Juan Pablo II pide una mejor distribución de la riqueza en Honduras

Recuerda la opción preferencial por los pobres, «no exclusiva ni excluyente»

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CIUDAD DEL VATICANO, 4 diciembre 2001 (ZENIT.org).- La pobreza y la injusticia social en Honduras es la gran preocupación que confesó Juan Pablo II al recibir este martes a los obispos del país centroamericano.

El pontífice constató que la situación económica de Honduras constata con la cantidad de recursos materiales y la fertilidad de las preciosas tierras del país, algo que «hace pensar en la necesidad de mejorar el orden social, promoviendo una mayor justicia».

En especial, dijo, hay que crear «estructuras que favorezcan una más equitativa distribución de los bienes» para «evitar que unos pocos ciudadanos detenten tantos recursos en detrimento de la gran mayoría».

El saludo de los prelados de este país de casi seis millones y medio de habitantes, en un 97% católicos, fue dirigido al pontífice por el primer cardenal hondureño de la historia, Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa y presidente de la Conferencia Episcopal.

La gran preocupación del pontífice, es que en la situación de injusticia propia de la sociedad hondureña, «la penuria económica se añade el aislamiento de los más pobres que, encerrados en su propio mundo, pierden la esperanza de una sociedad mejor».

«Por eso el país sufre cuando los campesinos se sienten marginados, las etnias indígenas olvidadas y abandonados a su suerte los ciudadanos más necesitados de protección, como son los niños y los jóvenes», afirmó.

Por este motivo, el Santo Padre consideró que en Honduras, país que visitó en 1983, «es urgente promover la justicia verdadera, ya que no atender a dicha exigencia podría favorecer el surgir de una tentación de respuesta violenta por parte de las víctimas de la injusticia».

«La Iglesia ha de estar atenta al clamor de los más necesitados. Escuchando su voz, la Iglesia debe vivir con los pobres y participar de sus dolores», dijo a los obispos.

«No se ha de olvidar –aclaró– que la preocupación por lo social forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia y que la promoción humana forma parte de la evangelización, pues ésta tiende a la liberación integral de la persona».

Por este motivo, el Papa invitó a los obispos hondureños a «insistir en una opción preferencial por los pobres, no exclusiva ni excluyente, programando también actividades pastorales en las aldeas y zonas rurales».

«La gente pobre y marginada tiene derecho a sentir la cercanía especial de sus pastores», concluyó.

Honduras se encuentra preparando en estos momentos la conmemoración de los quinientos años de la primera misa celebrada en tierra firme del continente americano, que tuvo lugar el 14 de agosto de 1502.

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ZENIT Staff

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