¿Cómo deberá ser el obispo del tercer milenio? Pregunta del próximo Sínodo

Presentado el «Instrumento de trabajo» de la asamblea del mes de octubre

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CIUDAD DEL VATICANO, 1 junio 2001 (ZENIT.org).- El próximo mes de octubre obispos de todo el mundo afrontarán argumentos decisivos para el futuro de la Iglesia en un Sínodo que continuará el debate ya comenzado por el reciente consistorio extraordinario de cardenales.

Al presentar este viernes en la Sala de Prensa del Vaticano el «Instrumento de trabajo» («Instrumentum laboris») que servirá de base para las discusiones de la asamblea, el cardenal Jean Pieter Schotte, secretario general del Sínodo de los Obispos, reconoció que se trata de «temas muy actuales, como la relación del obispos como el ministerio petrino (del Papa), el papel y la importancia de las conferencias episcopales, la utilización del Sínodo en el gobierno de la Iglesia».

Temas que, de hecho, ya se habían convertido en el centro de las intervenciones de varios purpurados en el consistorio celebrado en el Vaticano entre el 21 y el 24 de mayo (Cf. Zenit, 24 de mayo de 2001)

Un «sondeo» mundial sobre la figura del obispo
Ahora bien, el purpurado belga explicó que ante todo este Sínodo, que será inaugurado el 30 de septiembre y clausurado el 27 de octubre, plantea una pregunta: «¿Cómo es el obispo que necesitamos para la Iglesia del tercer milenio?».

En respuesta a esta pregunta, la Secretaría del Sínodo de los Obispos distribuyó en 1998 un documento base («Lineamenta»), acompañado por un cuestionario de preguntas, realizando así una especie de sondeo mundial sobre la figura del obispo. Con las respuestas de diócesis, conferencias episcopales y congregaciones religiosas se ha elaborado el «Documento de trabajo». Una consultación que no tiene parangón en ninguna institución del mundo.

En esta ocasión, el porcentaje de respuestas diócesis y congregaciones religiosas ha sido bastante bajo, el 56,75 %. El cardenal belga atribuyó este índice a varios elementos: la actividad que generó en toda la Iglesia el Jubileo del año 2000 y que distrajo la atención de esta cita, y el hecho que haya pasado bastante tiempo desde la celebración del último Sínodo de estas características, siete años. Los últimos Sínodos que precedieron al Jubileo del año 2000 habían sido de carácter continental.

El tema central del «Documento de trabajo» está expresado ya en el título «El obispo, servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo». «El binomio obispo-esperanza es el hilo conductor que une todos los capítulos del documento», afirmó el cardenal Schotte en su presentación a la prensa.

De hecho, el primer capítulo lleva por título «Un ministerio de esperanza» y concluye con otro capítulo que dice «Al servicio del Evangelio para la esperanza del mundo».

El secretario general del Sínodo reveló que el segundo capítulo, «Misterio, ministerio y camino espiritual del obispo» no estaba presente en los «Lineamenta» que se distribuyeron por todo el mundo. Ahora bien, la Secretaría ha recibido tantas respuestas en las que se subrayaba que el camino espiritual del obispo es el punto más importante, que se ha hecho necesario crear un nuevo capítulo dedicado al tema.

De hecho, reconoció, lo que la Iglesia necesita hoy es obispos santos.

El tercer capítulo habla del episcopado como «ministerio de comunión y de misión en la Iglesia universal», mientras que el cuarto aborda el tema «El obiso al servicio de su Iglesia». En este apartado, explicó el cardenal Schotte se formulan precisamente respuestas a la pregunta sobre cómo deberá ser el obispo del tercer milenio. Es el capítulo más largo (40 páginas) y más complejo.

Participantes
Unas 240 obispos deberían participar en el Sínodo. Más o menos la mitad de las conferencias episcopales tienen que votar todavía por los delegados que enviarán al Sínodo. De las 112 conferencias episcopales del mundo, 66 ya han decidido. En total, las conferencias deberían enviar a unos 161 obispos.

Además, según la normativa, estarán presentes seis patriarcas, dos arzobispos mayores de rito oriental, tres arzobispos metropolitanos de rito oriental, diez miembros de la Unión de Superiores Generales de religiosos, y 27 jefes de organismos de la Curia Romana.

En este sentido, el cardenal Schotte constató que desde último Sínodo ordinario, celebrado en 1994, han cambiado 14 jefes de dicasterios vaticanos, más de la mitad. «Desde este punto de vista no se puede decir que la Curia sea muy estática», bromeó.

A estos participantes se les añadirán los «auditores», los observadores, los expertos y los delegados fraternos de las demás Iglesias cristianas. El número total debería ser de unos 300.

Papel decisivo de los nuevos cardenales
Juan Pablo II ha nombrado a tres presidentes delegados para el Sínodo: los cardenales Giovanni Battista Re (prefecto de la Congregación vaticana para los Obispos), Ivan Dias (arzobispo de Bombay) , y Bernard Agrè (arzobispo de Abidjan, costa de Marfil).

El relator general del Sínodo será el cardenal Edward Michael Egan (arzobispo de Nueva York).

Es interesante constatar que todos estos purpurados han sido creados por Juan Pablo II en febrero pasado.

El secretario especial del Sínodo será monseñor Marcello Semeraro, obispo de Oria (Italia).

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ZENIT Staff

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