BOGOTÁ, jueves, 7 febrero 2006 (ZENIT.org).- La Conferencia Episcopal de Colombia hizo público ayer 6 de febrero el comunicado final de su LXXXIV Asamblea Plenaria en el que aborda principalmente la situación de las personas privadas de libertad por las FARC y pide a esta organización guerrillera que «responda al clamor del pueblo» y libere a «todos los secuestrados»
Redactado al término de la Asamblea Plenaria, realizada del 28 de enero al 1 de febrero, el comunicado de los obispos colombianos tiene fecha de 1 de febrero, y está firmado por su presidente, monseñor Luis Augusto Castro Quiroga. Es por tanto anterior a la multitudinaria manifestación celebrada el pasado 4 de febrero en más de 130 ciudades de todo el mundo, en la que participaron millones de personas, contra los secuestros de las FARC.
Los obispos inician el comunicado diciendo que, en él, fijan su «posición y compromiso en relación con los últimos hechos que preocupan al país».
En seis breves puntos, indican en primer lugar que, tal como expresó su presidente, en el discurso de apertura de la Asamblea, «la Iglesia católica, con autonomía e independencia, ha estado y estará siempre dispuesta a promover, facilitar y acompañar todos los procesos que puedan conducir a la construcción de una Colombia reconciliada, en paz y con justicia social».
Añaden que «esta decisión está motivada por nuestra fe y compromiso de creyentes: el valor de la vida, el respeto de la dignidad humana, las exigencias evangélicas de perdón y reconciliación, el respeto de los derechos humanos y por sobre todo, la caridad que nos obliga a actuar en favor de los hermanos que sufren».
Subrayan que les duele particularmente la situación de los secuestrados que «además de ser privados injustamente de la libertad, son sometidos a tratos inhumanos y a condiciones de vida que riñen con las más elementales exigencias de los derechos humanos».
«En consecuencia –añaden–, la Iglesia se une al clamor del pueblo colombiano y de la comunidad internacional para exigir la liberación de todos los secuestrados y secuestradas».
Los obispos reiteran su oferta de mediación: «Hacemos un llamado a las FARC para que respondan al clamor del pueblo colombiano y del mundo y acojan nuestra propuesta de Diálogo para concertar una zona de encuentro que permita al Gobierno y a los delegados de las FARC acordar los términos de la liberación de los secuestrados».
Expresan también su preocupación por «el creciente deterioro de las relaciones con el vecino pueblo de Venezuela». Recuerdan que se trata de «dos pueblos hermanos, con una historia común, con relaciones económicas, sociales y culturales y con una población de nacionales que viven y trabajan en uno y otro país».
Por esto piden «que se recurra a las vías diplomáticas y que se restablezcan las buenas relaciones sobre las bases de respeto mutuo y de no ingerencia en los asuntos internos propios de cada país».
Los prelados expresan su esperanza de que «el país pueda, algún día, disfrutar la alegría de la Paz» y afirman que redoblarán su oración «para que el Señor nos bendiga, nos guarde y nos ayude a descubrir los caminos que conduzcan a nuestro pueblo a esa paz duradera, estable y con justicia social».
Concluyen invocando la protección de la Virgen María, Señora de la Esperanza, a quien encomiendan «el fruto de esta Asamblea dedicada a reflexionar sobre la situación de la mujer en la sociedad y en la Iglesia».
Por Nieves San Martín