Reunido Unido: Católicos contra el proyecto de ley sobre embriones «quimeras»

La norma abriría la vía a fabricar embriones híbridos hombre-animal

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GLASGOW, martes, 20 noviembre 2007 (ZENIT.org).- Dos de los principales líderes de la Iglesia en Gran Bretaña exhortan a los políticos a tomar en seria consideración la preocupación de la comunidad católica ante el proyecto de ley sobre Fertilidad Humana y Embriología, que legalizará la creación de embriones hombre-animal, también denominados popularmente «quimeras».

Así lo expresa la declaración, emitida el pasado 18 de noviembre, firmada por el cardenal Keith O’Brien, arzobispo de Saint Andrews y Edimburgo, y por el arzobispo Mario Conti de Glasgow, que es también presidente de la Comisión Conjunta Católica de Bioética de Gran Bretaña e Irlanda.

La propuesta, conocida antes como proyecto de ley sobre el Tejido Humano y los Embriones, actualiza la presente reglamentación de la reproducción asistida y la investigación con embriones en el Reino Unido.

Si se aprueba, la ley legalizaría la creación de embriones híbridos, fecundando óvulos animales con esperma humano y viceversa, y permitiría a las parejas lesbianas ser definidas como progenitoras de niños en probeta, sin ninguna referencia a un padre. Quienes se oponen a la propuesta temen que pueda reabrir el debate sobre el aborto, llevando a una ulterior liberalización de la actual normativa.

La declaración del cardenal O’Brien y del arzobispo Conti afirma que la propuesta del diseño de ley, de crear embriones híbridos, «no es una dirección justificable para una investigación científica legítima».

«Es un precedente peligroso y superfluo que no respeta la dignidad de la persona humana –denuncian–. Recordamos que estas prácticas están prohibidas en Canadá, Australia y en muchos países europeos».

Los prelados subrayan también con preocupación el hecho de que el diseño de ley debilite el estatus natural de los padres y subvierta los vínculos naturales entre progenitores e hijos.

Remarcando la complejidad de la cuestión, el purpurado y el arzobispo proponen la creación de una comisión consultiva nacional para aconsejar de modo apropiado al Gobierno sobre las cuestiones bioéticas.

«El debate público ha estado hasta ahora dominado por las opiniones médicas y científicas –sigue diciendo la declaración– cuando en realidad sistemas éticos maduros dan una aportación más importante al afrontar cuestiones de este tipo».

«Estamos francamente desconcertados por las propuestas que permitirían la creación de organismos que superan la barrera de la especie –dijo a los periodistas el arzobispo Conti–. Exhortamos al Gobierno a revisar el papel de la Autoridad sobre Fertilidad Humana y Embriología, que se ha revelado completamente inadecuada para afrontar cuestiones éticas».

«La propuesta incluye un desarrollo inquietante en la experimentación con embriones y abate los vínculos naturales de la vida familiar ligados a la procreación».

Así mismo, el cardenal Comac Murphy-O’Connor, arzobispo de Westminster, se expresó contra el proyecto de ley. En una carta publicada en la edición en Internet del pasado 18 de noviembre, de «The Times», define la ley como «profundamente equivocada».

«El proyecto de ley propone que cuantos se ocupan de la fertilización in vitro eliminen el requisito de tener en cuenta la necesidad del niño de tener un padre, y confieran el carácter de progenitor legal a personas que no tienen un vínculo genético con un niño, nacido tras una fecundación in vitro».

«Esto mina radicalmente el papel del padre en la vida de un niño, y subordina los derechos de este último a los deseos de la pareja», observa.

La hipótesis de creación de embriones híbridos en el Reino Unido suscitó reacciones preocupadas también entre expertos vaticanos.

El obispo Elio Sgreccia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida, afirmó que la decisión de las autoridades británicas de permitir la creación de las llamadas «quimeras», a usar en experimentos científicos, es «un acto monstruoso contra la dignidad humana».

Monseñor Screccia afirmaba en sus declaraciones que la decisión británica marca un punto de no retorno: «Esta frontera, la del cruce de distintas especies, ha sido traspasada hoy con la decisión de ir adelante del Gobierno británico. Hasta hoy, estaba prohibida en el campo de la biotecnología y no sólo por parte de las asociaciones religiosas». Y esto porque, añadió, «se pone en peligro la dignidad humana, agredida, y se pueden crear luego monstruos mediante estas fecundaciones».

«Hasta ahora, el individuo humano no ha sido respetado porque los embriones son inmolados y sacrificados de muchas maneras y en las mismas fecundaciones artificiales –observó–. Pero al menos se había respetado el confín entre especie y especie. Ahora se abate también éste y las consecuencias no han sido calculadas».

«Pero sobre todo, no había ninguna necesidad –añadió–. Si se buscan las células madre capaces de curar el Alzheimer y el Parkinson, no hay ninguna necesidad de tener que crear un híbrido hombre-animal, porque están las células madre adultas, las del cordón umbilical, y las del hombre adulto para afrontar –con confianza– a estas fronteras».

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ZENIT Staff

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