CIUDAD DEL VATICANO, jueves 17 de septiembre de 2009 (ZENIT.org).- El cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, transmitió al primer ministro de Rumanía, Emil Boc, su gran preocupación y su decepción por la construcción de un enorme rascacielos junto a la catedral de Bucarest.
Lo hizo al recibirle, junto al secretario del Vaticano para las relaciones con los Estados, monseñor Dominique Mamberti, este jueves en el Vaticano, según informó Radio Vaticano.
La arquidiócesis de Bucarest ha advertido que este proyecto podría repercutir negativamente en la estructura de la catedral de San José y dañar sus cimientos.
La reunión también hizo posible «un fructuoso intercambio de opiniones sobre temas de actualidad internacional y destacar algunos aspectos de la cooperación internacional entre la Santa Sede y Rumanía», indica un comunicado de la Oficina de Información de la Santa Sede.
Según una nota de la embajada de Rumanía en la Santa Sede publicada antes del encuentro, el gobierno rumano esperaba dar «un nuevo impulso al diálogo y a las excelentes relaciones bilaterales».
El ministro también tenía previsto invitar al cardenal secretario de Estado a Rumanía.
Este miércoles, el ministro Emil Boc, junto a una destacada representación del gobierno rumano, fue recibido por el Papa en una pequeña sala anexa a la sala de audiencias Pablo VI del Vaticano tras la audiencia general.
Según una nota, el primer ministro agradeció el «constante apoyo de la Santa Sede» a los rumanos de la diáspora, especialmente a «las comunidades religiosas rumanas ortodoxas, católicas y greco-católicas y a las parroquias rumanas en Europa».
En el encuentro con el Santo Padre, el premier estaba acompañado por diversos miembros del gobierno rumano: el ministro de Asuntos Exteriores, Cristian Diaconescu; el ministro de economía, Adriean Videanu; el ministro de salud, Ion Bazac, la secretaria de Estado Stefania Ferencz y el ambajador ante la Santa Sede, Marius Lazurca.
Según la nota de la embajada rumana, el gobierno rumano también «otorga una gran importancia a las comunidades religiosas de la diáspora, como instrumentos importantes para el mantenimiento de la identidad nacional y para una buena integración en las sociedades de acogida»
Hace poco más de un año, al recibir al presidente rumano Traian Basescu en Castel Gandolfo, el Papa mencionó las dificultades de la comunidad rumana emigrada (Cf. Zenit 8 de septiembre de 2008).
El presidente agradeció entonces la acción de las instituciones de la Iglesia católica, que «ofrecen una ayuda generosa y eficaz» a los inmigrantes rumanos.
Rumanía supera los 21 millones de habitantes, de los que más del 85% son ortodoxos, el 6%, católicos de los ritos latino y bizantino, y el 7%, protestantes.