La tendencia al totalitarismo en América Latina es «éticamente inaceptable»

El arzobispo Walmor Oliveira de Azevedo pide «reacciones lúcidas»

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BELO HORIZONTE, jueves, 29 noviembre 2007 (ZENIT.org).- Según el Presidente de la Comisión Episcopal Pastoral para la Doctrina de la Fe, de la Conferencia Episcopal de Brasil (CNBB), la tendencia al totalitarismo que se percibe actualmente en América Latina es «éticamente inaceptable».

En un mensaje enviado a los fieles de su archidiócesis, Belo Horizonte, en el estado de Minas Gerais, monseñor Walmor Oliveira de Azevedo afirma que el escenario latinoamericano y caribeño «revela que se vive en este momento un contexto preocupante».

«Continúa la arraigada tendencia a la corrupción en las estructuras de la sociedad», denuncia.

Según el arzobispo, es necesario desarraigar esta «cultura mezquina» que consiste en «ver a gente, grupos e instituciones que trabajan y manipulan todo en función de sus intereses, en perjuicio del bien común y de la aspiración a ver una sociedad más equilibrada».

Además de la plaga de la corrupción, monseñor Walmor Oliveira constata «señales de un “déjà vu” que suena a totalitarismo».

«Los obispos venezolanos han declarado con coraje que esta tendencia al totalitarismo es éticamente inaceptable. América Latina ya tuvo, de modo doloroso y limitador de su desarrollo global, momentos difíciles bajo regímenes dictatoriales de partido único», subraya.

Para el arzobispo de Belo Horizonte, «toda tendencia totalitaria es éticamente inaceptable, así como es inaceptable que, en el escenario político, no se eleven voces para oponerse a este tipo de ‘paso atrás’».

«Es hora de trabajar de modo decidido por la eliminación de los conceptos que contribuyen a una comprensión de la organización sociopolítica dentro de los parámetros de existencia de un partido único, llevando a las personas a una interiorización fanática de una ideología».

«No afrontar esto como sociedad latinoamericana y caribeña es abrir la vía al uso sistemático y global del terror físico y psicológico, a la existencia de un líder que se presenta como depositario e intérprete único de la voluntad y de la ideología de un partido», afirma.

Según el responsable del sector para la Doctrina de la Fe de la CNBB, «hay que imaginar el cuadro deprimente que se daría religiosos, políticos, gobernantes, intelectuales, artistas, formadores de opinión, y toda la sociedad, permitieran rediseñar un escenario político con las características del totalitarismo».

«El liderazgo de un jefe indiscutido, el uso del terror, un control monolítico de la economía, el uso manipulado de los medios y otros aspectos, son inadmisibles porque hieren la autonomía de la sociedad civil. El buen sentido exige reacciones lúcidas en esta grave crisis ética en la política», concluye el arzobispo.

Por Alexandre Ribeiro, traducción de Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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