CIUDAD DEL VATICANO, 4 diciembre 2001 (ZENIT.org).- La droga no se combate con la droga, sino con la prevención y, por tanto, con la educación. Es la propuesta que hace la Santa Sede en un documento sin precedentes publicado este martes.
Se trata de un manual dirigido a hombres y mujeres de Iglesia en el que se ofrecen criterios para la asistencia de personas afectadas por las substancias estupefacientes. El documento, que ha requerido cinco años de trabajo y que ha sido redactado en respuesta a una petición expresa de Juan Pablo II lleva por título «Iglesia, droga y toxicomanía».
La elaboración del texto se puso en marcha en 1997, explicó al presentar a la prensa el volumen, el arzobispo Javier Lozano Barragán, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, autor del libro, con un encuentro mundial en el Vaticano.
En esa ocasión, aclaró, representantes de 45 países particularmente afectados por el problema se reunieron para afrontar el problema que para las Naciones Unidas representa «una amenaza que puede poner en peligro el porvenir de poblaciones enteras».
De hecho, como recordó Joaquín Navarro-Valls, portavoz vaticano durante la rueda de prensa de presentación del documento, según datos de la ONU en estos momentos doscientos millones de personas en el mundo recurren regularmente a la droga.
«El Papa nos habla de tres acciones particulares para realizar una pastoral capaz de afrontar el problema de la droga –aclaró monseñor Lozano–: prevención, tratamiento, y represión».
«En el manual –dijo– se contemplan las dos primeras: la prevención y el tratamiento. No se afronta la represión, a la que el Santo Padre hace referencia afirmando que todos tenemos que luchar contra la producción, elaboración y distribución de la droga en el mundo».
«Es un deber particular de los gobiernos afrontar con valentía esta lucha contra los traficantes de la muerte», aclaró Lozano citando intervenciones pasadas del pontífice.
Un capítulo del texto, que lleva por título «No a la liberalización de la droga» se confirma con claridad la oposición de la Santa Sede a su legalización.
En varios encuentros con comunidades de recuperación de toxicómanos, Juan Pablo II ha afirmado que «la droga no se vence con la droga; la droga es un mal y ante el mal no se admiten concesiones».
El psicoanalista y catedrático de psicología francés, Tony Anatrella, uno de los redactores principales del documento explicó que, en realidad, la juventud recurre a estas sustancias sobre todo para llenar un vacío cultural y espiritual.
Esta cuestión es decisiva en el volumen, cuyo primer capítulo se dedica al tema «Hacerse libres» para demostrar cómo el primer desafío que plantea la droga es la carencia de valores propia de la cultura dominante.
Sorprende la portada del libro, obra del artista Irio Fantini, en la que aparece Cristo salvando a los drogadictos del barrizal de la toxicomanía. Jesús lleva un manto rojo, símbolo de la sangre que redime. Su rostro ilumina el nuevo camino de su existencia.