estos derechos está el de la libertad de conciencia y de religión, que significa que todo ser humano debe ser plenamente libre en cuanto a sus opciones religiosas. Además, todo creyente debe sentirse libre de proponer -¡nunca imponer! – su propia religión a otras personas, creyentes o no. Esto excluye toda forma de proselitismo, entendido como ejercer presiones o amenazas; debe rechazar todo tipo de favores económicos o laborales; no debe aprovecharse de la ignorancia de las personas”. Un aspecto que ha sido titular en varios medios fueron las palabras casi al final, cuando el Papa dijo: “Además, el matrimonio entre personas de religiones diferentes no debe ser una ocasión para convertir al cónyuge a la propia religión”.
El Papa finalizó exhortando a los presentes a que “donde vivís, podáis mantener buenas relaciones con la Iglesia católica: con el obispo, con el clero y con los fieles, en el respeto mutuo y la amistad”. Y puntualizó: “El mundo, especialmente en este momento de la historia, necesita creyentes coherentes y fuertemente comprometidos en la construcción y el mantenimiento de la paz social y mundial. Os doy las gracias por estar también vosotros, junto con vuestras comunidades, entre estos «artesanos» de la paz”.
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