MADRID, jueves, 30 julio 2009 (ZENIT.org).- El obispo de Mallorca, monseñor Jesús Murgui, ha condenado el atentado de la organización terrorista ETA de este jueves contra dos guardias civiles y ha pedido a los católicos gestos de afecto para las víctimas del terrorismo.
El atentado se produjo frente al cuartel del en Palmanova, en el municipio de Calviá (Mallorca), con una bomba-lapa colocada en los bajos de un coche patrulla, veinticuatro horas después de que ETA perpetrara otro atentado en Burgos.
Monseñor Murgui, en un comunicado emitido al recibir la noticia, «encomienda al Señor de la Vida el eterno descanso de los dos agentes y la pronta recuperación de los heridos».
«También pide a la comunidad católica que se una al sufrimiento de las víctimas con gestos de proximidad y afecto y, en particular, con la oración», afirma el comunicado.
«Ante este nuevo acto de barbarie, la Diócesis de Mallorca reitera su firme condena del terrorismo», concluye.
Por su parte, la Conferencia Episcopal España emitió un comunicado en el que «ante la sinrazón de estos actos», los atentados de Burgos y Mallorca, «anuncia una vez más el Evangelio de la Vida y denuncia la inmoralidad del terrorismo, rostro cruel de la cultura de la muerte, que desprecia la dignidad humana y rompe el respeto sagrado a la vida de las personas.
«En España, el terrorismo de ETA se ha convertido desde hace años en la más grave amenaza contra la paz, porque atenta cruelmente contra la vida humana, coarta la libertad de las personas y ciega el conocimiento de la verdad, de los hechos y de nuestra historia», afirma el comunicado citando la instrucción pastoral de los obispos «Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias», de noviembre de 2002.
La Conferencia Episcopal manifiesta «su reconocimiento público a la labor que desempeña la Guardia Civil, junto con todas las Fuerzas de Seguridad del Estado, al tiempo que expresa su cercanía y condolencia a los familiares de las víctimas, en especial a los de los guardias civiles fallecidos, cuyo eterno descanso encomiendan al Señor de la Vida los obispos, junto con toda la comunidad católica. Asimismo los obispos piden a todos que se unan al sufrimiento de las víctimas del terrorismo con gestos de afecto y solidaridad y, en particular, mediante la oración».