SEREGNO (MILAN) , 1 abr 2001 (ZENIT.org–Avvenire).- «El Papa nos pone enseguida a trabajar». Extiende los brazos y sonríe el nuevo cardenal boliviano Julio Terrazas Sandoval, de 65 años, y desde hace diez, arzobispo de Santa Cruz, cuando se le pregunta por el próximo Consistorio.
Será en mayo y participará en él con todo el Colegio cardenalicio, y en particular con los otros 43 nuevos cardenales creados el pasado 21 de febrero.
En estos días ha visitado Seregno (Milán), donde ha sido huésped –juntos a los dos auxiliares, el vicario general y el secretario de la Conferencia Episcopal boliviana, de la que es presidente –de la asociación local Carla Crippa que actúa desde hace años en la diócesis iberoamericana, y ahora está llevando adelante el proyecto de una casa de acogida para niños hijos de presos, el Hogar de la Esperanza.
Según el cardenal, el desafío más importante que tiene que afrontar hoy la Iglesia en América Latina consiste en «pasar de un catolicismo de nombre a uno efectivo». La clave está en «cómo lograr que los laicos se comprometan como bautizados, no sólo porque les manda el párroco, o el obispo, o el cardenal. El desafío es cómo formarlos, cómo lanzarlos en un trabajo que lleve a Bolivia y al continente americano a alzarse de la pobreza, por obra de los mismos católicos y no esperando siempre en las ayudas de fuera».
La tarea de los cristianos, no sólo en América Latina, sino en de todo el mundo consiste, por consiguiente, en «encontrar las palabras y los signos adecuados para evangelizar a los hombres y a las mujeres de hoy. No podemos repetir con nostalgia el pasado. Tenemos que ser mucho más creativos porque el mensaje de Pascua no es un sepulcro vacío».
Por lo que se refiere a la evangelización de la Iglesia católica en Bolivia, el primer cardenal boliviano (había habido otro en ese país, pero de origen extranjero), explica: «Tenemos muchas etnias, por tanto para nosotros no es nada teórico el desafío de la inculturación, la manera en que viven las personas el Evangelio a partir de su propia identidad».
En este sentido, considera que los medios de comunicación suponen «una auténtica amenaza concreta a esta identidad». «La Iglesia hace el esfuerzo para que se promuevan los valores de la solidaridad, presentes tanto en la cultura andina como en las culturas orientales del país», responde el cardenal. .
Una solidaridad necesaria, dado que es uno de los países más pobres del mundo. «Nuestra tarea como Iglesia –explica el cardenal Terrazas– será siempre la de recordar a los responsables de la nación, a quien detenta el poder económico, y a la gente que vive en el país, a toda la sociedad, que vivan la solidaridad. Esta es la base del mensaje cristiano y nosotros creemos en una aplicación justa, razonable y audaz de la capacidad para compartir».
El purpurado recuerda que la Iglesia del país se ha movido para que el dinero procedente de la condonación de la deuda «se ponga verdaderamente al servicio de los más pobres y marginados», también a través de la creación de un organismo de control. Pero hace falta más. «El mecanismo básico lamentablemente sigue intacto y habría que cambiarlo. Si no, nosotros los pequeños, permaneceremos siempre marginados».