JERUSALÉN, 6 junio 2001 (ZENIT.org).- La familia de un joven palestino, Mazen Julani, asesinado en las afueras de Jerusalén, ha donado sus órganos a los enfermos del hospital israelí de Hadassa, donde había fallecido.
«Hemos aceptado donar los órganos de donar los órganos de Mazen porque lo que importa es salvar vidas humanas, cuantas más mejor, ya sean las de judíos, cristianos o musulmanes». Así explicó Lufti Julani, padre de la víctima y campesino palestino de 75 años, en una entrevista concedida a la radio militar israelí.
La familia de este farmacéutico de 33 años dio su visto bueno para que el Banco israelí de Donación de Órganos procediera al transplante de sus pulmones, su hígado, uno de sus riñones (el otro fue cedido a un niño palestino de trece años de edad) y su páncreas.
Tres ciudadanos judíos y un árabe-israelí han sido los beneficiados de este gesto de buena voluntad con el que los Julani desean mostrar al mundo que ya están hartos de la sangre derramada y que desean vivir en paz y en libertad.
El gesto de esta familia es particularmente significativo en el contexto en que tuvo lugar el asesinato: una bala en la nuca disparado por un hombre que pasaba en coche mientras la víctima se encontraba sentada en un bar.
El propietario del bar, situado en la entrada del campo de refugiados de Shuafaf, considera que se trataba de un colono judío. En esa misma noche había tenido lugar el atentado suicida en una discoteca de Tel Aviv. «Una venganza», asegura.
La policía israelí considera que se trató más bien de un «ajuste de cuentas», algo que niega la familia Julani.
Cuando el joven falleció, Lufti Julani quería que sus riñones sirvieran para curar a uno de sus hijos más pequeños, que está enfermo. Pero no eran compatibles. Los médicos preguntaron entonces al anciano campesino si aceptaba donar los órganos de Mazen. Pidió unas horas para tomar la decisión.
Revela: «Consulté a las autoridades musulmanas, que me aseguraron que el gesto no sólo podía realizarse según el Corán, sino que además es un acto meritorio y gusto, independientemente de la religión de quien recibe los órganos. Fue entonces cuando di mi acuerdo».
Igal Cohen, uno de los ciudadanos judíos que recibió sus órganos, agradeció públicamente a la familia este gesto desde las páginas del diario «Maariv» y aseguró que le gustaría encontrarse con el padre y hermanos de Mazen.
Grupos pacifistas israelíes han propuesto organizar encuentros con la familia Julani para que este gesto tenga una resonancia mayor a favor de la paz.